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10 alimentos para prevenir o mejorar las alergias otoñales
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10 alimentos para prevenir o mejorar las alergias otoñales

Comienzan a asomar los primeros resfriados y las alergias. Hay alimentos que nos ayudan a combatirlos, como el yogur, el kiwi, el ajo, el tomate...

Foto: Yogur griego. (iStock)
Yogur griego. (iStock)

Ya es hora de dejar atrás el calor del verano y dar la bienvenida al otoño, una época del año donde las temperaturas se vuelven menos intensas y la climatología da paso a una serie de procesos muy temidos por las personas alérgicas. Y es que no solo en primavera aumentan la humedad y las lluvias, los ácaros se multiplican o repuntan las enfermedades virales. Con la caída de las hojas, este tormento continúa, empeorando incluso algunos de los síntomas propios de la enfermedad: enrojecimiento y picor en los ojos, sequedad en las mucosas nasales, rinitis, ojos llorosos o estornudos encadenados, entre otros.

Es aquí cuando entra en acción la alimentación, una herramienta de combate con la que reforzar nuestras defensas y hacer frente a esta oleada de síntomas que pueden acompañarte durante las primeras semanas del otoño.

Recomendaciones de los expertos

La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica publicaba hace algunas semanas una lista de recomendaciones para afrontar las alergias otoñales. Mantener la vivienda ventilada, lavar con frecuencia las sábanas o cambiar los filtros de la calefacción son solo algunas de ellas. Sin embargo, la alimentación ocupa un papel fundamental en dicho proceso.

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Antes de enumerar los ingredientes recomendados durante el tratamiento, es importante conocer cuáles son los tipos de alergias más frecuentes en otoño. Amparadas por los cambios estacionales anteriormente expuestos como, por ejemplo, la humedad y la bajada de las temperaturas, salen a relucir una serie de microorganismos y sustancias nocivas para la salud de los alérgicos.

El polen, los hongos, los ácaros e incluso las mascotas son los principales factores de riesgo

Hablamos del polen, que durante el otoño se limita a la familia de las chenopodiaceae y las cupresáceas, es decir, la maleza de los cultivos, las plantas de quinoa, acelgas o espinacas, y los cipreses, que comienzan su periodo de polinización. También de los hongos, cuyas esporas se introducen en las vías respiratorias; los ácaros, mucho más cercanos al paciente al pasar este más tiempo en casa por el frío; o incluso las mascotas, más concretamente al epitelio. Bajo esta premisa, ¿qué alimentos pueden frenar sus efectos sobre el organismo?

Los más indicados

  • Yogur. Este alimento contiene una serie de sustancias, conocidas como lactobacillus, bifidus y acidophilus, que son de gran ayuda a la hora de combatir las alergias otoñales ya que fortalecen nuestras defensas. Además, es rico en calcio y vitaminas A y B12, ideales para afrontar el día con energía y mejorar la flora intestinal.
  • Ajo. ¿Qué es la alicina? Se trata de un potente antiinflamatorio, presente en el ajo, que se utiliza para tratar el asma, la mala circulación y las enfermedades bacterianas. Eso sí, es muy importante tener en cuenta que los síntomas no desaparecerán, simplemente reducirá su impacto en la salud e impedirá que el aparato respiratorio padezca sus terribles efectos.
  • Cebolla. La cebolla comparte propiedades antibióticas y antiinflamatorias con el ajo, encargadas de proteger el organismo de las reacciones alérgicas y fortalecer el sistema inmunológico. Incluso mejora los síntomas de aquellos pacientes que sufren faringitis, laringitis o infecciones pulmonares.
  • Cúrcuma. La curcumina, ingrediente activo que le da nombre y color a esta famosa especia, tiene un fuerte poder antioxidante con acción antiinflamatoria. Al incluirla en la dieta habitual se notarán pronto sus beneficios, por ejemplo, a través de una cucharadita en polvo mezclada con leche.
  • Tomate. Por su parte, el tomate es un alimento que favorece notablemente las funciones del sistema inmunológico, gracias a su alto contenido en vitaminas C, B y E, que protegen el organismo de los ataques alérgenos que se encuentran en el aire. Además, también incluye polifenoles, que tienen un efecto protector.
  • Kiwi. Y siguiendo con la importancia de la vitamina C en una dieta contra las alergias otoñales, es imposible eludir la presencia del kiwi. Este es antioxidante, interviene en el funcionamiento del sistema inmunológico y reduce la incidencia y la gravedad de los síntomas de las infecciones del tracto respiratorio.
  • Lentejas. Ricas en ácido fólico, sodio, potasio y magnesio, e ideales para mejorar el sistema inmunológico. Especialmente cuando este recibe la influencia del frío y la lluvia, dos factores de riesgo para los alérgicos.
  • Té verde. Esta bebida milenaria siempre será un gran aliado. En este caso, su composición incluye galato de epigalocatequina, una sustancia capaz de bloquear cualquier receptor relacionado con la producción de la respuesta alérgica; sin olvidar sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias e inmunológicas.
  • Frutos secos. El magnesio es un oligoelemento que alivia los síntomas alérgicos y relaja la musculatura branquial lisa. ¿Dónde se encuentra? En los frutos secos, el aguacate, el plátano o el chocolate negro.
  • Nada de lácteos… Aunque en términos generales se trate de un grupo de alimentos de lo más saludable, para los alérgicos son un enemigo a batir –a excepción del yogur–. Estimulan la producción de mucosa y poseen grandes cantidades de araquidónico, un ácido graso cuya función es producir sustancias con acción inflamatoria.

Ya es hora de dejar atrás el calor del verano y dar la bienvenida al otoño, una época del año donde las temperaturas se vuelven menos intensas y la climatología da paso a una serie de procesos muy temidos por las personas alérgicas. Y es que no solo en primavera aumentan la humedad y las lluvias, los ácaros se multiplican o repuntan las enfermedades virales. Con la caída de las hojas, este tormento continúa, empeorando incluso algunos de los síntomas propios de la enfermedad: enrojecimiento y picor en los ojos, sequedad en las mucosas nasales, rinitis, ojos llorosos o estornudos encadenados, entre otros.

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