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Modificar la microbiota podría acabar con los efectos de la 'quimio'
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Consecuencias cerebrales

Modificar la microbiota podría acabar con los efectos de la 'quimio'

Por primera vez un estudio sugiere la posibilidad de que la regulación de las bacterias intestinales no solo calme las náuseas y la diarrea, sino que reduzca los problemas de memoria y concentración ligados a este tratamiento del cáncer

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Llegó de la mano del gas mostaza y se ha convertido en una de las herramientas terapéuticas más empleadas en el tratamiento contra el cáncer y engloba una gran variedad de fármacos. Se trata de la quimioterapia. Como aclara la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), “su objetivo es destruir las células que componen el tumor, con el fin de lograr la reducción de la enfermedad. A los fármacos empleados en este tipo de tratamiento se les denomina fármacos antineoplásicos o quimioterápicos”.

"Modificar la microbiota podría paliar los problemas de memoria y concentración que causa la quimio"

El cáncer es la segunda causa de muerte en el mundo, a pesar de que los tratamientos son cada día más avanzados. En este escenario, ha irrumpido también la microbiota. El equilibrio de las bacterias que componen nuestro organismo ayuda a tolerar mejor los efectos secundarios de los tratamientos y, por otra parte, también puede modular la eficacia de la terapia.

Ahora, una nueva investigación acaba de constatar varias reacciones simultáneas en ratones que recibieron un medicamento de quimioterapia común: sus bacterias y tejidos intestinales cambiaron, su sangre y cerebro mostraron signos de inflamación, y sus comportamientos sugirieron que estaban fatigados y con deterioro cognitivo.

Este es el primer ensayo que muestra estos eventos combinados en el contexto de la quimioterapia, y abre la puerta a la posibilidad de que la regulación de las bacterias intestinales no solo pueda calmar los efectos secundarios comunes de la quimioterapia como las náuseas y la diarrea, sino que también disminuya potencialmente los problemas de memoria y concentración de muchos supervivientes de cáncer.

En diarrea y náuseas

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Ensayos anteriores han demostrado que los probióticos son efectivos contra la diarrea inducida por quimioterapia. Una revisión de la Cochrane de 12 estudios con 1.554 pacientes constató que “la diarrea es uno de los efectos adversos más comunes y problemáticos relacionados con la quimioterapia o la radioterapia en personas con cáncer. Su incidencia es alta (del 50% a 80%). La diarrea severa relacionada con el tratamiento puede provocar pérdidas de líquidos y electrolitos y deficiencias nutricionales, y podría afectar negativamente a la calidad de vida”.

También se asocia “con un mayor riesgo de infección en personas con neutropenia (niveles muy bajos de glóbulos blancos) debido a la terapia contra el cáncer y, a menudo, conduce a retrasos en el tratamiento, reducciones de dosis o interrupción de la terapia. Los probióticos pueden ser efectivos para prevenir o tratar la diarrea inducida por quimioterapia o radioterapia”, se insiste en el ensayo.

Intestino y cerebro

Los científicos del nuevo estudio, liderados por L.M. Pyter, de la Universidad de Ohio, reconocen: “Se necesita más investigación para comprender mejor cómo el intestino modificado por la quimio influye en el cerebro de tal forma que puede tener un impacto en el comportamiento”.

El mismo laboratorio de la Universidad Estatal de Ohio continúa con estudios en ratones para evaluar la relación y realizar un ensayo clínico paralelo en pacientes con cáncer de mama.

En su artículo, publicado en 'Scientific Reports', los investigadores recuerdan que “la ‘quimio’ afecta negativamente al sistema nervioso e inmune y altera la función gastrointestinal y la composición microbiana. Fuera del campo del cáncer, las alteraciones en las bacterias comensales y la función inmune se han implicado en déficits de comportamiento. Sin embargo, aún no se conoce el grado en que los cambios intestinales están relacionados con las comorbilidades conductuales asociadas a la quimioterapia”.

"Esta es la primera vez que alguien investiga este campo para comprobar si hay un vínculo entre los síntomas intestinales y los síntomas cerebrales asociados con la quimioterapia", comenta la autora principal, Leah Pyter. "Se han realizado estudios en humanos que indican que la quimioterapia altera los microbios en el intestino, y nuestro estudio en ratones obtuvo resultados similares", añade.

"Pudimos ver que hay cambios cerebrales al mismo tiempo que los cambios intestinales. También observamos la inflamación y, sí, todos estas modificaciones suceden al mismo tiempo. Así que hay correlaciones y ahora estamos buscando en la causalidad", continúa.

Para este estudio, los investigadores escogieron a ratones hembras que recibieron seis inyecciones del medicamento de quimioterapia paclitaxel y un grupo control de ratones que recibió inyecciones de placebo. En comparación con los controles, los ratones tratados perdieron peso y mostraron signos de fatiga, y su rendimiento en las pruebas sugirió que tenían pérdida de memoria.

El intestino, la sangre y los cerebros de los animales tratados también se vieron afectados de formas no vistas en los ratones de control. La mezcla de bacterias en el microbioma intestinal cambió y el tejido que recubre el colon se extendió de manera anormal. Las proteínas específicas estaban presentes en la sangre circulante y el cerebro, junto con las células inmunes activadas en el mismo, todo lo cual indica que el sistema inmunitario estaba ocupado produciendo una respuesta inflamatoria en todo el organismo.

'Niebla mental'

La secuencia de eventos sugirió que todos estos cambios fisiológicos estaban relacionados: el intestino mostraba signos de permeabilidad, lo que significa que fragmentos de bacterias podrían escaparse de las uniones estrechas del mismo, un hecho que desencadena un ataque del sistema inmunitario. Cuando el cerebro detecta a través de la sangre y las señales neuronales que las defensas están activas, el cerebro responde con su propia inflamación. Y esta es la culpable de los síntomas de 'niebla mental' conocidos como quimioterapia cerebral.

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El equipo de Pyter probó todos los datos en busca de asociaciones y encontró las correlaciones más fuertes entre los cambios en los microbios intestinales y en el revestimiento del colon y la activación de las células inmunes llamadas microglia en el cerebro.

"Cada vez que la quimioterapia redujo las bacterias en el intestino, esa disminución se correlacionó con estas células en el cerebro", señalan los investigadores. "La confirmación de estas conexiones podría conducir a intervenciones para pacientes con cáncer, ya sean estrategias dietéticas como probióticos o prebióticos, o posiblemente un trasplante fecal, para promover bacterias y afecciones en el intestino que protegen al cerebro de la inflamación, lo que debería reducir los síntomas de la quimioterapia cerebral", apostillan.

"Este es solo el primer paso para tratar de abordar el concepto para ver si estos duros efectos intestinales de la quimioterapia tienen algo que ver con la quimioterapia cerebral. Y parece que tiene potencial", ha insistido L.M. Pyter.

Llegó de la mano del gas mostaza y se ha convertido en una de las herramientas terapéuticas más empleadas en el tratamiento contra el cáncer y engloba una gran variedad de fármacos. Se trata de la quimioterapia. Como aclara la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), “su objetivo es destruir las células que componen el tumor, con el fin de lograr la reducción de la enfermedad. A los fármacos empleados en este tipo de tratamiento se les denomina fármacos antineoplásicos o quimioterápicos”.

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