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La gota no es un problema por la dieta, es mucho peor
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Ácido úrico

La gota no es un problema por la dieta, es mucho peor

Se admite que esta enfermedad reumática es un tributo por la afición a la buena mesa. La alimentación influye, pero en la mayoría de casos el origen está en los riñones. Los afectados en España avanzan y llegar al millón es cuestión de tiempo

Foto: Foto: Unsplash/@monicasilva.
Foto: Unsplash/@monicasilva.

Para muchos de nosotros, hablar de gota es como un viaje al pasado, aquel en el que reyes (Felipe II, Enrique VIII o el mismísimo Carlomagno), papas (Gregorio el Grande) y grandes señores sufrían terribles dolores articulares, un 'justo castigo' por su afición a la buena mesa y a la bebida, sobre todo en una época en la que el pueblo llano tenía serias carencias nutricionales.

Sin embargo, caemos en un error mayúsculo; lejos de ser una dolencia pretérita es un importante problema en la actualidad y con visos de ser todavía mayor en el futuro. En España hay unas 880.000 personas con gota, según el estudio epidemiológico Episer 2016, promovido por la Sociedad Española de Reumatología (SER). "Estas cifras nos colocan por delante de Italia, y nos acercan a Inglaterra y Estados Unidos (aunque no les alcanzamos)", asegura el doctor Enrique Calvo, del Servicio de Reumatología del Hospital Infanta Leonor, en Madrid. "Pero los números no paran de crecer debido al sedentarismo y a la cada vez más occidentalizada alimentación", advierte. Y, por desgracia, el covid-19 lo ha empeorado. Explica el doctor, que "el confinamiento que ha conducido en muchos hogares a volver a malos hábitos de vida, a dietas desequilibradas y, peor aún, a un aumento de la ingesta de alcohol, junto con el obligado sedentarismo, no han hecho otra cosa que empeorar las cifras de este trastorno".

La formación de cristales de ácido úrico es un problema renal en el 90% de quienes sufren gota

A medida que nos vamos desprendiendo de nuestra dieta mediterránea, aumentamos las posibilidades de desarrollar las enfermedades crónicas que traen de cabeza a las autoridades sanitarias de todo el mundo: obesidad, diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, etc; es decir, alteraciones metabólicas que impactan directamente en el riesgo cardiovascular. Y la gota también ocupa un puesto destacado en esa lista.

Del riñón al dedo gordo del pie

La formación de cristales de ácido úrico -procedente de la descomposición de las purinas presentes en el organismo, pero también en algunos alimentos- en las articulaciones es la causante de la gota, que se incluye entre las enfermedades reumáticas a pesar de que "realmente es un problema renal en el 90% de los casos", subraya Calvo, que es también portavoz de la SER. De hecho, "el 25% de los gotosos desarrolla una enfermedad renal crónica, y viceversa, uno de cada cuatro enfermos de riñón tiene gota".

placeholder Enrique Calvo.
Enrique Calvo.

Los hombres a partir de los 50 años son los que más la sufren -es poco frecuente en las mujeres porque los estrógenos tienen un papel protector al favorecer la expulsión de ácido úrico por el riñón-, y no es porque la edad sea el detonante, sino porque es cuando se manifiesta después de muchos años de evolución y mucho ácido úrico acumulado.

El dedo gordo del pie es el lugar preferido de la gota para hacer acto de presencia, ya que es una zona de mucho impacto mecánico y los cristales de ácido úrico aprovechan las zonas más dañadas. Además, es la parte más periférica del cuerpo, donde es peor la circulación de la sangre y la que suele estar más fría durante la noche (el frío favorece la cristalización).

Alimentos no tan malditos

Hasta llegar al ataque de gota, "se necesita tener aumentado el ácido úrico en la sangre durante años", y cuando ya el depósito ha alcanzado un buen nivel, "la comida es el desencadenante del ataque, sobre todo alimentos ricos en purinas como carnes rojas, pescados azules (sardinillas, arenques), bebidas alcohólicas y azucaradas", aclara el especialista. De todos, "el peor es la cerveza, con y sin alcohol, porque el lúpulo es muy rico en purinas". En el otro extremo, el café y los lácteos desnatados son los alimentos más beneficiosos para prevenir el ataque de gota.

placeholder Foto: Unsplash/@fukayamamo.
Foto: Unsplash/@fukayamamo.

Dentro de la importancia que se le concede a la alimentación en esta enfermedad, Calvo afirma que "existen muchos mitos falsos", y derriba algunos de los más extendidos: "No está demostrado que ni el tomate ni los espárragos desencadenen los ataques. Lo que sí está claro es que son las purinas de origen animal".

El control dietético es imprescindible durante los ataques, pero el tratamiento farmacológico continuado es fundamental, sobre todo teniendo en cuenta que la gota es una enfermedad crónica con graves consecuencias a largo plazo. La inflamación que causan los cristales de ácido úrico conduce a la formación prematura de placas de colesterol y "el riesgo cardiovascular de la gota es igual que el asociado a la diabetes". El problema, insiste el doctor, "no es que un dedo se inflame, es que el riñón se daña y hay más riesgo cardiovascular. Son pacientes con obesidad, triglicéridos, azúcar, lo tienen todo, son muy metabólicos, y la mortalidad no para de aumentar en gota".

Evitar graves consecuencias pasa por tomar los medicamentos casi de por vida, complementado con dieta mediterránea, abundante en aceite de oliva, alimentos ricos en omega 3 y vitamina C (frutas y verduras). Enrique Calvo enfatiza: "No hay que maldecir la comida ni prohibir muchos alimentos. A un diabético no se le prohíbe todo, sino que se le da un tratamiento correcto y unos consejos dietéticos. A un gotoso hay que hacerle lo mismo".

Para el portavoz de la SER el mensaje es claro: "No hay que pasar de la vida de un rey a la de un monje ni a una vida de sacrificio. Solo hay que cumplir el tratamiento, moverse y vigilar la alimentación en momentos críticos".

Para muchos de nosotros, hablar de gota es como un viaje al pasado, aquel en el que reyes (Felipe II, Enrique VIII o el mismísimo Carlomagno), papas (Gregorio el Grande) y grandes señores sufrían terribles dolores articulares, un 'justo castigo' por su afición a la buena mesa y a la bebida, sobre todo en una época en la que el pueblo llano tenía serias carencias nutricionales.

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