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¿Te mareas al levantarte? Empieza a tomar menos sal
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¿Te mareas al levantarte? Empieza a tomar menos sal

Hasta ahora se pensaba que para combatir la hipotensión postural era conveniente aumentar los niveles de sodio, pero una nueva investigación afirma justo lo contrario

Foto: Ojo con la sal. (iStock)
Ojo con la sal. (iStock)

Hay pocas cosas tan molestas como ese mareo repentino al pasar de estar sentados a ponernos rápidamente de pie, que durante unos segundos nos obliga a pararnos y agarrarnos a algo con urgencia. Y nos ha pasado a todos alguna vez, si bien es más frecuente en las personas de mayor edad.

Este tipo de mareo, que lo especialistas llaman hipotensión ortostática o postural (caída de la presión arterial al sentarse después de haber estado largo tiempo tumbado o al levantarse después de estar sentado), puede provocar también visión borrosa, confusión o aturdimiento, debilidad y, en los casos más agudos, caídas o incluso desmayos. Normalmente es benigno y no requiere tratamiento especial, pero si se repite con frecuencia es conveniente consultar al médico para descartar posibles causas patológicas.

La dieta DASH funciona contra la hipertensión y evita los mareos producidos por hipotensión postural

Podemos poner en práctica algunos consejos para prevenirla o minimizar sus efectos, como no realizar estos cambios posturales de forma brusca, dormir semiincorporados o asegurarnos de tener algo con lo que sostenernos al ponernos de pie. Pero una investigación, publicada en 'Journal of Clinical Hypertension', ha encontrado un nuevo modo de combatir esta molestia y la clave está en la sal.

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Foto: iStock.

La ha llevado a cabo un equipo de investigadores dirigido por el doctor Stephen P. Juraschek, del Beth Israel Deaconess Medical Center de Boston. Y ha descubierto que, contrariamente a lo que se pensaba hasta ahora, para evitar estos mareos posturales hay que reducir el consumo de sodio y no aumentarlo. Para llegar a esta conclusión se ha analizado a un grupo de participantes seguidores de la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), creada en Estados Unidos a finales de los años 90 del pasado siglo con el fin de frenar la hipertensión. Estos participantes, hombres y mujeres con una media de edad de 48 años, tomaron entonces durante un mes distintas cantidades de sodio al día (1.500 mg, 2.300 mg y 3.300 mg). Se comprobó en su momento que este tipo de alimentación funciona eficazmente contra la hipertensión, por lo que sigue recomendándose para este fin por los especialistas.

La revisión de aquel análisis inicial ha puesto el foco en los mareos repentinos por hipotensión al cambiar de postura y ha comprobado que la ingesta de sodio en la dieta afectó a la aparición de estos mareos, si bien los efectos variaron según el tipo de alimentación. Entre los que siguieron la dieta DASH (un segundo grupo realizó una dieta de control, típicamente americana, también con los tres distintos niveles de sodio diarios), se comprobó que una mayor ingesta de sodio aumentó la prevalencia de los mareos, especialmente en los adultos menores de 60 años y en los que tenían exceso de peso corporal. En los participantes que siguieron la dieta de control, la ingesta de sodio no tuvo relevancia sobre el mareo.

El potasio, un mineral aliado

¿Por qué este efecto del sodio solo en la dieta DASH? El secreto está, según los científicos, en el potasio. Como indicó un estudio realizado por la Universidad de Medicina de Graz, en Austria, publicado en 'European Heart Journal', los niveles bajos de este mineral se han asociado con una mayor incidencia de hipotensión ortostática. Y la dieta DASH es especialmente rica en potasio.

"El sodio está muy extendido en nuestra alimentación, pero sus efectos son aún poco conocidos"

Según señala el doctor Juraschek, "los profesionales de la salud que recomiendan el sodio para evitar los síntomas ortostáticos ahora tienen evidencia de que en realidad podría empeorarlos. Este mineral está muy extendido en nuestra alimentación diaria, pero sus efectos son aún poco conocidos; y nuestro estudio revela la importancia de realizar más ensayos con los alimentos que tomamos a diario para que lleguemos a comprender mejor lo que constituye en realidad una dieta saludable".

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Foto: iStock.

Entonces, ¿cuál es el consumo de sal recomendado? ¿Y en qué consiste exactamente la dieta DASH? A la primera pregunta responde la Organización Mundial de la Salud, que aconseja no superar los 5 gramos de sal (donde se concentra el mayor aporte de sodio) diarios. Según la Fundación Española del Corazón, en nuestro país consumimos casi el doble, 9,8 gramos al día, y el problema no está solo en la que añadimos a nuestros guisos y ensaladas, sino en la que ya contienen los alimentos procesados, de donde viene entre el 70 y el 80% de la sal que consumimos diariamente. Primer consejo, por tanto, optar en mayor medida por los alimentos frescos y ante los procesados mirar concienzudamente las etiquetas para saber qué cantidad real de sal (y de otros ingredientes) estamos tomando.

Sí a frutas, verduras y cereales integrales

Respecto a la segunda pregunta, la dieta DASH es muy similar a nuestra dieta mediterránea y ha mostrado ser beneficiosa tanto para controlar la hipertensión como para reducir el colesterol, perder peso y disminuir el riesgo de padecer distintas enfermedades cardiovasculares. Indica consumir a diario (y en gran cantidad) frutas, verduras y cereales integrales; también optar por las grasas vegetales (exceptuando los aceites tropicales como el de palma o el de coco) frente a las saturadas y limitar al máximo el consumo de dulces y de bebidas azucaradas.

La cantidad de calorías que recomiendan sus creadores son de 2.000 al día para las mujeres de mediana edad que realizan una actividad física moderada y de 2.400 en el caso de los hombres en las mismas circunstancias. El ejercicio físico es acompañamiento indispensable de esta dieta para lograr unos resultados óptimos de la misma.

Hay pocas cosas tan molestas como ese mareo repentino al pasar de estar sentados a ponernos rápidamente de pie, que durante unos segundos nos obliga a pararnos y agarrarnos a algo con urgencia. Y nos ha pasado a todos alguna vez, si bien es más frecuente en las personas de mayor edad.

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