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¿Un probiótico para proteger el intestino de la aspirina?
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Enfermedades digestivas

¿Un probiótico para proteger el intestino de la aspirina?

Este famoso medicamento es un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) muy eficaz, pero su uso se asocia con riesgo de hemorragias, un peligro que podría reducirse tomando bifidobacterias

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Durante décadas, la aspirina ha sido el 'fondo de botiquín' en millones de hogares del mundo, y no es de extrañar, porque a su eficacia contra muchos de los dolores más frecuentes (cefaleas, articulares o musculares) se han sumado sus propiedades preventivas frente a algunos tipos de cáncer, sobre todo colorrectal, y ataques cardiacos o ictus.

Sin embargo, el alto riesgo de hemorragia asociado al consumo de aspirina es motivo suficiente para pensarse dos veces si la potencial protección que ofrece este fármaco supera a los riesgos. Hace dos años, la revista 'The Lancet' publicó un estudio de un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford que advertía de que el peligro de hemorragia grave se dispara en mayores de 75 años, y ese peligro es el que llevó a la American Heart Association a hacer público hace unos meses su recomendación de evitar el consumo de aspirina para prevenir ataques cardiacos.

"Hoy por hoy no tenemos nada que proteja al intestino delgado"

Con todo, la aspirina sigue teniendo sus indicaciones en determinados grupos de pacientes, especialmente para prevención cardiovascular, por lo que minimizar riesgos es prioritario. Uno de los efectos del ácido acetilsalicílico es la erosión de la mucosa gastrointestinal, que puede pasar inadvertida para el paciente. La doctora Cristina Garfia, del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Doce de Octubre, de Madrid, confirma que "es frecuente que una persona que toma dosis bajas de aspirina no tenga ningún síntoma digestivo, pero al hacer una endoscopia encontramos en muchos casos que, efectivamente, la mucosa está erosionada".

Para proteger la mucosa gastrointestinal del efecto de la aspirina, el fármaco aceptado por los especialistas es un inhibidor de la bomba de protones, pero "protege la parte alta del sistema digestivo y no llega al intestino delgado", explica García. Así es que "hoy por hoy, no tenemos nada para proteger al intestino delgado", admite.

Pero ¿y si un probiótico pudiera hacer algo en este sentido? Un grupo investigador de la Universidad de Cork (Irlanda) en colaboración con las compañías Clinical Microbiomics and Chr. Hansen han encontrado un candidato; se trata una cepa de Bifidobacterium, concretamente, la B. breveBif195, un hallazgo que se ha comunicado en Gut Microbiota for Health. Clodagh Murphy, coautora del trabajo, asegura que "existe una evidencia preclínica experimental sobre el papel de las bifidobacterias en la protección contra las úlceras causadas por los antiinflamatorios y para reducir la inflamación del colon".

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Los autores se propusieron comprobar la eficacia del probiótico B. breveBif195 contra las úlceras inducidas por aspirina. Para ello, reclutaron a 65 voluntarios sanos a los que administraron durante seis semanas 300 mg de aspirina y, al azar, cápsulas del probiótico o placebo. Examinaron el intestino mediante cápsula endoscópica y comprobaron que 22 personas tenían daños en la mucosa. También estudiaron las heces y verificaron que el probiótico no alteró la composición de la microbiota.

Para los autores, este trabajo demuestra los beneficios a corto plazo del probiótico B. breveBif195 para reducir el daño intestinal relacionado con la aspirina, aunque, antes de recomendar su uso sistemático con intención preventiva, "es preciso explorar los beneficios a largo plazo".

Miguel Aganzo, nutricionista del Hospital Rey Juan Carlos y Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, confirma que los Bifidobacterium y los Lactobacillus son los probióticos sobre los que existen evidencias de que protegen la mucosa gastrointestinal, pero "solo lo hacen unas cepas concretas. No valen todos los Bifidobacterium", destaca. Un punto a favor del probiótico del trabajo irlandés es que no altera, teóricamente, la microbiota de los individuos.

Aganzo opina que lo resaltable del trabajo es que "los autores defienden que no hace falta cambiar la microbiota para obtener un beneficio en la salud", aunque "que crezca B.breve Bif195 impide que crezcan otras bacterias, y eso tal vez puede tener repercusiones a largo plazo".

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El nutricionista considera que es muy prematuro asegurar que el probiótico estudiado vaya a ser la solución para prevenir el daño causado por aspirina en la mucosa intestinal y también duda de que tomar el probiótico no altere la composición de la microbiota del individuo ni tampoco sugiere que vaya a tener consecuencias negativas para la salud.

Aun así, es inevitable intentar trasladar estos hallazgos a la práctica, y con mucha cautela, el experto admite que se podría intentar prevenir el daño de la mucosa intestinal con este probiótico, aunque, insiste, "son resultados muy preliminares".

La especialista en aparato digestivo también es prudente: "Hoy por hoy, no podemos garantizar que un probiótico vaya a prevenir la lesión, faltan trabajos científicos que lo avalen", aunque una vez hecha esta aclaración, "sí se podría intentar evitar los inconvenientes de la aspirina con un probiótico porque no tenemos nada con que proteger la mucosa del intestino delgado".

Durante décadas, la aspirina ha sido el 'fondo de botiquín' en millones de hogares del mundo, y no es de extrañar, porque a su eficacia contra muchos de los dolores más frecuentes (cefaleas, articulares o musculares) se han sumado sus propiedades preventivas frente a algunos tipos de cáncer, sobre todo colorrectal, y ataques cardiacos o ictus.

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