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El efecto inesperado de la metformina sobre el hígado
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Antidiabético

El efecto inesperado de la metformina sobre el hígado

Después de más de 50 años en activo, y con millones de usuarios diarios, el fármaco más utilizado para la diabetes tipo 2 no deja de sorprender. Lo último es su capacidad para reducir la inflamación, especialmente la hepática

Foto: Foto: Unsplash/@ostshem.
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Este viejo conocido para los introducidos en el mundo de la diabetes tipo 2 (pacientes, sanitarios, investigadores, etc) todavía mantiene casi intacta la capacidad de sorprender. Su gran eficacia en el control de la glucosa, su accesibilidad, su reducido coste y su seguridad cardiovascular son sus bazas fuertes, tanto que la OMS incluye la metformina en la lista de medicamentos esenciales.

Pero es mucho más que un simple antidiabético oral (por bueno que sea), y desde hace unos años numerosos grupos de científicos examinan otros efectos de la metformina más allá del control de la glucosa, como es la mejoría de la supervivencia de los pacientes con cáncer de páncreas, según reportan oncólogos del Hospital Johns Hopkins, en Baltimore (EEUU), en la revista 'Oncotarget' -una potencialidad que suscita un enorme interés- y promover un envejecimiento saludable, como postula un estudio del Instituto Salk, de La Jolla.

Foto: Foto: Unsplash/@walkingondream.

Este equipo californiano ha encontrado un nuevo efecto de la metformina: actuar contra la inflamación crónica. "Este hallazgo nos permite profundizar en lo que está haciendo la metformina a nivel molecular", dice Reuben Shaw, profesor del Laboratorio de Biología Celular y Molecular de Salk y autor principal del artículo, publicado en la revista 'Genes & Development'. "Esta comprensión más detallada del fármaco es importante porque hay un interés creciente en apuntar a estas vías no solo para la diabetes sino también para las enfermedades inmunitarias y el cáncer".

'Baile' de proteínas

Concretamente, los investigadores han encontrado que las mismas proteínas que son reguladas por la metformina controlan también aspectos de la inflamación. El antidiabético activa una proteína, llamada AMPK, que conserva la energía de una célula en condiciones de bajos nutrientes y que se activa naturalmente en el cuerpo después del ejercicio. En otros trabajos anteriores, Shaw descubrió que en las células sanas, la proteína AMPK inicia un efecto en cascada, regulando dos proteínas -Raptor y TSC2- que explican la capacidad de la metformina para inhibir el crecimiento de células tumorales.

placeholder Foto: Unsplash/@drew_hays.
Foto: Unsplash/@drew_hays.

Además, se han descubierto muchas proteínas y vías adicionales que regulan este fármaco, lo que abre un campo de potenciales efectos beneficiosos, de tal forma que en Estados Unidos se están llevando a cabo ensayos clínicos para evaluar su potencial terapéutico antienvejecimiento.

En la investigación que publica 'Genes & Development', llevada a cabo en ratones, el grupo del Instituto Salk desconectó genéticamente la proteína AMPK de las otras proteínas, de tal forma que no recibieron señales de AMPK, aunque sí pudieron funcionar normalmente y recibir información de otras proteínas.

Cuando estos ratones se sometieron a una dieta alta en grasas que desencadenó la diabetes, y luego recibieron tratamiento con metformina, esta ya no tuvo los mismos efectos en las células hepáticas que en los animales normalmente diabéticos. Los científicos encontraron que el efecto del fármaco en algunos genes relacionados con el metabolismo de las grasas estaba bloqueado.

Poder antiinflamatorio

Pero, sorprendentemente, muchos otros genes se relacionaron con la inflamación. Es decir, que el antidiabético normalmente abre vías antiinflamatorias, un efecto que necesita que AMPK, TSC2 y Raptor estén activos.

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Foto: Unsplash/@yunmai.

Los autores califican de extraordinario este hecho, y su importancia está en que las personas que sufren de obesidad y diabetes a menudo presentan inflamación crónica, lo que conduce a un aumento de peso adicional y otras enfermedades (cardiacas y accidentes cerebrovasculares). Por lo tanto, esta interrelación entre la metformina y las proteínas necesaria tanto para el control de la glucosa en sangre como de la inflamación revela cómo el medicamento puede tratar las enfermedades metabólicas de diferentes formas.

Estos nuevos datos sugieren que es necesario estudiar el uso potencial de la metformina en enfermedades inflamatorias, en particular en las hepáticas, como es el hígado graso, que cada vez afecta a más personas.

Este viejo conocido para los introducidos en el mundo de la diabetes tipo 2 (pacientes, sanitarios, investigadores, etc) todavía mantiene casi intacta la capacidad de sorprender. Su gran eficacia en el control de la glucosa, su accesibilidad, su reducido coste y su seguridad cardiovascular son sus bazas fuertes, tanto que la OMS incluye la metformina en la lista de medicamentos esenciales.

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