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Esta es la fórmula infalible para cumplir tus propósitos de año nuevo
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Esta es la fórmula infalible para cumplir tus propósitos de año nuevo

Admitámoslo: estamos acostumbrados al fracaso. Queremos muchas cosas, pero no conseguimos la inmensa mayoría, y no porque no queramos. Tener una hoja de ruta puede ser la clave para lograr lo que deseamos

Foto: Foto: Unsplash/@esdesignms.
Foto: Unsplash/@esdesignms.

Enero es el mes del año en el que más pronunciamos y escuchamos la palabra propósitos. Cada vez que comienza un nuevo año se pone inexorablemente en marcha la fábrica interior de buenas y nuevas intenciones. Enero es también el mes en el que nos juramos abandonar viejos hábitos como dejar de fumar, hacer más ejercicio y, por supuesto, perder esos kilos de más. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, ¿verdad? Pero la realidad es tozuda y se empeña en demostrarnos año tras año que los propósitos suelen quedarse en esa categoría de forma perenne. Muchas veces nos preguntan a los psicólogos por ese determinismo que parece escrito con letras de fuego en nuestro ADN interno. Pero ¿qué hay de cierto en ello?, ¿cómo se convierten los propósitos en realidades?, ¿cómo vencer a la inercia de que todas las buenas intenciones se queden en el cajón de los 'tengo que…'? Lo primero que hay que decir es que convertirlas en hechos es posible. Es más, se puede entrenar. Y depende de nuestra actitud. Solo hay que construirse una guía, una hoja de ruta específicamente diseñada por nosotros mismos, y si es necesario, podemos incluso pedir ayuda si creemos que nos vamos a encontrar en el camino obstáculos insalvables.

Lo primero que debemos preguntarnos es: ¿cómo son estos propósitos que nos planteamos para el año? A continuación, debemos esforzarnos en definirlos bien, en tiempo y forma. Por ejemplo, si pensamos que queremos perder peso sin más, sería un objetivo demasiado generalizable y lo probable será que se quede en un deseo sin más. Lo ideal es anotar cuántos kilos queremos perder y cómo tenemos planeado perderlos: yendo al gimnasio 3 veces por semana, cenando solo proteínas o caminando hasta el lugar de trabajo todos los días.

"No importa si es enero o junio, cualquier día vale para iniciar un cambio positivo en tu vida"

Antes de dar el siguiente paso, debo plantearme si los objetivos que he anotado son asequibles y razonables o, por el contrario, demasiado ambiciosos, lo cual nos llevará a fracasar antes incluso de haber empezado. Siguiendo con el ejemplo anterior, si soy una persona que nunca ha hecho deporte antes, y sabiendo el gran esfuerzo que esto me va a suponer, lo suyo es intentar ser pragmático y poner un objetivo alcanzable. Quizá con practicar ejercicio un par de veces a la semana estaría bien para empezar. Si no, lo probable es que a la tercera semana abandone, y habré vuelto a esforzarme inútilmente.

En segundo lugar, hay cuatro pasos que debemos tener en cuenta durante todo el proceso. Lo primero es focalizar la energía en un solo objetivo. Si me planteo demasiados propósitos, lo probable es que al final no lleve a cabo ninguno. Si he decidido aumentar mis ingresos como autónomo, por ejemplo, debo elaborar cuidadosamente un buen plan de acción, paso a paso. Empieza haciendo una lista tipo lluvia de ideas y anótalas en un papel. Puedes pedir a amigos que te ayuden. Incluso a colegas que se dediquen a lo mismo que tú puedes pedirles que te ayuden a pensar en todas las ideas posibles. A continuación, es importante tachar aquellas ideas imposibles o poco plausibles. Es importante extirpar de nuestra lista cualquier idea que no sea realista o sana para nosotros. Trabajar 60 horas a la semana, no sería ni realista, ni sano, y el coste a medio y largo plazo podría ser peor que los beneficios.

Foto: Foto: Unsplash/@ugsdreamer.

En segundo lugar, debemos plantearnos lo que podríamos denominar 'evaluación continuada'. Selecciona un mentor, amigo o colega que te dé soporte, que te anime durante todo el proceso hasta lograr tus objetivos. Puedes incluso planificar ciertos refuerzos positivos con los que irte premiando a ti mismo a lo largo del proceso. Yendo poco a poco en aras de tu objetivo final.

En tercer lugar, practica la resistencia y la flexibilidad. Acepta que cualquier propósito o meta importante en tu vida va a requerir de una buena dosis de paciencia y dedicación. 'Roma no se conquistó en un día'. Además, la vida es siempre impredecible y una buena dosis de flexibilidad va a ser necesaria. Si te cuesta mucho adaptarte a los cambios y ser flexible, siempre puedes pedir ayuda profesional de un psicólogo ya que, a veces, hay partes de nosotros que pueden estar bloqueadas.

Y por último, celebra cada pequeño avance. Acepta que de vez en cuando, en el camino hacia el crecimiento personal o hacia cualquier meta, suele haber pequeños retrocesos durante el trayecto que son perfectamente normales. Si tu propósito, por ejemplo, era perder peso y anoche cenaste en exceso, no te rindas autojustificándote. Solo sigue con tu dieta al día siguiente.

placeholder Foto: Unsplash/@brookelark.
Foto: Unsplash/@brookelark.

Antes de comenzar con los propósitos de año nuevo, te recomiendo que los redactes a modo de contrato y los compartas con tu entorno. Cuéntaselo a tus amigos y asegúrate de definir cuántas semanas, días o meses vas a dedicar a lograr dicho objetivo. Si algo falla durante el proceso, revisa los pasos anteriores en busca de cualquier error y simplemente continúa desde ese punto, pero no abandones.

Y sobre todo, recuerda, no importa si es 1 de enero o 15 de junio, cualquier día es apropiado para iniciar un cambio positivo en tu vida. Y si sientes que hay algo en ti que te impide lograr tus propósitos, es posible que necesites ayuda especializada, quizá algo en tu subconsciente te está frenando, y este puede ser un buen año para empezar a cambiar y crecer.

Las autoras

Ana Lucas es psicóloga sanitaria especializada en adultos y adolescentes. Es licenciada en Psicología por la UNED, tiene también un máster en terapia cognitivo-conductual y es especialista en EMDR. Es creadora de Psico-Salud.

Aline Hombravella es psicóloga sanitaria en Emdr-expertos y Psico-salud.

Enero es el mes del año en el que más pronunciamos y escuchamos la palabra propósitos. Cada vez que comienza un nuevo año se pone inexorablemente en marcha la fábrica interior de buenas y nuevas intenciones. Enero es también el mes en el que nos juramos abandonar viejos hábitos como dejar de fumar, hacer más ejercicio y, por supuesto, perder esos kilos de más. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, ¿verdad? Pero la realidad es tozuda y se empeña en demostrarnos año tras año que los propósitos suelen quedarse en esa categoría de forma perenne. Muchas veces nos preguntan a los psicólogos por ese determinismo que parece escrito con letras de fuego en nuestro ADN interno. Pero ¿qué hay de cierto en ello?, ¿cómo se convierten los propósitos en realidades?, ¿cómo vencer a la inercia de que todas las buenas intenciones se queden en el cajón de los 'tengo que…'? Lo primero que hay que decir es que convertirlas en hechos es posible. Es más, se puede entrenar. Y depende de nuestra actitud. Solo hay que construirse una guía, una hoja de ruta específicamente diseñada por nosotros mismos, y si es necesario, podemos incluso pedir ayuda si creemos que nos vamos a encontrar en el camino obstáculos insalvables.

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