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Comer 200 gramos de arándanos al día reduce la tensión arterial
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Comer 200 gramos de arándanos al día reduce la tensión arterial

Además de los fármacos, dos nuevos estudios apuntan a la dieta como factor influyente para prevenir y controlar la hipertensión, un factor de riesgo tanto de infarto como de ictus

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La presión arterial elevada, también conocida como hipertensión, es un importante problema de salud pública que puede llevar a eventos cardiovasculares que ponen en peligro la vida, incluidos ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares. Dos estudios, publicados muy recientemente, han permitido una mejor comprensión sobre cómo influyen en la hipertensión la ingesta de ácidos ácidos grasos n-6 –presentes en la mayoría de aceites vegetales, en el pan integral, en los huevos y las aves de corral, en la soja, en el aguacate, en los cereales y en las nueces– y de los arándanos.

El primero es especialmente novedoso, ya que muchos estudios habían intentado comprender la compleja relación entre los factores dietéticos y la hipertensión; ninguno había proporcionado una explicación clara de la interacción entre la hipertensión y la ingesta dietética de ácidos grasos n-6 (un componente básico de la grasa también conocido como omega 6), hasta ahora. El segundo estudio ha sido publicado en la revista científica 'Journal of Gerontology Series A'. Señala que comer 200 gramos de arándanos todos los días durante un mes puede, en personas sanas, mejorar la función de los vasos sanguíneos y disminuir la presión arterial sistólica. Además se sabe que este fruto es el mayor protector de las infecciones urinarias

Hallaron que la diabetes distorsionaba la relación entre los ácidos grasos n-6 y la hipertensión

Este nuevo trabajo ha sido publicado en la revista científica 'Nutrients' por un equipo de investigación de la Universidad de Kanazawa (Japón), que investigó la relación entre la ingesta dietética de ácidos grasos n-6 y la hipertensión. Para ello, utilizó una medición de la presión arterial y un cuestionario de historial de la dieta, y encontró que la relación entre la ingesta dietética de ácidos grasos n-6 y la hipertensión fue influenciada por el estado de la diabetes.

"Ha habido informes contradictorios sobre la relación entre la ingesta dietética de ácidos grasos n-6 y el riesgo de hipertensión", afirma Hiroyuki Nakamura, uno de los autores del estudio. "Los metabolitos de los ácidos grasos n-6 pueden disminuir la presión arterial de una manera influenciada por los niveles de glucosa en la sangre. Por este motivo, sospechábamos que la relación entre la ingesta dietética de ácidos grasos n-6 y el riesgo de hipertensión podría verse afectada por la tolerancia a la glucosa, que se deteriora en los pacientes con diabetes".

Una relación inédita

"Nuestros análisis revelaron una relación entre la ingesta dietética de ácidos grasos n-6 y la hemoglobina glucosilada en la sangre, que no se ha establecido previamente", indica Haruki Nakamura, autor principal del trabajo. "Un metanálisis [un estudio que analiza diferentes estudios] previo mostró que una mayor ingesta de una dieta rica en ácido linoleico –que es el ácido graso principal en la clase de ácidos grasos n-6– se asoció significativamente con un mayor riesgo de muerte por todas las causas, enfermedad cardiovascular y enfermedad coronaria en sujetos con enfermedad cardiovascular. Por lo tanto, nuestros resultados indican que la ingesta de ácidos grasos n-6 puede no tener beneficios cardiovasculares en sujetos con riesgo de enfermedad cardiovascular o diabetes".

Si los ingieres todos los días durante un mes, pueden disminuir la presión arterial sistólica

Además de la reducción de la hipertensión asociada con el aumento de la ingesta dietética de ácidos grasos n-6 por parte de individuos sanos, los resultados no mostraron ningún beneficio y un posible daño relacionado con la hipertensión debido al aumento de la ingesta dietética de ácidos grasos n-6 en pacientes con diabetes. La hipertensión es un factor de riesgo importante para una variedad de lesiones cardiovasculares destructivas. Este estudio demostró que el aumento en la ingesta de ácidos grasos n-6 podría tener un impacto positivo en el riesgo de hipertensión, pero que este beneficio se limita a las personas que no tienen una tolerancia a la glucosa alterada.

Antinfeccioso

En el caso de la investigación que analiza el papel de los arándanos, los científicos del King's College de Londres estudiaron a 40 voluntarios sanos durante un mes. Se les dio aleatoriamente y a diario una bebida que contenía 200 gramos de arándanos o una bebida de control. El equipo realizó un seguimiento de las sustancias químicas en la sangre y la orina de los voluntarios que participaron en el estudio, así como su presión arterial y la dilatación mediada por el flujo de la arteria braquial.

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Foto: iStock.

Esta es una medida de cómo se ensancha la arteria cuando aumenta el flujo sanguíneo, lo que se considera un biomarcador sensible de riesgo de la enfermedad cardiovascular. En un estudio adicional, los investigadores compararon los efectos de una bebida de arándanos con los de las antocianinas purificadas, un tipo de fitoquímico responsable del color azul, rojo, rosa y púrpura de algunas frutas y verduras, como las bayas y las uvas tintas.

También compararon esto con las bebidas de control que contienen niveles similares de fibra, minerales o vitaminas que se encuentran en los arándanos. Otros aspectos que se registraron fue que los efectos sobre la función de los vasos sanguíneos se observaron dos horas después del consumo de las bebidas de arándanos y se mantuvieron durante un mes, incluso después de un ayuno nocturno.

Es mejor comerlo entero, pero la mayoría de los efectos pueden explicarse por las antocianinas

Además, a lo largo del mes, la presión arterial se redujo en 5 mmHg. Esta cantidad es similar a lo que se ve comúnmente en estudios que usan medicamentos para bajar la presión arterial. También se destaca que las bebidas que contienen antocianinas purificadas llevaron a mejoras en la función endotelial: las células endoteliales actúan como una barrera entre la sangre o la linfa y el tejido corporal circundante, además de desempeñar funciones clave en la coagulación de la sangre y en la regulación de la presión arterial. Ni la bebida control, el control con fibra o el control con minerales y vitaminas tuvieron un efecto significativo en la dilatación mediada por el flujo de la arteria braquial a las dos y seis horas después del consumo.

Beneficio ancestral

La investigadora principal del trabajo, la Dra. Ana Rodríguez-Mateos, del Departamento de Ciencias de la Nutrición del King's College de Londres, subrayó que “si los cambios que hemos observado en la función de los vasos sanguíneos después de comer arándanos todos los días pudieran mantenerse durante toda la vida de una persona, podríamos reducir el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular hasta en un 20%".

placeholder Medición de azúcar en sangre. (iStock)
Medición de azúcar en sangre. (iStock)

Para el doctor Miguel Martín Almendros, miembro del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO), este es un estudio importante “porque valida científicamente una de las acciones terapéuticas de las antiocianinas presentes en los arándanos. Este beneficio para la salud ya se conoce desde hace muchos años e incluso ha sido estudiado a varios niveles. Esta reseña refrenda, una vez más, la acción terapéutica de un principio activo fitoterapéutico. Eso sí, es básico su comprobación y confirmación bajo el prisma del método científico".

Como recuerda, el arándano es una de las denominadas frutas del bosque que incluye una dieta mediterránea, exento de efectos secundarios en su ingesta diaria y con unos beneficios que aconsejan su consumo. “Es importante, en personas con antecedentes familiares de hipertensión o en pacientes en fase de prehipertensión, sopesar incluir los arándanos en la alimentación porque va alargar en el tiempo la introducción de fármacos antihipertensivos, de forma que no 'quemamos' esta baza terapéutica antes de tiempo. Además, hay que tener en cuenta las interacciones medicamentosas y efectos secundarios que presentan los fármacos antihipertensivos que no presenta el consumo del arándano en el contexto de una dieta mediterránea equilibrada”, recalca Martín Almendros.

Agustín Blanco, jefe de Estudios y presidente de la Comisión de Docencia del Hospital 12 de Octubre de Madrid, reconoce: "Uno de los matices que hay que hacer es la definción de hipertensión. El primero es la definición de hipertensión arterial. Obviamente todos aquellos que toman medicación antihipertensiva serán hipertensos, pero hoy en día se acepta que para diagnosticar una hipertensión arterial, en la mayoría de los casos habría que realizar una monitorización ambulatoria de la presión arterial (MAPA) o tener una presión arterial muy elevada en tomas consecutivas en consulta".

Otro problema metodológico es que la mayoría de los pacientes que se diagnostican de diabetes tienen hasta 5 kg más de peso que los no diabéticos, lo que puede influir en el empeoramiento de la presión arterial, a pesar de haberse ajustado para un tamaño muestral no muy elevado y en pacientes japoneses, que tienen otros hábitos dietéticos muy diferentes a los de la población mediterránea. Además no hay seguimiento en el tiempo para confirmar estos hallazgos. En resumen, parece muy prematuro sacar conclusiones reales o relevantes con esta metodología. En general, los estudios epidemiológicos/observacionales tienen muchos factores de confusión que hacen muy difícil el sacar conclusiones que sirvan como recomendaciones para la población general. Esto solo serviría para generar una hipótesis de trabajo/investigación".

La presión arterial elevada, también conocida como hipertensión, es un importante problema de salud pública que puede llevar a eventos cardiovasculares que ponen en peligro la vida, incluidos ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares. Dos estudios, publicados muy recientemente, han permitido una mejor comprensión sobre cómo influyen en la hipertensión la ingesta de ácidos ácidos grasos n-6 –presentes en la mayoría de aceites vegetales, en el pan integral, en los huevos y las aves de corral, en la soja, en el aguacate, en los cereales y en las nueces– y de los arándanos.