Así es como nos benefician los ácidos grasos omega 9
Han pasado siempre desapercibidos frente a los omega 3 y los omega 6, que lideran la mente del consumidor. Pero ¿qué aspectos debemos tener en cuenta con relación a su ingesta?
Prácticamente todo el mundo conoce a la perfección la existencia de los ácidos grasos omega 3, presentes en el pescado azul o los aceites vegetales, entre otros alimentos. Una fama más que justificada por sus increíbles beneficios para la salud, entre los que destacan la protección de la salud del corazón y la circulación sanguínea. Junto a ellos, pronto aparecieron también en la mente del consumidor los ácidos grasos omega 6, más concretamente dos de sus formas: el ácido linoleico y el araquidónico. Las nueces, el aguacate o la soja son algunos de los ingredientes que disfrutan de su riqueza y de las propiedades antiinflamatorias e inmunológicas que igualmente comparten con ellos.
Sin embargo, existe un tercer ácido graso en discordia que ha pasado inadvertido para la mayoría de consumidores, pero cuya relevancia se asemeja a la de sus parientes más cercanos. Hablamos de los ácidos grasos monoinsaturados omega 9. ¿El motivo? Quizás que, a diferencia del omega 3 y el omega 6, el organismo puede sintetizarlo y, por lo tanto, no es esencial. Pero ¿en qué consiste realmente dicho nutriente?
¿Qué es el ácido graso omega 9?
Tal y como acabamos de ver, los ácidos grasos omega 9 son también sumamente importantes para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, a pesar de no ser esenciales y que el organismo pueda fabricarlos por sí mismo. Al igual que ocurre con el omega 6, el omega 9 suele manifestarse a través de dos de sus formas más conocidas: el ácido oleico y el ácido erúcico. Al tratarse de una grasa monoinsaturada, significa que posee un doble enlace en su estructura química y, además, está presente en las membranas de las células y de los vasos sanguíneos. De ahí su relevancia a la hora de combatir el colesterol.
En términos generales, “se estima que un consumo adecuado de grasas omega 9 o grasas monoinsaturadas debería ser alrededor de un 15% de las calorías de la dieta diaria; es decir, 30 gramos para una dieta de 2.000 kcal o 6 cucharaditas de té de aceite de oliva, aproximadamente”, exponen en la enciclopedia educativa y colaborativa EcuRed. Esta cantidad cubre a la perfección las necesidades diarias recomendadas para el ser humano.
Los ácidos grasos omega 9 no son esenciales, pues el organismo es capaz de fabricarlos por sí mismo
¿Y cuáles son las fuentes dietéticas más importantes de ácidos grasos omega 9? El aceite de oliva virgen y otros aceites vegetales, como el de girasol o el de nuez, son los ingredientes que acaparan el mayor volumen de dicho nutriente. Aunque también se puede encontrar en cantidades considerables en frutos secos como las avellanas, los pistachos, las almendras, los anacardos o los cacahuetes. Así como en las nueces y las pipas de girasol, aunque en menor medida. Por último, las aceitunas y algunas frutas, especialmente los aguacates, también son una fuente de omega 9 a tener en cuenta. Asimismo, debemos saber que, al tener un grado de oxidación muy elevado -un rasgo propio de los ácidos grasos monoinsaturados-, debemos recurrir a ellos en su versión cruda, siempre que sea posible.
Eso sí, a pesar de ser productos muy beneficiosos para nuestro organismo, debemos recordar que una ingesta excesiva puede resultar contraproducente, ya que al tratarse de grasas es más fácil que el número de calorías diarias aumente sin apenas darnos cuenta. Bajo esta premisa, ¿qué propiedades disfrutaremos si incluimos este compuesto en nuestra dieta?
Beneficios de los ácidos grasos omega 9
Aunque se trate de una sustancia totalmente independiente, los beneficios de los ácidos grasos omega 9 están muy relacionados con los de los ácidos grasos esenciales que sí triunfan en el mercado. ¿Cuáles son?
- Al igual que sus semejantes, fortalece el aumento del colesterol bueno o HDL y reduce los niveles del colesterol malo o LDL. Esto se traduce en un menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, problemas de circulación, cardiopatías isquémicas o aterosclerosis.
- El cerebro humano está compuesto principalmente de grasas, por eso la calidad de aquellas que consumimos influye bastante en el devenir de la función cerebral. Así, una ingesta adecuada de ácidos grasos omega 9 puede combatir algunas enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, y calmar los estados de estrés y ansiedad.
- Por otro lado, este tipo de grasas mantiene los intestinos bien lubricados y mejora el tránsito intestinal, siendo de gran ayuda para aliviar problemas de carácter gastrointestinal como el estreñimiento, el reflujo u otros trastornos más importantes como la colitis ulcerosa o la diverticulitis.
- El omega 9 también es considerado un antiinflamatorio natural, siempre y cuando actúe en equilibrio con el omega 3 y el omega 6. Así, tiene el poder de acelerar la recuperación de la piel inflamada y los procesos de cicatrización, y aliviar el dolor de la artritis y el reuma, entre otras funciones.
- Al estar presente en las membranas de las células y los vasos sanguíneos, como hemos visto anteriormente, mejora el estado de aquellas personas que padecen hipertensión.
- Normalmente, los alimentos que incluyen estos ácidos grasos en su composición también son ricos en antioxidantes, por lo que suelen aportar su granito de arena contra el proceso de envejecimiento, previniendo el deterioro cognitivo, la elasticidad de la piel o la fragilidad capital, por ejemplo.
Prácticamente todo el mundo conoce a la perfección la existencia de los ácidos grasos omega 3, presentes en el pescado azul o los aceites vegetales, entre otros alimentos. Una fama más que justificada por sus increíbles beneficios para la salud, entre los que destacan la protección de la salud del corazón y la circulación sanguínea. Junto a ellos, pronto aparecieron también en la mente del consumidor los ácidos grasos omega 6, más concretamente dos de sus formas: el ácido linoleico y el araquidónico. Las nueces, el aguacate o la soja son algunos de los ingredientes que disfrutan de su riqueza y de las propiedades antiinflamatorias e inmunológicas que igualmente comparten con ellos.