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El secreto de que los españoles vivamos tanto está en nuestro intestino
  1. Bienestar
DESCUBRIENDO EL MICROBIOMA NACIONAL

El secreto de que los españoles vivamos tanto está en nuestro intestino

Arranca el Proyecto Microbioma Español para lograr un mapeo de los microorganismos que viven en el intestino de individuos sanos. Alimente ha hablado con su director

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Hubo un tiempo en que solo oíamos hablar de la flora intestinal cuando salían a relucir ciertos trastornos gastrointestinales. El problema se solventaba tomando yogur o, como mucho, un probiótico recomendado por el médico. Eso ya forma parte del pasado (más o menos reciente), porque con el siglo XXI llegó una explosión de investigaciones que demuestran que esos billones de bacterias que viven en el intestino se comportan como un órgano que regula procesos metabólicos (digestión y absorción de nutrientes), la síntesis de vitaminas (K, algunas del grupo B) o el desarrollo del sistema inmune.

Además, esas bacterias mantienen un equilibrio de fuerzas (‘buenas’ y ‘malas’) y cuando la balanza se inclina hacia uno de los lados puede pasar casi cualquier cosa que repercutirá en nuestra salud y bienestar, desde una diarrea hasta obesidad, diabetes, alteraciones cardiovasculares, depresión o esclerosis múltiple, por poner algunos ejemplos bien conocidos.

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El nombre de flora intestinal ha sido desplazado por el de microbiota (intestinal) y el interés se ha disparado entre científicos, compañías farmacéuticas, empresas de alimentación y hasta los gobiernos, que quieren desentrañar todos los secretos de este ‘órgano’, un descubrimiento que ayudará a afrontar algunas de las grandes amenazas para la salud de la población mundial (como la obesidad o la diabetes).

¿La composición del microbioma es igual en todas las personas? En líneas generales sí, pero tenemos una flora ‘personalizada’ en función de factores como la alimentación, el estilo de vida, los tratamientos con antibióticos, nuestros genes, etc, y a su vez compartimos buena parte de la composición bacteriana con nuestros paisanos; es decir, parece que hay una microbiota compartida.

En 2008, el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos puso en marcha el Proyecto Microbioma Humano (con un presupuesto de 115 millones de dólares) para identificar los microorganismos presentes el cuerpo de las personas (en la piel, nariz, boca, intestino y vagina) y conocer sus secuencias genéticas. La intención era probar que los cambios en el microbioma se relacionan con la salud humana. Canadá y Holanda también realizaron proyectos en esta línea. En todos los casos, los hallazgos se pusieron a disposición de la comunidad científica internacional.

Microbioma español

Ahora, verificar la existencia de un microbioma español y, además, hacer un mapeo de los microorganismos que viven en el intestino de individuos sanos es el objetivo de un proyecto que ha iniciado la Cátedra de la Universidad Complutense de Madrid-Central Lechera Asturiana de Formación en Nutrición y Educación para la Salud. “El estudio, con una duración de más de un año, se llevará a cabo a partir de las heces de 537 voluntarios sanos de ambos sexos, de edades comprendidas entre los 18 y 70 años y de todo el país” detalla el doctor Luis Collado, director de la cátedra.

Una vez recogidas las muestras, se enviarán a un laboratorio de análisis genético para secuenciar el gen 16RNA, que permitirá “hacer una clasificación del tipo de bacterias que hay (el DNI de los microorganismos). Es como el genoma humano, pero en flora intestinal”, añade el también coordinador del Proyecto Microbioma Español, que cuenta con la aprobación del Comité Ético de Investigación Clínica del Hospital Clínico San Carlos.

“El estudio se llevará a cabo a partir de las heces de 537 voluntarios sanos de ambos sexos, desde 18 a 70 años"

Los resultados ayudarán a entender la relación de la microbiota con ciertas enfermedades e ir hacia una nutrición y medicina personalizadas. Collado defiende que “un examen de heces revelará si existe predominio de un determinado tipo de bacterias y si esa composición predispone al desarrollo de algunas enfermedades”. Detectada la existencia de disbiosis, con una nutrición personalizada y la administración de probióticos y fármacos a medida quizá se pueda normalizar la microbiota y tratar la enfermedad.

La composición de la microbiota se mantiene más o menos estable a lo largo de la vida, aunque está sujeta a cambios puntuales inducidos por factores, entre los que sobresalen la dieta, el consumo de antibióticos y la edad. “Una de nuestras hipótesis de trabajo -explica Luis Collado- es que la dieta mediterránea (rica en frutas, pescados y aceite de oliva) influye en la composición de la microbiota y es diferente a la de otros países cuya alimentación es abundante en grasas e hidratos de carbono”.

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Los secretos

Puede que esa relación entre dieta mediterránea y microbiota esté detrás de que la tasa de mortalidad cardiovascular en España sea más baja que la de otros países o que las cifras obesidad, hipertensión y diabetes también sean menores. Estos secretos serán descubiertos cuando se complete el Proyecto Microbioma Español, aunque antes de que se inflame el orgullo patrio y saquemos pecho por la beneficiosa población bacteriana de nuestros intestinos, Luis Collado advierte: “Más que microbiomas de países concretos lo que hay son microbiomas de regiones, y en nuestro caso podría ser el de los países mediterráneos”. Tendremos que esperar más de un año para tener la respuesta.

Hubo un tiempo en que solo oíamos hablar de la flora intestinal cuando salían a relucir ciertos trastornos gastrointestinales. El problema se solventaba tomando yogur o, como mucho, un probiótico recomendado por el médico. Eso ya forma parte del pasado (más o menos reciente), porque con el siglo XXI llegó una explosión de investigaciones que demuestran que esos billones de bacterias que viven en el intestino se comportan como un órgano que regula procesos metabólicos (digestión y absorción de nutrientes), la síntesis de vitaminas (K, algunas del grupo B) o el desarrollo del sistema inmune.

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