Por qué los hombres se libran más de los trastornos digestivos
¿Están los hombres más protegidos frente a migrañas y trastornos digestivos o tiroideos? La clave podría estar en una diferente respuesta del sistema inmune frente al estrés
En un laboratorio de la Universidad de Michigan, un equipo de investigadores está buscando mastocitos, un tipo de glóbulo blanco que forma parte de nuestro sistema inmunológico. Su objetivo es entender algo de lo que hay sobrada evidencia estadística, pero para lo que hasta ahora no se ha encontrado explicación: por qué las mujeres sufren enfermedades autoinmunes en una proporción muy superior a los hombres.
El líder del equipo es Adam Moeser y el nombre del laboratorio que dirige ya nos da una primera pista de sus intereses: Laboratorio de Biología del Estrés Gastrointestinal. Sí, Moeser lleva años lidiando con conceptos como estrés e inflamación, y haciéndolos encajar con la respuesta autoinmune y su relación con los trastornos gastrointestinales. Ahora, además, quiere entender el sesgo biológico sexual en estas enfermedades.
Muchos trastornos autoinmunes digestivos están influidos por episodios estresantes en la infancia
El punto de partida es que muchos de estos trastornos están influidos por aquello que nos sucedió en la primera infancia. De alguna manera, el que seamos más o menos susceptibles a determinadas enfermedades guarda una íntima relación con traumas o episodios estresantes ocurridos al inicio de nuestra vida. Y sería especialmente sensible el sistema gastrointestinal. Como explica Moeser, “hay una asociación significativa entre las experiencias adversas en la infancia (EAI) y la gravedad de los trastornos neuroinmunológicos gastrointestinales, por ejemplo el síndrome del intestino irritable, la enfermedad inflamatoria intestinal y la alergia alimentaria”.
A partir de ahí, Moeser actualmente investiga la relación entre estas experiencias adversas en la infancia y el sexo biológico: la idea es comprender por qué hombres y mujeres responden de manera diferente al estrés, y si estas diferencias son las que van a causar el sesgo sexual en las enfermedades relacionadas con el sistema inmune. Es decir: si el hecho de que las mujeres padezcan en mucha mayor medida estas patologías se debe a una respuesta más exacerbada a situaciones estresantes en la primera infancia.
Para ponernos en contexto, miremos estadísticas. La tiroiditis de Hashimoto (un tipo de hipotiroidismo autoinmune) afecta siete veces más a las mujeres; la migraña crónica, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afecta a un 2% de hombres y a un 5% de mujeres; el síndrome del intestino irritable afecta al doble de mujeres… En conjunto, según la American Autoinmune Related Diseases Association (AARDA), las enfermedades autoinmunes afectan hasta tres veces más a las mujeres que a los hombres. También se estima que los problemas de autoinmunidad están detrás de 80 enfermedades crónicas, muchas de las cuales tienen relación con el intestino. Un ejemplo más: dos de cada tres personas diagnosticadas de enfermedad celiaca son mujeres.
¿Cuestión de hormonas?
Tradicionalmente se ha pensado que la causa estaba en las hormonas. Más exactamente, en los estrógenos. Sin dejar de lado el papel que juegan en esta ruleta, las investigaciones de Moeser, como decíamos, van por otro camino: el de los mastocitos. Tal y como describía en 'The Conversation', “cuando se activan por el estrés o los alérgenos, los mastocitos liberan más sustancias inflamatorias, lo que puede provocar una respuesta inmune más agresiva y un intestino permeable”.
En su laboratorio han descubierto -en modelos animales- que los mastocitos de las hembras producen y almacenan más sustancias inflamatorias, como la histamina, serotonina y proteasas, que los mastocitos de los machos. A eso hay que sumarle que los genes de los mastocitos femeninos son mucho más activos que los masculinos, y que producen también proteínas implicadas en la fabricación y almacenamientos de dichas sustancias inflamatorias. Esta capacidad de las hembras podría explicar, sugiere Moeser, “por qué los mastocitos femeninos pueden desencadenar una reacción inmunológica más potente. También puede sugerir por qué las mujeres pueden ser más vulnerables a ciertas enfermedades y trastornos, y los hombres más resistentes”.
Los mastocitos femeninos podrían almacenar y liberar más sustancias inflamatorias como la histamina
Habla Moeser de histamina, una sustancia que se encuentra, en mayor o menor medida, en todos los alimentos. Mientras que las personas sanas son capaces de eliminarla a través de la orina, otras no logran hacerlo y se va acumulando en sus tejidos. Y ya sabemos que una acumulación excesiva -histaminosis- puede provocar síntomas muy variados, desde eczemas a migrañas, dolor articular o problemas digestivos. Entre las razones por las que no se consigue eliminar la histamina consumida a través de la dieta está el SIBO, una permeabilidad intestinal y también, muy a menudo, un déficit de la enzima DAO, la encargada de degradar la histamina.
En este sentido, la dietista-nutricionista Adriana Duelo, especialista en déficit de DAO, nos explica su experiencia en cuestión de género. Para su TFM, estudió a 365 pacientes con déficit de DAO, de los que 297 eran mujeres y 68 varones. “Vienen más mujeres que hombres a consulta. Siempre te queda la duda de si esta diferencia es por un tema social (ir o no ir al médico), o si realmente hay menos sintomatología en hombres”, explica. En cualquier caso, corregida la desviación, los resultados mostraron que las mujeres tenían entre seis y siete veces más migraña, fatiga, trastornos digestivos, dermatológicos, respiratorios y musculares que los hombres.
Y esto nos devuelve a los mastocitos de Moeser. Como decíamos, sus hallazgos sugieren que los de las hembras producen y liberan más histamina (entre otras sustancias inflamatorias), por lo que son más proclives a tener trastornos inmunes hiperactivos, como enfermedades autoinmunes, trastornos de dolor crónico y síndrome del intestino irritable.
Desde el vientre materno
Está claro que esta es una primera aproximación y que toca seguir abriendo puertas. En cualquier caso, si las investigaciones de Moeser prosiguen confirmando las diferentes activaciones inmunológicas en hombres y mujeres a nivel de los mastocitos, posiblemente el camino pasará por diseñar, en el campo de las enfermedades autoinmunes, tratamientos específicos para hombres o para mujeres. Tal vez se pueda modular esa excesiva actividad de los mastocitos femeninos, pero, para ello, “habrá que identificar exactamente cuándo estas células comienzan a comportarse de manera diferente en ambos sexos”.
De esta manera, si el camino nos lleva hasta la infancia, antes de la pubertad, la explicación tradicional de que los sesgos de enfermedad entre hombres y mujeres se debían a las hormonas sexuales adultas podría perder relevancia. Moeser y su equipo se están yendo mucho más atrás en el tiempo, tan lejos como a la gestación, estudiando si la exposición del feto a determinadas hormonas podría contribuir a diferenciar los mastocitos de hombres y mujeres y, en consecuencia, modificar la susceptibilidad de unos y otras a padecer de adultos determinadas enfermedades.
En un laboratorio de la Universidad de Michigan, un equipo de investigadores está buscando mastocitos, un tipo de glóbulo blanco que forma parte de nuestro sistema inmunológico. Su objetivo es entender algo de lo que hay sobrada evidencia estadística, pero para lo que hasta ahora no se ha encontrado explicación: por qué las mujeres sufren enfermedades autoinmunes en una proporción muy superior a los hombres.