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Los alimentos que ayudan a tener un buen cabello (y a que no se caiga)
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POR UNA MELENA FUERTE Y SANA

Los alimentos que ayudan a tener un buen cabello (y a que no se caiga)

Una de las mayores preocupaciones estéticas, tanto en hombres como en mujeres, es la pérdida del pelo. Un problema que encuentra en determinados alimentos un aliado de suma eficacia

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¿Sabíais que nuestra melena está compuesta por unos 100.000 cabellos? ¿Y que cada uno de ellos tiene una vida limitada de entre dos y seis meses? Esto supone una pérdida de hasta el 15% en las distintas fases que componen nuestra existencia, que se traduce en unos 100 pelos al día. Las causas principales que motivan este suceso son la genética, que afecta sobre todo a los hombres; un trastorno conocido como pérdida difusa del cabello, mediante el cual este se hace más fino y deja ver la superficie del cuero cabelludo; o factores externos como el estrés, el envejecimiento, los cambios hormonales o los peinados demasiado tirantes.

Sin embargo, como ocurre con la mayoría de alteraciones que tienen lugar en el cuerpo humano, la caída del cabello está íntimamente ligada a la alimentación que siga el individuo en cuestión. Más concretamente, a la falta de nutrientes. “Una dieta desequilibrada, un régimen muy agresivo o los desórdenes alimenticios pueden conllevar un inadecuado suministro de nutrientes, que puede causar también pérdida de cabello. Un pelo fuerte y sano necesita vitamina A, hierro y proteínas, entre otros”, alertan desde Schwarzkopf, firma de cosmética capilar. Bajo esta premisa, ¿qué alimentos debemos incluir en nuestra dieta si queremos prevenir la pérdida de cabello anticipada?

Huevos

El huevo debe convertirse en uno de los mejores amigos de vuestra melena, pues no solo previene la caída gracias a su consumo, si lo aplicamos directamente en el pelo también comparte múltiples beneficios. Por ejemplo, al ser rico en proteínas, este alimento permite que el cabello crezca más fuerte al enriquecer el folículo piloso y evitar que se quiebre. Además, contiene vitamina B, biotina y zinc, una sal mineral que favorece el crecimiento del pelo, regula la secreción excesiva de grasa y retrasa la aparición de las canas.

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Sin embargo, tal y como hemos mencionado anteriormente, su uso en crudo actúa como un acondicionador natural que abrillanta y suaviza el cabello, aportándole un extra de salubridad.

Almejas

Uno de los síntomas más destacados de la falta de hierro es la caída del cabello, por tanto, para paliarla es importante consumir alimentos ricos en dicho nutriente como, por ejemplo, las almejas. Además, estas son ricas en otros minerales como el fósforo, el potasio, el calcio o el manganeso, fomentando así el correcto desarrollo de los huesos, los dientes y la masa muscular. Y, por si esto fuera poco, contienen vitamina B12 y ácidos grasos omega 3, lo que favorece la memoria y elimina el colesterol malo.

Zanahorias

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Además de mejorar la vista y estimular la formación de melanina, las zanahorias son perfectas para prevenir la caída del cabello. Esta cualidad es consecuencia de la presencia de betacaroteno y vitamina A en su composición, que promueven la producción de sebo saludable para el pelo y protegen el cuero cabelludo de los factores externos. Así lo ha demostrado la doctora Lizárraga, del Centre d’Ensenyament Superior de Nutrició i Dietètica, a través de un artículo.

Carnes rojas

Aunque la mayoría de nutricionistas aconsejan reducir el consumo de carne roja por el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares que conlleva, una de sus virtudes afecta directamente a nuestra preciada melena. Y es que la carne roja, más concretamente su alto índice de hierro, es fundamental para la oxigenación del cuero cabelludo y la pigmentación del cabello. Para aprovechar estas propiedades sin perjudicar nuestra salud, lo mejor es prepararla asada y no estofada, con el objetivo de eliminar las grasas.

Yogur griego

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Este suculento manjar posee la cantidad suficiente de vitaminas B5 y D para hacer que nuestro cabello intensifique su resistencia. Es decir, el consumo de yogur griego está vinculado a la salud del folículo piloso y su anclaje al cuero cabelludo. Si, además, combinamos sus beneficios con los de la avena -juntos forman uno de los desayunos más socorridos de los últimos años- los efectos se multiplican, pues este último ingrediente tiene una alta concentración de nutrientes esenciales, como los ácidos grasos poliinsaturados, que ayudan a que crezca más cantidad de pelo.

Frijoles

“Los granos, especialmente los frijoles, son una fuente baja en calorías y están llenos de proteína. Además, contienen fibra, vitaminas del complejo B, vitamina C, zinc y minerales que son esenciales para el crecimiento del cabello”, aseguran desde el portal médico Mejor con Salud. Así, si vuestro objetivo es mantener el cabello intacto el máximo tiempo posible, debéis añadir frijoles a vuestra dieta -frescos o secos- para aportarle los nutrientes necesarios para su crecimiento. Dicha cualidad también es propia de las habas, los garbanzos y las lentejas, entre otros.

Verduras de hoja verde

Las espinacas también son un alimento rico en hierro, uno de los mejores aliados del cabello. Además, los folatos, los betacarotenos y la vitamina B que forman parte de su composición mantienen los folículos pilosos sanos y la grasa del cuero cabelludo en perfecto estado. Afortunadamente, no es el único en cumplir con dicho cometido, las acelgas y las coles, o más bien la ferritina que ambas incluyen, contribuyen igualmente a mantener la melena sana y salva.

¿Sabíais que nuestra melena está compuesta por unos 100.000 cabellos? ¿Y que cada uno de ellos tiene una vida limitada de entre dos y seis meses? Esto supone una pérdida de hasta el 15% en las distintas fases que componen nuestra existencia, que se traduce en unos 100 pelos al día. Las causas principales que motivan este suceso son la genética, que afecta sobre todo a los hombres; un trastorno conocido como pérdida difusa del cabello, mediante el cual este se hace más fino y deja ver la superficie del cuero cabelludo; o factores externos como el estrés, el envejecimiento, los cambios hormonales o los peinados demasiado tirantes.

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