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Hemorroides: causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento
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Hemorroides: causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

Las sufrimos en silencio, sí. Solo así se explica que casi uno de cada dos españoles tenga problemas con ellas... y que siga siendo un tabú del que casi nadie habla

Foto: Hemorroides. (Ilustración: Alexandra Nikolaeva)
Hemorroides. (Ilustración: Alexandra Nikolaeva)

Son un problema más frecuente de lo que se piensa. De hecho, cerca de la mitad de la población padece algún síntoma relacionado con ellas. Se trata de la patología proctológica más común. Hasta un 10% de los casos requiere cirugía.

¿Qué es?

Conocidas también como almorranas, son venas del canal anal que se dilatan debido a un proceso de inflamación. Las hemorroides ayudan a los esfínteres a formar una especie de válvulas para permanecer cerrados incluso con los aumentos de presión (como, por ejemplo, al estornudar). Están revestidas de una piel sensible y cuando se coagula la sangre causa hinchazón y dolor, un nodo duro azulado muy molesto, y solo sangran en caso de ruptura. Afectan sobre todo a personas de más de 30 años, si bien es cierto que la mitad de la población puede poseerlas desde su nacimiento sin que sea consciente de ello. Existen varios tipos y grados. Así, según su ubicación en el canal anal, las hemorroides se denominan externas (se forman fuera del ano) o internas. Dependiendo de su tamaño se clasifican por grados: uno (no sobresalen), dos (desaparecen espontáneamente), tres (se reintroducen manualmente) y cuatro (más grandes y permanentes).

¿Cuáles son sus causas?

Son variadas y van desde el padecimiento de insuficiencia cardiaca, estreñimiento, diarrea crónica, embarazos o antecedentes familiares. Asimismo, influye significativamente el tipo de dieta: (el uso de especias, picantes, consumo de alcohol y baja ingesta de fibra), llevar una vida sedentaria, padecer obesidad e, incluso, una mala postura en la defecación.

¿Cuáles son los principales síntomas?

Dolor al defecar, picor, sangre en las heces o en el papel higiénico, dificultad para ir al baño, inflamación o bulto alrededor del ano.

¿Cómo se diagnostica?

Los síntomas son los que van a permitir su diagnóstico en la mayoría de los casos. También se puede indicar la realización de un tacto rectal o la visualización con una cámara en la zona del ano (proctoscopia) y del recto (rectoscopia) No obstante, es importante cuando existe sangrado que se descarte la existencia de un cáncer colorrectal, por lo que el especialista puede recomendar una colonoscopia.

¿Cuál es el tratamiento?

En buena parte de los casos, cuando el dolor y la inflamación son leves, se suele recurrir a medidas sencillas como cambios de estilo de vida (aumento del consumo de fibra), tratamientos tópicos, baños calientes de asientos con regularidad, mantener la zona limpia, aplicar frío y tomar analgésicos. Si existe un coágulo doloroso (trombosis) dentro de una hemorroide externa, el médico puede extraerlo con una simple incisión y drenarlo, lo que puede proporcionar un alivio instantáneo. Este procedimiento es más efectivo si se realiza dentro de las 72 horas de que se haya formado el coágulo. Si la almorrana es sangrante y dolorosa, se puede hacer una ligadura con banda elástica (colocar dos bandas elásticas diminutas alrededor de la base de una hemorroide interna para cortarle la circulación y así se seque) o usar otros métodos como la escleroterapia (infección de solución química) o la coagulación con calor, rayo láser o infrarrojo. La cirugía se requerirá cuando todos los tratamientos anteriores hayan fracasado.

Pautas dietéticas

Es importante aumentar el consumo de fibra diario con alto contenido en verduras, frutas, cereales y panes integrales y legumbres. Asimismo, se debe evitar el exceso de sal y picantes o el consumo de café y alcohol. Hay que aumentar la ingesta de agua y el uso de aceite de oliva. Si el médico lo recomienda, se puede añadir a la dieta suplementos laxantes como el salvado de trigo o el de avena. También se recomienda la ingesta elevada de flavonoides: bayas (moras, arándanos, uvas y cerezas), frutos secos (pistachos, nueces o castañas) y frutas (limones, naranjas, ciruelas o plátanos).

Son un problema más frecuente de lo que se piensa. De hecho, cerca de la mitad de la población padece algún síntoma relacionado con ellas. Se trata de la patología proctológica más común. Hasta un 10% de los casos requiere cirugía.