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¿Sufres fascitis plantar? Conoce sus causas y los mejores alimentos
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¿Sufres fascitis plantar? Conoce sus causas y los mejores alimentos

Se trata de la banda de tejido elástica que se encuentra en la planta del pie y que se encarga de amortiguar el impacto que se produce cuando caminamos. Conoce los mejores alimentos

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Para aquellos que todavía no lo sepan, la fascitis plantar es la inflamación de la fascia plantar, una banda gruesa de tejido que se extiende desde el talón hasta los huesos que residen en la base de los dedos y cuya función principal es mantener la curvatura de la planta del pie y amortiguar el impacto que se produce al caminar. Por lo tanto, se trata de una afección muy común entre los deportistas, pues lo normal es que aparezca por un exceso de uso o sobrecarga, aunque también pueden estar detrás otros factores como usar zapatos inadecuados, una mala postura, un esguince mal curado, correr largas distancias, tener el tendón de Aquiles o aumentar de peso de forma repentina.

“La fascitis plantar se observa tanto en hombres como en mujeres. Esta es una de las dolencias ortopédicas más comunes del pie”, explica la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos a través de su portal MedlinePlus. De hecho, se cree que alrededor del 12% de la población sufrirá fascitis plantar en algún momento de su vida, de los cuales la mayoría suelen ser varones de más de 45 años y amantes del running. Afortunadamente, es una dolencia que suele desaparecer por sí sola en un tiempo máximo de un año, aunque cada caso es diferente. ¿Cuáles son los síntomas que la caracterizan?

Síntomas comunes de la fascitis plantar

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Como cabe esperar, los signos que más representan la fascitis plantar son el dolor y la rigidez en la parte posterior del talón. Unas molestias que suelen aparecer, sobre todo, después de hacer una actividad física intensa, al subir las escaleras, al practicar deporte o incluso a primera hora de la mañana, cuando damos nuestros primeros pasos. Además, pueden surgir otros síntomas más leves como enrojecimiento, hinchazón o una mayor sensibilidad en la zona afectada.

¿Y cómo se diagnostica la fascitis plantar? Lo normal es que nuestro médico de cabecera se base en un reconocimiento físico y nuestro historial clínico. Para determinar mejor el foco del problema, también suele indagar algunas cuestiones como la intensidad del dolor, dónde está ubicado, cuándo apareció por primera vez o si estamos practicando una nueva actividad física.

¿Cuál es el tratamiento habitual?

En este aspecto, la fisioterapia suele ser de gran ayuda, una terapia personalizada que alivie el dolor, aporte flexibilidad a los músculos, corrija el origen del problema y nos enseñe ejercicios y métodos de prevención para que la fascitis plantar no vuelva a aparecer. El tratamiento para la fascitis plantar también puede incluir crioterapia, aplicación de ultrasonido, la utilización de plantillas especiales para absorber aún más los impactos y reducir el dolor, el uso de férulas durante la noche o la aplicación de taping, un vendaje con esparadrapo adhesivo que disminuye la presión sobre la fascia plantar.

La fascia plantar mantiene la curvatura de la planta del pie y amortigua el impacto que se produce al caminar

“En caso de no conseguir resultados satisfactorios con las técnicas mencionadas arriba, podría considerarse la cirugía del pie como tratamiento para la fascitis plantar, aunque se corren algunos riesgos importantes y no siempre se consigue eliminar completamente el problema con la operación”, añaden desde Sanitas.

¿Y qué ocurre con la alimentación?

A pesar de lo que muchos puedan pensar, la alimentación también puede ser un complemento de lo más eficaz para calmar los síntomas de la fascitis plantar y acelerar su recuperación. Más concretamente, los ingredientes que forman parte de ella y que deben disfrutar de propiedades antiinflamatorias y analgésicas, entre otros nutrientes. Por ejemplo, la combinación de calcio y magnesio es muy recurrente, al prevenir el desarrollo de espolones calcáneos. Las almendras, las semillas de sésamo, las alubias blancas, las espinacas o los garbanzos son solo algunos de los alimentos ricos en dichas sustancias. ¿Qué otras opciones podemos incluir en la dieta para obtener estos beneficios?

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  • Cúrcuma. La curcumina, uno de los agentes activos de este producto, es famosa por sus propiedades analgésicas, capaces de reducir considerablemente la tensión y la inflamación de la fascitis plantar. Podemos recurrir a ella a través de infusiones o incluso por vía tópica.
  • Piña. En este caso, hablamos de la bromelina, un mineral que se encuentra de forma natural en la piña y que reduce la inflamación y el dolor gracias a su acción analgésica. Algunos expertos la comparan con el ibuprofeno.
  • Naranjas. Además de incluir calcio y vitamina C en su composición, la naranja posee metilsulfonilmetano, un compuesto sulfúrico que solo está presente en alimentos frescos y sin procesar y que puede reducir la inflamación y el dolor tanto en el pie como en el talón. Por su parte, la vitamina C es un poderoso antioxidante que tiene igualmente una acción antiinflamatoria.
  • Pimienta de cayena. Esta especia es muy útil para la fascitis plantar gracias a la capsaicina, un agente activo que actúa como analgésico natural, reduciendo la tensión muscular.
  • Jengibre. Como es bien sabido, esta raíz tan versátil posee una increíble acción antiinflamatoria que disminuye los síntomas que afectan a los tejidos del cuerpo humano. Al igual que la cúrcuma, se puede utilizar de forma tópica con paños húmedos o a través de una infusión.

Para aquellos que todavía no lo sepan, la fascitis plantar es la inflamación de la fascia plantar, una banda gruesa de tejido que se extiende desde el talón hasta los huesos que residen en la base de los dedos y cuya función principal es mantener la curvatura de la planta del pie y amortiguar el impacto que se produce al caminar. Por lo tanto, se trata de una afección muy común entre los deportistas, pues lo normal es que aparezca por un exceso de uso o sobrecarga, aunque también pueden estar detrás otros factores como usar zapatos inadecuados, una mala postura, un esguince mal curado, correr largas distancias, tener el tendón de Aquiles o aumentar de peso de forma repentina.

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