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Psicobióticos: las bacterias que te salvarán de la depresión y el estrés
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Psicobióticos: las bacterias que te salvarán de la depresión y el estrés

Antidepresivos, ansiolíticos... y ahora también probióticos. Dado que una buena salud mental se corresponde con una microbiota variada y en equilibrio, démosle vida al cerebro

Foto: Nuestro segundo cerebro. (iStock)
Nuestro segundo cerebro. (iStock)

A menudo hemos hablado en Alimente del eje intestino-cerebro, de la conexión existente entre nuestras emociones y nuestras tripas. Pero casi siempre lo hemos hecho desde el punto de vista de la gastroenterología: mirándonos el ombligo. Así, hemos visto cómo el estrés y las emociones repercuten en nuestro bienestar intestinal, favoreciendo procesos de inflamación y el desarrollo de enfermedades autoinmunes o de trastornos como la permeabilidad intestinal. Pero puesto que este eje es en realidad una carretera de doble sentido, seguramente también podemos hacer el camino inverso y ver de qué modo nuestras bacterias repercuten en nuestro estado de ánimo.

Este es el trabajo que se lleva a cabo en el Instituto de Microbioma de la University College Cork (Irlanda). Allí, en el laboratorio del neurocientífico John Cryan, se crían en cámaras de aislamiento colonias enteras de ratoncillos ‘germ free’. Como su propio nombre indica, están libres de gérmenes, lo cual implica que tampoco tienen bacterias intestinales. Cryan y su equipo estudian su comportamiento, su actitud, incluso sus estados de ánimo. Entre sus hallazgos, han podido ver que los ratones sin microbiota se aíslan, no tienen la capacidad de reconocer a otros ratones con los que interactuar. También ven en ellos una cierta propensión al estrés, a la ansiedad, a la depresión.

Los ratones sin microbiota se aíslan y tienen una cierta propensión al estrés, la ansiedad y la depresión

Estos ratones les sirven, a ellos y a otros muchos científicos que también exploran el papel de la microbiota en el campo de la salud mental, para ver cómo reaccionan cuando les inoculan una cepa bacteriana u otra. Puesto que hoy sabemos que las bacterias son capaces de producir sustancias químicas que pueden influir en el cerebro, el cuerpo y el comportamiento, se trata de ver cuáles de ellas serían las más beneficiosas para combatir, o cuando menos aliviar, determinados trastornos psicológicos.

Cryan trabaja mano a mano con el profesor de psiquiatría Ted Dinan, un investigador que pasará a la historia como el científico que acuñó y definió el concepto de ‘psicobiótico’: se trataría de ‘un organismo vivo que, cuando se ingiere en cantidades adecuadas, produce un beneficio para la salud mental’. Sería algo así como un probiótico para el cerebro.

Dinan está especialmente centrado en el estrés. Y está convencido de que “hay evidencia acumulada de que existen varias cepas de bacterias que los individuos sanos pueden ingerir para ayudarlos a ser más resistentes al estrés. Así que creo que dentro de un corto período de tiempo podrá haber psicobióticos o bacterias probióticas disponibles para tratar formas más leves de depresión y formas más leves de ansiedad".

Del ratón al humano

Las investigaciones de Cryan y Dinan están hechas con animales. Ratones a los que, por ejemplo, se les ha incluido en su alimentación la bacteria Lactobacillus rhamnosus, lo que ha inducido cambios en su microbiota y les ha reducido sus crisis de ansiedad o estados depresivos. Años atrás, un equipo de investigación dirigido por Nobuyuki Sudo, de la Universidad de Kyushu en Japón, utilizó también ratones ‘germ free’ para medir sus niveles de estrés mientras estaban atrapados en un tubo estrecho. Y vio que eran mucho más elevados que los de ratones del grupo control expuestos al mismo estímulo estresante. Lo más interesante del experimento es que bastó con proporcionarles una única bacteria –Bifidobacterium infantis- para que los niveles de estrés se redujeran.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Pero también se ha dado el salto en humanos. La última investigación acaba de publicarse en 'Nature Microbiology' y corrobora la relación entre las bacterias intestinales y el estado de ánimo. El estudio, realizado en la Universidad de Lovaina, ha tomado una muestra de más de mil personas y ha estudiado cómo las características de sus microbiotas se correlacionaban con su calidad de vida y la depresión. En concreto, se ha visto que las bacterias que producen butirato -un ácido graso de cadena corta- están asociadas con indicadores de mejor calidad de vida. También se ha visto que los participantes con depresión tenían menos cantidad de Coprococcus.

Las investigaciones todavía son eso: investigaciones. Aún no tenemos diseñado un psicobiótico como tal, aunque todo apunta a que lo veremos pronto. Entretanto, los psicólogos están con los ojos abiertos a este nuevo abanico de posibilidades. “A lo largo del tiempo, hemos intentado combatir los trastornos psicológicos con todos los recursos que tenemos a nuestro alcance -explica Rosario Linares, directora del gabinete psicológico El Prado-. Primero recurrimos a productos naturales, las sustancias psicoactivas que se utilizaban se extraían de diferentes plantas, que luego comenzaron a sintetizarse en los laboratorios. A inicios de 1960, la psicofarmacología se extendió como un complemento de la psicoterapia”. Ahora, continúa, “es probable que estemos a punto de dar otro salto cualitativo en el tratamiento de las enfermedades mentales de tipo emocional y que el chucrut, el kimchi o el kéfir sean los nuevos remedios naturales para la ansiedad o la depresión”.

"En breve tendremos psicobióticos disponibles para tratar formas leves de depresión y de ansiedad"

Probablemente sea excesivamente simplista pensar que tomar yogures puede aliviar un estado de tristeza, pero hay estudios que han visto resultados positivos. Por ejemplo, en un trabajo con estudiantes en vísperas de un examen importante, se comprobó que quienes incluyeron en su dieta leche fermentada durante ocho semanas tenían un nivel más bajo de cortisol -la hormona del estrés- y una mayor cantidad de serotonina. En otro estudio, realizado en la Universidad de California, se vio que quienes consumieron yogur rico en psicobióticos dos veces al día lograban controlar mejor sus respuestas emocionales, aumentando su tolerancia al estrés.

Dieta y cerebro

Rosario Linares, que habla con sus pacientes de la importancia de la dieta, explicándoles que cuanto mejor esté su intestino mejor funcionará su cerebro, explica que, aunque todas estas investigaciones aún estén en pañales, “lo más interesante es que, a través de nuestra alimentación, podamos favorecer un estado de ánimo más positivo. Tal vez llegue un día en el que los probióticos sean una alternativa a los psicofármacos, pero todavía tenemos el problema de que no se sabe muy bien qué papel juega cada probiótico y tampoco conocemos el estado previo de la microbiota en cada paciente. Por lo que parece que tomar psicobióticos a la ligera puede no ser una buena idea. Yo, en principio, sí sugiero a mis pacientes que tomen alimentos naturales fermentados, como el yogur, el kimchi, el kefir…”.

Dejamos el mensaje final a John Cryan: “En el siglo XX, la medicina microbiana puso el foco en matar bacterias con antibióticos para salvar vidas. Pero ahora podemos apreciar la importancia del microbioma para tener una buena salud, incluida la salud del cerebro. Estamos empezando a ver, como en Pinocho, una especie de relación entre títere y titiritero -especialmente en la edad temprana-, entre el cerebro y el microbioma. Para tener un cerebro sano, es posible que lo que necesitemos sea un intestino sano".

A menudo hemos hablado en Alimente del eje intestino-cerebro, de la conexión existente entre nuestras emociones y nuestras tripas. Pero casi siempre lo hemos hecho desde el punto de vista de la gastroenterología: mirándonos el ombligo. Así, hemos visto cómo el estrés y las emociones repercuten en nuestro bienestar intestinal, favoreciendo procesos de inflamación y el desarrollo de enfermedades autoinmunes o de trastornos como la permeabilidad intestinal. Pero puesto que este eje es en realidad una carretera de doble sentido, seguramente también podemos hacer el camino inverso y ver de qué modo nuestras bacterias repercuten en nuestro estado de ánimo.

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