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Si eres un hombre con dinero, tu presión sanguínea está más alta
  1. Bienestar
según la sociedad europea de cardiología

Si eres un hombre con dinero, tu presión sanguínea está más alta

El poder adquisitivo elevado podría significar llevar una mejor alimentación. De hecho, una que aquellos menos afortunados no se pueden permitir. En cambio, al menos en el caso de los varones, parece significar lo contrario

Foto: Foto: Unsplash/@austindistel.
Foto: Unsplash/@austindistel.

A lo largo de la historia, la relación entre aspecto físico y poder adquisitivo ha cambiado radicalmente. Es lógico que en siglos pasados quien más tenía podía permitirse comer cosas más 'ricas', mientras que las clases trabajadoras llevaban una alimentación mucho más modesta. Hoy puede parecernos (y eso que no es el ejemplo más exagerado) que la Venus de Botticelli tenga algunos kilos de más de lo que consideramos el estándar de belleza actual. Por supuesto, es necesario decir que los estándares de belleza han cambiado en los últimos años y nos hemos alejado un poco de los modelos insanos que rozan el terreno de la desnutrición, si no se hunden en él.

Pero la historia sigue siendo la misma: los que mayor poder adquisitivo tienen pueden permitirse el lujo de comer platos muy elaborados, realizados con decenas de verduras carísimas, repletos de nutrientes y con un contenido calórico reducido, mientras que unos padres de un barrio popular pasando por dificultades encuentran su salvación y la de sus tres hijos en un kilo de pasta que solo les cuesta un euro y medio. Sí, las calorías se han abaratado una auténtica barbaridad durante este siglo y todo aquel que lo haya intentado habrá podido comprobar que comer sano (con dietas repletas de frutas y verduras, pescados azules, aceites de oliva virgen extra, 'superalimentos'...) es caro.

Aquellos con más ingresos tenían el doble de riesgo de desarrollar hipertensión que los que menos ganaban

Pero existe una excepción a esta regla que ha levantado más de una ceja en el mundo científico: los varones adinerados y la mayor prevalencia que presenta este grupo de población de hipertensión arterial. Ahora, esa duda parece haber obtenido más de una respuesta gracias al trabajo presentado por la Sociedad Europea de Cardiología: "Los hombres con mayor poder adquisitivo necesitan mejorar sus estilos de vida para prevenir la presión sanguínea alta", explica uno de los autores principales del estudio, el doctor Shingo Yanagiya, investigador de la Universidad de Hokkaido, en Japón. Y continúa: "Los pasos a seguir son un cambio saludable en la dieta, practicar ejercicio y controlar el peso. El consumo de alcohol debería mantenerse en niveles moderados y se debería evitar a toda costa el gran consumo (aunque esporádico) de este tipo de bebidas".

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más de mil millones de personas sufren hipertensión en el mundo, y ese número no para de aumentar. Entre el 30% y el 45% de los adultos están afectados por esta dolencia y esa cifra se dispara hasta el 60% en el grupo de población comprendido por los mayores de 60 años. Debemos tener en cuenta que la hipertensión es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares muy serias y que representan la mayor causa de mortalidad en el mundo. De hecho, los últimos datos fiables, que datan del año 2015, indican que hasta 10 millones de muertes anuales son a causa de este tipo de dolencias. De ellas, 4,9 millones son por enfermedades isquémicas del corazón y 3,5 millones son debidas a ictus. La hipertensión, como decíamos, es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar estos problemas de salud tan serios.

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Foto: Unsplash/@gpiron.

En el estudio, los investigadores trataron de establecer una correlación entre el nivel adquisitivo de las familias y la presión sanguínea de sus miembros. Se analizó un grupo de estudio comprendido por 4.314 personas, de las cuales 3.153 eran hombres. Se dividió a los participantes en cuatro grupos en función de su poder económico y se les siguió durante un periodo de dos años.

Comparados con los participantes pertenecientes al grupo con menos ingresos, los que estaban en el más alto tenían el doble de probabilidades de desarrollar hipertensión. Y los que se encontraban en los grupos intermedios veían su riesgo aumentado un 50%. Los investigadores detallan que los resultados eran consistentes independientemente de la edad, la presión sanguínea inicial, el lugar o el tipo de trabajo, el tabaco y la cantidad de miembros en la familia. Lo que sí encontraron los investigadores es que el consumo de alcohol y la masa corporal sí que tenían un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad.

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Foto: Unsplash/@marceloleal80.

Sin embargo, la presión sanguínea de las mujeres no mostró tener una correlación significativa negativa con el poder adquisitivo en ningún caso. De hecho, todo lo contrario: "Las mujeres con un mayor poder adquisitivo tendían a tener un mejor riesgo de desarrollar hipertensión o enfermedades cardiovasculares", afirma el doctor Yanagiya. Y continúa: "Algunas encuestas japonesas anteriores han descrito que cuanto mayor es el poder adquisitivo de una familia, peor es el estilo de vida que sus miembros varones llevan, pero no en el caso de las mujeres. Nuestro estudio corrobora esos hallazgos".

Al menos en el caso de los varones, este estudio demuestra que los más afortunados (económicamente) se conceden más caprichos que aquellos que directamente no se lo pueden permitir. Y estos no son esporádicos y, por tanto, prácticamente irrelevantes, sino que se llevan a un extremo en el que se compromete directamente nuestra salud en un ámbito tan serio que se pone en peligro, incluso, nuestra propia vida. Es hora de replantearnos en qué nos gastamos el dinero, para que al menos lo podamos disfrutar más tiempo.

A lo largo de la historia, la relación entre aspecto físico y poder adquisitivo ha cambiado radicalmente. Es lógico que en siglos pasados quien más tenía podía permitirse comer cosas más 'ricas', mientras que las clases trabajadoras llevaban una alimentación mucho más modesta. Hoy puede parecernos (y eso que no es el ejemplo más exagerado) que la Venus de Botticelli tenga algunos kilos de más de lo que consideramos el estándar de belleza actual. Por supuesto, es necesario decir que los estándares de belleza han cambiado en los últimos años y nos hemos alejado un poco de los modelos insanos que rozan el terreno de la desnutrición, si no se hunden en él.

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