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Por qué heredamos las grasas buenas de la madre y las malas del padre
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La genética ha hablado

Por qué heredamos las grasas buenas de la madre y las malas del padre

Un nuevo estudio científico realizado en el norte de Europa relaciona la producción de tejido adiposo pardo con el gen H19, que recibimos exclusivamente de nuestra madre

Foto: La genética puede ayudar a combatir la obesidad. (iStock)
La genética puede ayudar a combatir la obesidad. (iStock)

La obesidad es el resultado de un desequilibrio notable y crónico entre las calorías que ingerimos y el gasto energético que hacemos; y esta enfermedad metabólica tan compleja, en la que intervienen factores genéticos, hormonales, de hábitos de vida…, puede conllevar otros problemas de salud, como diabetes tipo 2, trastornos respiratorios o complicaciones cardiovasculares.

Se ha convertido ya en una epidemia mundial (se estima que más de 1.000 millones de personas son obesas), por lo que son muchos los estudios que están en marcha actualmente para acercarse más a ella, conocerla a fondo y tratar de encontrar nuevas vías de tratamiento para combatirla.

La genética juega un papel importante en los trastornos metabólicos y aquí la herencia materna nos echa una mano


Distintos científicos se están centrando en investigar el componente genético de la obesidad y se sabe que entre un 50% y un 70% de las variaciones en el índice de masa corporal (IMC) se atribuyen a diferencias genéticas propias de cada persona. Ya hace unos años se publicó en la revista 'Cell Metabolism' el resultado de una investigación en esta línea, que confirmaba que el sobrepeso paterno queda registrado en el material hereditario de los espermatozoides, esto es, que existe una herencia epigenética adquirida con relación a la obesidad del padre.

Ahora un grupo de científicos europeos, liderados por Jan-Wilhelm Kornfeld, profesor del departamento de Biología Molecular de la Universidad del Sur de Dinamarca y con integrantes del Instituto Max Planck de Colonia y la Universidad Médica de Viena, se ha centrado en estudiar el gen H19 y en conocer su posible implicación en la obesidad; y al hacerlo (tras análisis exhaustivos tanto en ratones como en humanos obesos) han hallado dos descubrimientos notables. El primero de ellos es que, sí, este gen juega un papel en dicha enfermedad metabólica; y es un papel positivo, ya que tiene un efecto protector frente al desarrollo del sobrepeso.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

El segundo hallazgo tiene que ver con la herencia genética y el metabolismo: la tendencia a desarrollar grasa parda (protectora contra la obesidad) la heredamos de nuestra madre; mientras que la propensión a tener más grasa blanca, la que es más complicado quitarnos de encima, que se aloja fundamentalmente en la cintura, los muslos y el trasero y cuya acumulación puede desembocar en enfermedades metabólicas, nos llega en mayor medida por herencia paterna.

La grasa parda, también llamada marrón, es el tejido adiposo que quema calorías en forma de calor, aumentando el gasto energético y ayudándonos así a perder peso. Se localiza alrededor del cuello, bajo la clavícula y tras los omóplatos, y combate directamente la grasa blanca, que es la que acumulamos y da forma a los michelines. ¿Podemos activar la primera para que acabe con la segunda? En cierta medida sí. Una de las formas de hacerlo es 'pasando frío'. No se trata de vivir en un permanente estado de semicongelación, pero sí de bajar ligeramente la temperatura de casa. Según una investigación de la Universidad de California, a largo plazo, si estás cada día unas horas a 17 grados, quemarás más calorías que si estás a más de 20 grados. Otro modo de poner a funcionar la grasa marrón es haciendo ejercicio. No solo porque llevar una vida activa es clave para mantener un peso óptimo, sino porque al hacer deporte se activa la irisina, una hormona que potencia los efectos de la grasa parda.

Se abre una nueva vía para tratar la obesidad

Siguiendo con el nuevo estudio europeo, como comentábamos, analiza el gen H19, que se localiza en el cromosoma 11 y tiene expresión monoalélica, lo que significa que se hereda únicamente del padre o de la madre, en este caso de la madre. Es curioso porque solo el 1% de los genes humanos se heredan exclusivamente de uno de los dos progenitores. Y según esta investigación, publicada en 'Nature Communications', “los genes expresados solo por el padre afectan a la grasa parda de forma negativa, mientras que los exclusivos de la madre tienen un efecto positivo sobre ella”.

Según el profesor Kornfeld, “usando ratones como sujetos de estudio, hemos identificado que el gen H19 juega un papel de control en las células de grasa parda. Hemos podido demostrar que una ‘sobreexpresión’ del H19 en ratones protege contra la obesidad y la resistencia a la insulina. Además, hemos sido capaces de detectar patrones similares de este gen en personas obesas. Estos resultados pueden ser el primer paso para desarrollar tratamientos innovadores contra la obesidad y enfermedades relacionadas con ellas”.

Actualmente el 'arma' más eficaz contra la obesidad lo hallamos en la cirugía bariátrica (distintos procesos quirúrgicos que se realizan en casos de obesidad mórbida), así como en tratamientos farmacológicos con los tres medicamentos que están aprobados en nuestro país para este fin: orlistat, liraglutide y naltrexona. Los tres deben ser prescritos por un especialista, que también indicará a cada paciente un programa de ejercicio físico adecuado a su caso y una dieta personalizada.

La obesidad es el resultado de un desequilibrio notable y crónico entre las calorías que ingerimos y el gasto energético que hacemos; y esta enfermedad metabólica tan compleja, en la que intervienen factores genéticos, hormonales, de hábitos de vida…, puede conllevar otros problemas de salud, como diabetes tipo 2, trastornos respiratorios o complicaciones cardiovasculares.

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