Menú
¿Una pastilla con los beneficios del deporte? Cada vez está más cerca
  1. Bienestar
Investigación

¿Una pastilla con los beneficios del deporte? Cada vez está más cerca

El ejercicio físico desencadena la liberación de una proteína en el hígado con efectos protectores en la capacidad cerebral, que se deteriora con la edad. El hallazgo se ha publicado en 'Science' y su autor explica a Alimente su potencial preventivo

Foto: Foto: Unsplash/@chanderr.
Foto: Unsplash/@chanderr.

El envejecimiento de la población es un hecho incuestionable. Salvo que haya una gran catástrofe o la pandemia de covid-19 no frene su devastador avance, las previsiones de la Organización Mundial de la Salud apuntan que en 2050 habrá 426 millones de personas mayores de 80 años, el triple que en 2019 (en Europa y Estados Unidos, el 25% de los ciudadanos superará la barrera de los 65 años). La magnitud del problema que se avecina obliga a las autoridades sanitarias de todo el mundo y a los científicos a buscar la manera de retrasar el envejecimiento de la población y así ralentizar la aparición de enfermedades asociadas a la senectud, entre ellas las neurodegenerativas y el deterioro cognitivo (alzhéimer y demencia) y funcional.

Uno de los talismanes contra casi todos los males que atentan contra la salud humana, incluido el envejecimiento, es el deporte, una medicina muy eficaz, barata y al alcance de cualquiera, "incluso para los aquejados por enfermedades graves o mayores de 90 años. Siempre hay un ejercicio que se puede hacer", afirma Alejandro Lucía, catedrático de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad Europea. "Estamos diseñados para hacer ejercicio y solo cuando lo hacemos es cuando se produce un equilibrio de todos los tejidos de nuestro organismo", enfatiza.

Después de hacer ejercicio, el hígado produce una proteína que mejora la capacidad cognitiva y promueve la formación de neuronas

Un equipo de investigadores de la Universidad de California San Francisco, liderados por Saul Villeda, profesor de Anatomía y de Terapia Física y Ciencia de Rehabilitación, ha dado un paso significativo al identificar una proteína (Gpld1) que produce el hígado después de hacer ejercicio y que mejora la capacidad cognitiva en ratas envejecidas y promueve la formación de neuronas en el hipocampo (una región cerebral). Además, y gracias a una colaboración con el Centro de Envejecimiento y Memoria de la Universidad de San Francisco, los investigadores han encontrado que la misma proteína está aumentada en la sangre de las personas de edad avanzada que hacen deporte regularmente.

Puerta abierta a un nuevo fármaco

Este descubrimiento, que se ha publicado en el último número de la prestigiosa revista 'Science', es un paso adelante hacia la creación de una pastilla del deporte: "Si hubiera un medicamento que produjera los mismos beneficios cerebrales que el ejercicio, todos lo tomarían. Ahora nuestro estudio sugiere que al menos algunas de estas ventajas podrían estar disponibles algún día en forma de píldora", defiende el científico.

placeholder Saul Villeda, profesor de la Universidad de California.
Saul Villeda, profesor de la Universidad de California.

La investigación se llevó a cabo en ratas envejecidas (el equivalente a 40 años de los humanos), a las que se dejó hacer ejercicio a voluntad (andar en una rueda) durante seis semanas, y en sangre de personas mayores acostumbradas a hacer deporte, y en todos los casos estaba presente dicha proteína. Villeda confirma a Alimente que "siempre que se hace ejercicio, se produce Gpld1 en el hígado y se detectan niveles elevados en la sangre".

Aunque los autores no evaluaron si la cantidad de proteína se relaciona con la 'dosis' de ejercicio, "sí que hemos visto -en las personas que llevaban una pulsera de actividad- que su aumento no ocurre por debajo de los 10.000 pasos diarios". Tampoco se acumula en la sangre de aquellos que han hecho mucho deporte a lo largo de su vida. Y es más, "la magnitud de los efectos del ejercicio siempre es mayor en la gente sedentaria", una observación que puede ser un jarro de agua fría para los más cumplidores con las recomendaciones de actividad física. La explicación del profesor es que "quienes hacen ejercicio habitualmente están más saludables al comienzo del estudio y los efectos no son tan llamativos".

Otro hallazgo sorprendente, cuenta el científico, es que la proteína Gpld1 no atraviesa la barrera hematoencefálica (en el cerebro), a pesar del potente beneficio que promueve en la capacidad cognitiva y la neurorregeneración. Entonces, ¿cómo ejerce su efecto? "Está relacionado con los cambios que favorece en el resto del cuerpo", explica. "El examen de la sangre muestra que bajan los marcadores de la inflamación, y creemos que esto influye en que el cerebro funcione mejor", añade.

El autor insiste en que "la idea de tener el beneficio del ejercicio sin hacerlo es interesante", y conocer qué proteína se dispara con el deporte es muy útil. "Sabemos qué parte de la proteína es la verdaderamente importante, y queremos hacer una proteína sintética pero solo con esa región. Este es el siguiente paso de nuestra investigación: crear una molécula -no necesariamente una pastilla- que haga que la Gpld1 aumente en la sangre", revela.

A pesar de su optimismo, Saul Villeda matiza: "Ahora no tenemos una píldora del ejercicio para la memoria, pero podemos intentar crear proteínas sintéticas para hacer un tratamiento. Pienso que este es el primer paso de algo que puede llegar a la clínica".

Deporte insustituible

Menos favorable se manifiesta Alejandro Lucía que, reconociendo la calidad de la investigación del equipo de la Universidad de California, subraya: "Los beneficios del ejercicio en diferentes grupos de población, y en gente muy mayor, demuestran que lo maravilloso es que son multisistémicos y dosis/respuesta. Y, en mi opinión, no se pueden reducir ni a una proteína ni a un único tejido".

Esta defensa no es incompatible con valorar que "si una investigación sobre el ejercicio sirve para descubrir una proteína útil para prevenir o curar el alzhéimer, pues es algo maravilloso, pero el deporte es irremplazable".

placeholder Foto: Unsplash/@jaydenbrand.
Foto: Unsplash/@jaydenbrand.

El catedrático de la Universidad Europea afirma que prácticamente todas las personas, incluso aquellas con limitaciones serias y con edades muy avanzadas, pueden llevar a cabo un tipo de actividad física y siempre hay que promoverla. Así lo ha defendido en un editorial publicado en el 'Bristish Medical Journal': "De todas las intervenciones que se pueden hacer en el organismo, la única que incide en todos los tejidos es el ejercicio. Es decir, que nuestra salud cerebral es el resultado de la interacción entre muchos tejidos: músculo y cerebro, tejido adiposo y cerebro, etc".

Lucía lamenta que todo se intente resolver con medicamentos, y más en las edades avanzadas, pues aunque los fármacos sean necesarios, "el ejercicio se debe mantener y no remplazarlo por nada". Los beneficios que se producen en los minutos posteriores a la práctica del deporte no los puede emular una medicina porque "ninguno puede reproducir el entorno del ejercicio".

El catedrático investiga los efectos del deporte en ancianos, y el conocimiento acumulado le lleva a insistir en el hecho de que "la manifestación más clara del deterioro funcional es la incapacidad para caminar y no hay fármaco que lo cure, porque es una alteración de todos los sistemas y solo se puede remediar con lo que estamos preparados, que es el ejercicio".

No se puede negar que es muy atractiva la idea de poder alcanzar las bondades del deporte sin hacerlo, sobre todo quienes tienen sus capacidades muy mermadas. Aun así, Alejandro Lucía es tajante: "No hay medicamento como el deporte, y además está en la naturaleza de las personas".

El envejecimiento de la población es un hecho incuestionable. Salvo que haya una gran catástrofe o la pandemia de covid-19 no frene su devastador avance, las previsiones de la Organización Mundial de la Salud apuntan que en 2050 habrá 426 millones de personas mayores de 80 años, el triple que en 2019 (en Europa y Estados Unidos, el 25% de los ciudadanos superará la barrera de los 65 años). La magnitud del problema que se avecina obliga a las autoridades sanitarias de todo el mundo y a los científicos a buscar la manera de retrasar el envejecimiento de la población y así ralentizar la aparición de enfermedades asociadas a la senectud, entre ellas las neurodegenerativas y el deterioro cognitivo (alzhéimer y demencia) y funcional.

El redactor recomienda