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Por qué cenar dos horas antes de dormir reduce el riesgo de cáncer
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UN HÁBITO MUY SALUDABLE

Por qué cenar dos horas antes de dormir reduce el riesgo de cáncer

El Instituto de Salud Global de Barcelona destaca la relación de los horarios de las comidas y del sueño con un mayor riesgo de contraer enfermedades tan graves como el cáncer de mama o de próstata

Foto: Una larga vida. (iStock)
Una larga vida. (iStock)

Al igual que con el resto de enfermedades, la alimentación es un factor clave a la hora de aumentar o disminuir el riesgo de padecer cáncer. Tal y como el Instituto Nacional del Cáncer ha alertado durante décadas, son muchos los aditivos, nutrientes y otros componentes de la dieta que poseen una vinculación directa con las células cancerosas que pueden desarrollarse en el organismo. El alcohol, los edulcorantes artificiales, el fluoruro o la carne cocinada a altas temperaturas son solo algunos de ellos. Sin embargo, existen otros hábitos mucho más comunes y superficiales que, al parecer, cumplen la misma función en este temido proceso como, por ejemplo, el horario de las comidas y la rutina de sueño.

La hora de la cena, un elemento clave

Cenar a una hora temprana o dejar un intervalo de al menos dos horas antes de irse a la cama está asociado a un menor riesgo de padecer cáncer, más concretamente de mama y de próstata, según el último estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona. "La evidencia reciente en estudios experimentales indica que el momento de comer es importante y muestra que hacerlo en horas tardías afecta a la salud", señala el investigador del ISGlobal Manolis Kogevinas, cabeza de la investigación.

La muestra seleccionada, compuesta por 872 hombres y 1.321 mujeres elegidos al azar en centros de salud primaria de diferentes puntos de España, fue evaluada junto a casi 2.000 casos diferentes de dichas enfermedades con el objetivo de determinar la influencia de los horarios de comida, el sueño, las variaciones cardiacas o los hábitos de alimentación en la prevención del cáncer. ¿El resultado? "Nuestro estudio concluye que seguir patrones diurnos de alimentación se asocia con menos riesgo de cáncer", resume Kogevinas en la publicación emitida por la revista ‘International Journal of Cancer’.

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Foto: iStock.

Según el equipo responsable, las personas que cenan antes de las 21:00 horas tienen cerca de un 20% menos de posibilidades de padecer cáncer de mama o de próstata, en comparación con aquellas que lo hacen después de las 22:00 horas o que se acuestan inmediatamente después de haber ingerido la comida. Pero ¿cómo es esto posible? Dora Romanguera, coautora de la investigación, cree que todavía se necesitan “más estudios con humanos para entender las razones que se encuentran tras estos resultados, pero todo parece indicar que el horario del sueño afecta a nuestra capacidad para metabolizar los alimentos. De hecho, las evidencias alcanzadas con modelos animales han demostrado que el horario de la ingesta de alimentos tiene profundas implicaciones sobre el metabolismo de los alimentos y la salud”. ¿Qué otros beneficios aporta a nuestro organismo esta costumbre?

La importancia de cenar temprano

Aunque ahora se haya descubierto esta conexión, el momento adecuado para comer siempre ha estado en el punto de mira de médicos y nutricionistas. Por ejemplo, la revista 'Science' publicó hace unos años los resultados de un estudio desarrollado por la Universidad Estatal de San Diego y el Instituto Salk para Estudios Biológicos que añadía a las ventajas de este hábito la reducción del riesgo cardiovascular y el envejecimiento. Todo gracias a la restricción de la dieta que llevan a cabo las moscas de la fruta a determinadas horas, principal fuente de la investigación.

Está comprobado que seguir patrones diurnos de alimentación se asocia con menos riesgo de cáncer

Por su parte, otros trabajos similares destacan su influencia sobre la calidad del sueño, la prevención de enfermedades metabólicas, el control de peso, la mejora del rendimiento del sistema digestivo y el aumento del nivel de triglicéridos. Sin mencionar la ritmonutrición. La cronobiología, una ciencia que estudia los ritmos biológicos, y la ritmonutrición defienden el aporte de nutrientes al organismo “en el momento preciso en que más lo necesite o tenga el mayor impacto sobre nuestra fisiología. [...] Por ejemplo, somos conscientes de que los alimentos ricos en el aminoácido tirosina son más apropiados por la mañana y que los alimentos ricos en triptófano deben ingerirse por la tarde-noche”, explican desde Neolife Medical Group.

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Foto: iStock.

Para aquellos que todavía no lo sepan, el triptófano es un aminoácido esencial que se obtiene exclusivamente del consumo de alimentos ricos en proteínas. Destaca por los numerosos nutrientes vitales que le acompañan y su participación en el buen funcionamiento del organismo. Entre otras cualidades, el triptófano es el mayor antidepresivo natural del planeta, provoca que el cuerpo genere sus propias proteínas y reduce la ansiedad y la tensión arterial.

Dentro de este grupo exclusivo de alimentos encontramos el pescado azul, los frutos secos, los huevos, las legumbres, los cereales integrales, los lácteos y sus derivados, el chocolate o frutas y verduras como la piña, el plátano, las espinacas, las ciruelas, el apio, la zanahoria o el aguacate.

Al igual que con el resto de enfermedades, la alimentación es un factor clave a la hora de aumentar o disminuir el riesgo de padecer cáncer. Tal y como el Instituto Nacional del Cáncer ha alertado durante décadas, son muchos los aditivos, nutrientes y otros componentes de la dieta que poseen una vinculación directa con las células cancerosas que pueden desarrollarse en el organismo. El alcohol, los edulcorantes artificiales, el fluoruro o la carne cocinada a altas temperaturas son solo algunos de ellos. Sin embargo, existen otros hábitos mucho más comunes y superficiales que, al parecer, cumplen la misma función en este temido proceso como, por ejemplo, el horario de las comidas y la rutina de sueño.

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