La ciencia señala a un nuevo factor como causa de obesidad y diabetes
Además de responsable de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y neurológicas, un nuevo estudio constata que la mala calidad del aire es un factor de riesgo de ambas patologías similar a una dieta alta en grasas
La contaminación atmosférica es uno de los grandes retos para la salud pública mundial. De hecho, el 92% de la población del planeta respira aire contaminado en niveles peligrosos, según la OMS.
Existe un gran número de contaminantes atmosféricos, pero entre los más problemáticos en España destacan las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), el dióxido de nitrógeno (NO2 ), el ozono troposférico (O3 ), el dióxido de azufre (SO2 ) y el benzo(a)pireno (BAP). Hoy en día, el mayor riesgo para la salud del aire que respiramos está en las partículas en suspensión.
Por culpa de todo ello, cada año se producen 800.000 muertes prematuras en Europa, el doble de lo hasta ahora estimado por la Agencia Europa del Medioambiente, y acorta la esperanza de vida de los europeos en 2,2 años.
El otro enemigo invisible
Además de ser un factor de riesgo, como ha demostrado la ciencia con varias investigaciones, de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y neurológicas (alzhéimer, hiperactividad…), así como cáncer, un nuevo estudio constata que la mala calidad del aire tanto exterior como en el hogar eleva el riesgo de patologías como la diabetes y la obesidad.
No es la primera vez que se habla de este vínculo entre el mal aire que respiramos y el riesgo de aumentar de talla. Así, un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que se ha realizado con 2.660 niños y niñas de entre 7 y 10 años de 39 escuelas de primaria de la ciudad de Barcelona, lo demuestra.
Anteriormente, algunas investigaciones ya habían relacionado la exposición a la contaminación del aire con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad infantil. Sin embargo, estos trabajos son escasos y se han centrado principalmente en la exposición a la contaminación del aire alrededor de la vivienda, sin tener en cuenta el entorno escolar.
El estudio, publicado en la revista 'Environment International', evidenció que las niñas y los niños expuestos a niveles medios o altos de contaminación del aire -partículas ultrafinas, NO2, PM2.5 y EC- en las escuelas eran más propensos a tener sobrepeso u obesidad, en comparación a aquellos expuestos a niveles bajos.
Mismos efectos que una mala dieta
Como reza la nueva investigación publicada en el 'Journal of Clinical Investigation': "A nivel mundial, la prevalencia de la obesidad se ha triplicado tanto en la población adulta como en la infantil desde 1975. Si bien la dieta y la actividad física son fundamentales en el control del peso, los factores no conductuales determinantes ambientales, incluida contaminación por tráfico, se han pasado por alto en su obesogenicidad, debido fundamentalmente a la escasa evidencia epidemiológica”.
El trabajo muestra ahora que la contaminación del aire puede desempeñar un papel en el desarrollo de enfermedades cardiometabólicas, como la diabetes. Es importante destacar que los efectos fueron reversibles con el cese de la exposición.
Los investigadores encontraron que la contaminación del aire era un "factor de riesgo" que contribuye al desarrollo de otros problemas fatales como ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares. De manera similar a como una dieta poco saludable y la falta de ejercicio pueden provocar enfermedades, la exposición a la contaminación del aire también podría agregarse a esta lista de factores de riesgo.
"En este estudio, creamos un ambiente que imitaba un día contaminado en Nueva Delhi o Beijing", asevera Sanjay Rajagopalan, primer autor del estudio, director del Instituto de Investigación Cardiovascular de la Universidad Case Western Reserve, en EEUU. "Concretamente, las partículas finas de contaminación del aire, llamadas PM2.5 (componente de materia particulada <2.5 micrones). Las partículas concentradas como estas se desarrollan a partir del impacto humano en el medioambiente, como los gases de escape de los automóviles, la generación de energía y otros combustibles fósiles".
Estas partículas se han relacionado con factores de riesgo de enfermedad. Por ejemplo, los efectos cardiovasculares de la contaminación del aire pueden provocar un ataque cardiaco, así como un derrame cerebral. El equipo de investigación ha demostrado que la exposición a la contaminación del aire puede aumentar la probabilidad de que se presenten los mismos factores de riesgo que conducen a enfermedades cardiacas, como la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.
El ensayo
En el estudio del modelo de ratón, se observaron tres grupos: un grupo de control que recibió aire filtrado limpio, un grupo expuesto a aire contaminado durante 24 semanas y un grupo alimentado con una dieta alta en grasas. Curiosamente, los investigadores encontraron que estar expuesto a la contaminación del aire era comparable a comer una dieta alta en grasas. Tanto los grupos de contaminación del aire como los de esta última dieta mostraron resistencia a la insulina y un metabolismo anormal, tal como se vería en un estado prediabético.
Estos cambios se asociaron con cambios en el epigenoma, que puede activar y desactivar magistralmente miles de genes, lo que representa un amortiguador crítico en respuesta a factores ambientales. Este estudio es el primero de su tipo en comparar los cambios epigenéticos de todo el genoma en respuesta a la contaminación del aire, comparar y contrastar estos con los de comer una dieta poco saludable y examinar el impacto del cese de la contaminación del aire en dichas modificaciones.
"La buena noticia es que estos efectos fueron reversibles, al menos en nuestros experimentos", agrega el Dr. Rajagopalan. "Una vez que se eliminó la contaminación del aire del medioambiente, los ratones parecían más saludables y el estado prediabético pareció revertirse", continúa.
El científico Rajagopalan explica que si se vive en un ambiente densamente contaminado, tomar medidas como usar mascarillas, limpiadores de aire interiores portátiles, utilizar aire acondicionado, cerrar las ventanas del automóvil mientras se viaja y cambiar los filtros del mismo con frecuencia podría ser útil para mantenerse saludable y limitar la exposición a la contaminación del aire.
Los próximos pasos en esta investigación implican reunirse con un panel de expertos, así como con los Institutos Nacionales de Salud de EEUU para discutir la realización de ensayos clínicos que comparen la salud del corazón y el nivel de contaminación del aire en el medioambiente. Por ejemplo, si alguien sufre un ataque cardiaco, ¿debería usar una mascarilla o un filtro de aire portátil en casa durante la recuperación?
El Dr. Rajagopalan y su equipo creen que es importante abordar el medioambiente como un factor de riesgo para la salud de la población y continuar investigando diligentemente estos problemas. Los autores también señalan que estos hallazgos deberían alentar a las administraciones a promulgar medidas destinadas a reducir la contaminación del aire.
La contaminación atmosférica es uno de los grandes retos para la salud pública mundial. De hecho, el 92% de la población del planeta respira aire contaminado en niveles peligrosos, según la OMS.