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Con esta dieta sí lograrás combatir el mal aliento
  1. Bienestar
afecta a una de cada dos personas

Con esta dieta sí lograrás combatir el mal aliento

Puede tener su origen en una enfermedad oral, infecciones del tracto respiratorio, una mala higiene bucal o el consumo de ciertos alimentos. Hay solución: planta cara a la halitosis

Foto: El mejor aliento. (iStock)
El mejor aliento. (iStock)

El mal aliento, conocido también como halitosis, es una de las afecciones que más reparo y vergüenza provoca en el paciente, y es que este se caracteriza por la aparición de un olor fuerte y desagradable en la boca. Una situación que, aunque parezca ajena, afecta a una de cada dos personas. En el 75% de las ocasiones, el mal aliento es consecuencia de un problema en la cavidad bucal como, por ejemplo, una mala higiene, el tabaco, algunos medicamentos que contribuyen a la sequedad de la boca, la existencia de heridas quirúrgicas tras una cirugía bucal o el consumo de ciertos alimentos.

“La descomposición de partículas de alimentos en los dientes y alrededor de ellos puede aumentar la cantidad de bacterias y causar un olor desagradable”, explican desde la célebre Clínica Mayo. Además, tras digerir los alimentos, estos "ingresan en el torrente sanguíneo, son transportados a los pulmones y afectan al aliento”, añaden. El ajo, el brócoli, la cebolla, los lácteos, el café, el zumo de piña, el rábano, el alcohol, las legumbres o el zumo de tomate son solo algunos de los ingredientes que debemos evitar si somos propensos al mal aliento.

La mitad de la población tiene mal aliento por factores diferentes a la alimentación y el consumo de tabaco

No obstante, la halitosis tiene detrás otros muchos orígenes. De hecho, “aproximadamente la mitad de la población sufre de mal aliento causado por factores diferentes a los alimentos, bebidas y cigarrillos”, aseguran desde Colgate. Es el caso de las infecciones en el tracto respiratorio, las áreas crípticas de las amígdalas, la enfermedad del reflujo, las úlceras estomacales u otras afecciones de carácter metabólico, hormonal o renal.

En cuanto al tratamiento, la opción más recomendada por los expertos, siempre y cuando se trate de un problema bucal, es el uso de enjuagues y dentífricos. Sin embargo, la alimentación no es solo uno de los factores que provocan este desagradable síntoma, sino también uno de sus remedios más eficaces. ¿Qué ingredientes podemos incluir en nuestra dieta para mantener a raya el mal aliento?

Propiedades antimicrobianas

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Foto: iStock.

Para actuar en el origen del problema, es decir, acabar con las bacterias que producen ese olor, lo mejor es consumir alimentos que posean propiedades antimicrobianas. Los antimicrobianos son sustancias naturales y orgánicas que inhiben el crecimiento de los microorganismos, y están presentes en productos de consumo diario como la canela, el comino, el tomillo y la cúrcuma. Otros ingredientes, más desconocidos, son el kava kava, una planta medicinal que reduce el estrés y la ansiedad; la mahonia, que se usa en el tratamiento de la psoriasis; y la salvia, ideal para aquellas personas que quieren adelgazar.

Estimular la producción de saliva

Tal y como hemos visto anteriormente, tener una boca seca aumenta las probabilidades de padecer halitosis. ¿El motivo? La saliva ayuda con la limpieza de la boca eliminando esas partículas que causan el mal olor. Afortunadamente, existen alimentos que estimulan su producción como, por ejemplo, los cítricos, la pimienta de cayena, la mantequilla o los quesos duros. De acuerdo a un estudio desarrollado por el International Center for Dental Excellence, estos derivados lácteos -especialmente el gouda o el parmesano- contrarrestan la acidez y aumentan la creación de saliva.

Clorofila

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Foto: iStock.

El efecto desodorizante de este pigmento ayuda a mitigar el mal aliento, al igual que la menta o la hierbabuena. El perejil, la alcachofa, los espárragos verdes, el aguacate, el kiwi, las espinacas o la lechuga son solo algunos de los alimentos que incluyen esta sustancia en su composición. No obstante, los expertos alertan que su consumo solo elimina el olor durante un tiempo prudencial, cualquier efecto superior no ha sido demostrado científicamente. Por ello, este es un remedio que complementa al resto.

Compuestos fenólicos

Estos compuestos orgánicos captan los gases y los transforman en sustancias solubles, disipando así aquellos que producen el mal aliento. Al tratarse de uno de los grandes grupos de micronutrientes presentes en el reino vegetal, siendo parte importante de la dieta humana, los alimentos que disfrutan de su presencia son también muy abundantes. Las hojas de té, los frutos secos con piel, el vino tinto, los derivados de la soja y frutas como los arándanos, las manzanas, las fresas y las naranjas poseen taninos y flavonoides, los compuestos fenólicos más generosos.

Otros remedios

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Además de los alimentos antes expuestos, existen otros muchos hábitos que favorecen el tratamiento contra la halitosis. Uno de los más efectivos es el consumo de abundante agua, pues una correcta hidratación también fomenta la secreción salival. Por otro lado, “estar en ayuno puede potenciar la halitosis. Saltarse una comida o seguir dietas hipocalóricas aumenta las probabilidades de tener mal aliento ya que no permites que la saliva -durante la masticación y deglución- realice su función natural de limpieza”, aseguran desde Halita, empresa que comercializa productos para combatir el mal aliento. Por lo tanto, también se recomienda comer con frecuencia.

Otros hábitos son lavarse los dientes después de comer, usar hilo dental, cepillarse la lengua, usar un cepillo de dientes nuevo con asiduidad o programar controles dentales regulares.

El mal aliento, conocido también como halitosis, es una de las afecciones que más reparo y vergüenza provoca en el paciente, y es que este se caracteriza por la aparición de un olor fuerte y desagradable en la boca. Una situación que, aunque parezca ajena, afecta a una de cada dos personas. En el 75% de las ocasiones, el mal aliento es consecuencia de un problema en la cavidad bucal como, por ejemplo, una mala higiene, el tabaco, algunos medicamentos que contribuyen a la sequedad de la boca, la existencia de heridas quirúrgicas tras una cirugía bucal o el consumo de ciertos alimentos.

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