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La mitad de los pacientes con insuficiencia renal crónica están desnutridos
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Más de un solo peligro

La mitad de los pacientes con insuficiencia renal crónica están desnutridos

Es una enfermedad incurable que va a peor. Gran parte del tratamiento para retrasar la aparición de sus efectos consiste en la eliminación de alimentos, lo que puede desembocar en una malnutrición peligrosa

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La enfermedad renal crónica es mucho más común de lo que sospechamos: entre el 10 y el 12% de la población general -1 de cada 7 adultos- va a tenerla. Y la mayoría no lo sabe, porque los síntomas aparecen cuando la enfermedad ya está presente.

Para el investigador Juan Jesús Carrero, del Instituto Karolinska de Estocolmo, estas cifras suponen tanto un problema de salud pública de primera magnitud como de prevención primaria. “La manera de prevenir es realizar una analítica una vez al año de la creatinina en la sangre y la albuminuria en orina. Basta con ir al médico de cabecera a solicitarla, especialmente las personas de más de 60 años, las que tengan hipertensión, antecedentes cardiovasculares o diabetes. Y si los valores de estos parámetros están altos, deberá realizarse una analítica a los 3-6 meses. Si continúan elevados, deberán plantearse visitar al nefrólogo y posiblemente realizar cambios en el estilo de vida”, detalla.

"Cuando la enfermedad avanza, debe reducirse la cantidad de fruta y verdura porque tiene mucho potasio"

Porque, como explica, el riñón es indispensable para el metabolismo y la eliminación de todos los nutrientes que tenemos. Y si empieza a fallar, comienzan a acumularse a niveles tóxicos la sal, el potasio o el fósforo.

“Una de las maneras de cambiar el estilo de vida es comiendo menos proteínas, que se eliminan por el riñón. Debe tenerse en cuenta que, a medida que avanza la enfermedad renal crónica, la dieta es más difícil. El problema es que los servicios de Nefrología de los hospitales no prestan la suficiente atención a este aspecto porque no tienen recursos, la mayoría no tienen dietistas y le dan al paciente una lista de lo que no puede comer. Pero lo que hay que hacer es darle alternativas”, propone.

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Lamentablemente, la enfermedad renal crónica es un proceso irreversible. Pero se puede retrasar con una alimentación más saludable. Además, ayuda perder peso y hacer más ejercicio para compensar la pérdida de masa muscular que se asocia con este proceso.

“El problema es que, cuando acumulamos todas las toxinas que deberían eliminarse por la orina, se produce un estrés metabólico en el organismo, con inflamación persistente. Y los pacientes van perdiendo así poco a poco la fuerza muscular, aunque muchas veces no lo notan porque la grasa lo encubre.

Primera medida, reduce la sal

¿Cuál debería ser el primer consejo para los pacientes con enfermedad renal? Carrero recalca que es disminuir el consumo de sal para un mejor control de la tensión arterial. Se debe permanecer vigilante, porque el organismo dispone de numerosos mecanismos para compensar estos déficits. Y no se empieza a ver hasta que se alcanzan datos muy graves del filtrado glomerular, un parámetro de funcionamiento del riñón.

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“A partir de ese momento el organismo no puede compensar y debe reducirse la cantidad de fruta y verdura que se come, porque tiene mucho potasio. Y se come menos carne, para reducir la ingesta de proteína y fósforo. Y tampoco se come pescado. El resultado es que la dieta se empobrece de manera asombrosa, es difícil de sobrellevar y no es saludable: se calcula que la mitad de los pacientes están desnutridos. La clave es encontrar hábitos de vida saludable que puedan conciliarse, porque la manera no es suprimir elementos de la dieta, sino saber cuáles se pueden comer y cuáles no”, apunta el investigador, que ha participado en la jornada ‘Nutrición y ejercicio físico en el paciente con enfermedad renal crónica’, organizada por Nutricia Advanced Medical Nutrition.

Como reitera, el trabajo de los dietistas en este campo es fundamental, porque se debe acudir a ellos, que hagan un estudio de lo que se come realmente y establezcan un plan con alternativas saludables, “porque cuando la enfermedad avanza, suele reducirse la cantidad de frutas y verduras por miedo a ingerir mucho potasio”.

La enfermedad renal crónica es mucho más común de lo que sospechamos: entre el 10 y el 12% de la población general -1 de cada 7 adultos- va a tenerla. Y la mayoría no lo sabe, porque los síntomas aparecen cuando la enfermedad ya está presente.

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