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Así es como influye realmente la genética en nuestro organismo
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Respuesta a la comida

Así es como influye realmente la genética en nuestro organismo

Cada vez existen más alternativas alimentarias y más productos en el mercado, lo que hace que sea más difícil controlar nuestros impulsos. Además de lo que comemos, en el peso corporal intervienen otros factores

Foto: Foto: Unsplash/@ellaolsson.
Foto: Unsplash/@ellaolsson.

Desde el Instituto de Nutrigenómica afirman que “nuestros genes influyen en las preferencias alimentarias y tolerancias. Además de esto, ahora también estamos empezando a comprender cómo los componentes de la dieta influyen en la expresión de genes que modulan nuestra respuesta fisiológica a los alimentos que comemos. Muchos alimentos ahora están identificados con beneficios directos para la salud, además de su valor nutricional”.

Así que, se podría decir, que nuestros genes influyen en nuestra alimentación, por ejemplo teniendo una cierta predisposición por el dulce o por el salado. Según el estudio 'Genetics of Eating Behavior: Established and Emerging Concepts', publicado en 'Nutrition Reviews', “el comportamiento alimentario es un rasgo complejo con influencias genéticas y ambientales”. Este trabajo concluye, entre otras cosas, que “las personas con una variante TAS2R38 asociada con un sabor amargo mejorado pueden recibir asesoramiento para seleccionar alimentos saludables que sean más sabrosos o recibir instrucciones sobre los métodos de preparación de alimentos para hacer que los vegetales amargos sean más sabrosos”.

“Engordo fácilmente comiendo poco”, más mito que realidad

El doctor Antonio Mas, especialista en Endocrinología y Nutrición, asegura que “no podemos tratar a la genética y al metabolismo como factores equivalentes. El metabolismo depende de la genética, es un mediador. La genética determina el peso corporal, pero no solo por el metabolismo. Es decir, no es que nuestros genes influyan en nuestro peso haciendo que gastemos más o menos energía, que también, sino que el peso también viene determinado, por ejemplo, por nuestra conducta. Así, si tienes unos genes que te hacen ser propenso a comer con impulsividad, en el medio en el que vivimos -rodeados de comida-, seguramente determinen que tu peso corporal sea alto”.

Microbioma

Y añade: “Lo mismo va a pasar con el microbioma. Se sabe que las bacterias, en cierta manera, pueden influir en nuestros gustos. Entonces, seguramente, un microbioma que te haga preferir el McDonald's te va a llevar a engordar. Por último, el gasto energético de las personas para un determinado tamaño y actividad suele ser bastante similar, con lo cual viene determinado más por otros factores de conducta que por el propio metabolismo”, apunta el experto. “Es cierto que una cantidad de comida concreta tendrá distintos efectos en diferentes personas, pero en que a ti te engorde o no una comida influye tu constitución. Podemos decir que un plato es grande para una mujer de 60 años que mide metro y medio, pero seguramente ese mismo plato para un chico de 16 años que mida 1,90 es un plato pequeño”.

Entonces, continúa, “¿tiene esa mujer facilidad para engordar comiendo poco? No, por supuesto que no. Lo que pasa es que ese plato para ella es grande y para un chaval de 16 años es pequeño. Aquí tenemos el primer factor que puede distorsionar nuestra percepción, hacemos raciones relativamente fijas y pensamos que deberían engordar lo mismo. Otro elemento de distorsión es comer pocas cantidades de alimentos muy densos calóricamente y otro elemento destacable es la acumulación; es decir, comer un poco más cada día durante varios años te impide ver que estás comiendo en exceso, pero la acumulación a lo largo del tiempo acaba influyendo en tu peso dándote la sensación de que en realidad no estás comiendo tanto".

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Foto: Unsplash/@ellaolsson.

“El funcionamiento tampoco es lineal, habrá gente que tenga tendencia a aumentar un poquito más de peso y quien tienda a aumentar un poquito menos con las mismas calorías. Igualmente habrá personas que ganen más peso comiendo hidratos, sobre todo las que presenten resistencia a la insulina, y otras tendrán tendencia a aumentar más peso con grasa. Hay gente que subsiste mejor que otra, pero nadie comiendo poco, al final es una cuestión de termodinámica. Y esto es algo que se ha comprobado en experimentos tanto en laboratorios como en la naturaleza, en campos de concentración o en situaciones de hambruna. Obviamente, la termodinámica se puede regular metabólicamente y que una persona aproveche mejor 100 calorías que otra, pero al final el aumento de peso en una determinada persona al consumir determinadas calorías es relativamente previsible”, concluye.

Entonces, ¿tenemos el control absoluto sobre nuestro peso? El endocrino no lo duda: “Por supuesto que no es tan fácil. De hecho, incluso aunque tuviéramos el control completo de nuestra dieta, algo que no es así, ni siquiera podríamos controlar el peso al cien por cien, aunque sí que estaríamos muy cerca de lograrlo. El problema es que no somos libres para elegir la dieta que queremos totalmente por el ambiente obesogénico en el que vivimos. Somos animales preparados genéticamente para no desnutrirnos, nuestro instinto más profundo, nuestra conducta está preparada para, una vez que vemos comida, consumirla. Con lo cual, si a alguien, con ese paquete de genes que lleva, además le impulsas a comer y le pones en un medio ambiente con muchísima comida, que además es apetecible, sabrosa y palatable (una habilidad artificial de los productos ultraprocesados que nos resulta irresistible), aumentará de peso”.

Organización y ‘real food’

Mas ofrece algunos consejos para aquellas personas que quieran ser conscientes de lo que comen: “Debemos asumir que vamos a contracorriente y que tendremos que luchar contra el entorno. A partir de aquí, sabiendo que el entorno nos lo va a poner difícil, se trataría de empezar a detectar las pequeñas barreras que se cruzan en nuestra rutina diaria para comer mejor y planificar una dieta teniendo en cuenta que hay que saltar estas barreras”.

placeholder Foto: Unsplash/@danielcgold.
Foto: Unsplash/@danielcgold.

“En un momento de debilidad debemos planificar una alternativa. Si sabemos que estamos hartos de comer tanta ensalada, nuestra barrera será que nos faltan recursos en la cocina y debemos buscar más recetas. Quizá el problema es que no tenemos tiempo. Eso también es una gran barrera, así que hay que hacer ‘batch cooking’, preparar diez platos de golpe para que luego no te falte tiempo para tener tus platos saludables a mano. En definitiva, se trata de detectar qué barreras irrumpen en tu vida que te impiden seguir la dieta que quieres seguir. Y una vez identificadas esas barreras, poner soluciones específicas”, explica.

El endocrinólogo revela dos consejos genéricos que están muy de moda y que "pongo en práctica en consulta con éxito". El primero es comer comida real, el famoso Real Food, que simplemente consiste en evitar procesados. "Con esto ya nos vamos a quitar una gran barrera". El segundo consejo es, simplemente, una herramienta para organizarte el menú del día que es el método del plato. "Básicamente consiste en coger el plato y dividirlo en dos partes; una mitad ha de estar llena de verdura y la otra mitad la dividimos en dos, un cuarto para hidratos de carbono y el otro para alimentos proteicos. Esto no te dice exactamente qué debes comer sino cómo organizarlo pero, si lo sumamos al Real Food, al final lo que tendrás es un plato de comida real bien organizado”, aconseja.

Desde el Instituto de Nutrigenómica afirman que “nuestros genes influyen en las preferencias alimentarias y tolerancias. Además de esto, ahora también estamos empezando a comprender cómo los componentes de la dieta influyen en la expresión de genes que modulan nuestra respuesta fisiológica a los alimentos que comemos. Muchos alimentos ahora están identificados con beneficios directos para la salud, además de su valor nutricional”.

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