Menú
La proteína maestra que abre la puerta a la pastilla antiobesidad
  1. Bienestar
Inmunidad

La proteína maestra que abre la puerta a la pastilla antiobesidad

Se estrecha el círculo en torno a los mecanismos que nos llevan a engordar y a desarrollar diabetes o hígado graso. La dieta es un detonante para que una proteína active el proceso. La solución: neutralizar esa molécula

Foto: Foto: Unsplash/@daniloalvesd.
Foto: Unsplash/@daniloalvesd.

La pandemia de covid-19 ha eclipsado a otras que están sucediendo simultáneamente, incluso afectan a más personas y matan más, aunque parece que les hemos perdido el respeto a fuerza de estar familiarizados con ellas. Es lo que sucede con la obesidad, que padecen más de 1.900 millones de personas en el mundo y está detrás de, al menos, 2,8 millones de muertes cada año. Sin embargo, las dos pandemias tienen en común que carecen de una vacuna y de un fármaco eficaz que las cure y que concentran grandes esfuerzos de investigación. Y una última relación: la obesidad es un factor de riesgo para enfermar más gravemente de covid-19.

Para la obesidad se abre una nueva esperanza a raíz de los hallazgos realizados por un equipo de investigación internacional dirigido por José Antonio Enríquez y David Sancho, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). El descubrimiento, que se ha publicado en 'Nature Metabolism', consiste en que al suprimir el efecto de una proteína (Fgr) se bloquea el 'sistema' que favorece la inflamación crónica que acompaña a la obesidad y al síndrome metabólico (diabetes, hígado graso), y esto puede ser el primer paso para diseñar fármacos (inhibidores de la proteína) para el tratamiento de la obesidad y sus complicaciones.

"Hemos identificado algunas moléculas potencialmente interesantes. A partir de aquí, es un reto complicado, pero no imposible"

"Idealmente seria de gran utilidad obtener un fármaco específico, que pudiese administrarse por vía oral, y que pudiese inhibir la función de esta proteína en la mitocondria, el principal orgánulo productor de energía de la célula", explican a Alimente los directores del estudio, que se muestran razonablemente optimistas: "Lo interesante de esta proteína es que es una proteína soluble, y que podemos obtenerla pura, lo cual facilita mucho los estudios preliminares de diseño de nuevos fármacos. De hecho, junto con la Universidad de Santiago de Compostela, ya hemos identificado algunas moléculas potencialmente interesantes. A partir de aquí, es un reto complicado, pero no imposible".

Grasa inflamatoria

El siguiente paso es hacer ensayos de farmacología muy detallados que permitan discernir entre la Fgr y otras proteínas similares y así evitar efectos adversos. "El hecho de que la sola ausencia de Fgr en las células de sistema inmune sea capaz de proteger frente a obesidad, la hace una diana más atractiva, ya que facilitaría los tipos de tratamientos y eliminaría los problemas de dirigir el fármaco de manera específica a diferentes tejidos", añaden.

placeholder Foto: Unsplash/@bonniekdesign.
Foto: Unsplash/@bonniekdesign.

El origen de esta esperanza terapéutica está en que la proteína Fgr está involucrada en 'la conversión' de los macrófagos (unas células del sistema inmunitario) M2 del tejido adiposo de tipo antiinflamatorio -que desactivan cualquier proceso que altere la función normal de ese tejido- a macrófagos M1, proinflamatorios". Ese cambio sucede cuando hay estrés oxidativo, presente en personas obesas y relacionado con dietas ricas en grasas. En el artículo de 'Nature Metabolism' se ha comprobado en ratones que suprimir la Fgr afecta a esa transformación de M2 a M1 y previene la obesidad causada por una dieta abundante en grasas.

En realidad, las grasas no son las únicas responsables. "El exceso de nutrientes, en general, puede hacer que aumente la generación de estrés oxidativo a nivel celular y, más específico, a nivel mitocondrial", matizan los directores del estudio. "Se sabe que un consumo excesivo de grasas lo causa, pero si esa dieta rica en grasas se combina además con una dieta abundantes en carbohidratos y proteínas, aumenta aún más el estrés oxidativo con consecuencias más agravantes para el organismo".

Foto: Foto: iStock.
TE PUEDE INTERESAR
La comida que inflama tu cuerpo (y la que no)
Ángeles Gómez

Por tanto, la dieta parece la piedra angular para reducir el estrés oxidativo y, sobre todo, rebajar la ingesta calórica -consumir menos nutrientes o nutrientes de menor contenido energético-. Tampoco hay que pasar por alto que "ciertos alimentos contienen antioxidantes 'naturales', tales como ciertas vitaminas, los carotenos o las poliaminas, presentes en los quesos curados y carnes", apuntan Enríquez y Sancho.

Además, también existen ciertos suplementos con estos compuestos antioxidantes en el mercado, aunque "aún se discute si estos compuestos pueden tener un efecto antioxidante en todo el organismo, es decir, afectando por ejemplo a las células del sistema inmunitario en el tejido adiposo".

El patógeno es la dieta

El nuevo trabajo sigue la línea de otros anteriores de este grupo sobre la relación entre el estrés que provoca en el organismo el exceso de ingesta de nutrientes con la activación del sistema inmunitario. "Son mecanismos similares a los que activan una respuesta frente a organismos patógenos, pero en este caso el patógeno es, por así decirlo, la propia dieta", ilustran. "Si no se cambian los hábitos dietéticos o se aumenta el gasto en energía, se produce una inflamación crónica, aumentando los efectos nocivos sobre el metabolismo". De aquí, vuelven nuevamente a lo planteado en el 'Nature Metabolism', "un fármaco que pudiese controlar la activación de Fgr permitiría mitigar este efecto pernicioso de la inflamación, incluso aunque no se modifique el estilo de vida".

placeholder Foto: Unsplash/@bonniekdesign.
Foto: Unsplash/@bonniekdesign.

Relaciones peligrosas

Esa interconexión entre el sistema inmunitario, inflamación y obesidad también tiene un importante impacto en la pandemia por el coronavirus. David Sancho y José Antonio Enríquez argumentan: "La obesidad es un factor de riesgo frente a la infección con el SARS-CoV-2. Un exceso de tejido adiposo inflamado en personas con obesidad podría exacerbar aún más la inflamación causada por el virus, exponiéndolos a niveles peligrosamente elevados de moléculas inflamatorias, en comparación con los sujetos delgados".

Otra pieza de esta red de interconexiones es el déficit de vitamina D, que "debilita la función de nuestras defensas, así como una alteración de la microbiota (los microorganismos que viven en nuestro intestino), que también 'educa' a nuestro sistema inmunitario".

Como en la pandemia de covid-19, también para la de la obesidad hay prometedoras vías terapéuticas sobre la mesa (de la investigación) a la espera de que los ensayos clínicos confirmen su validez y se hagan realidad en forma de pastillas.

La pandemia de covid-19 ha eclipsado a otras que están sucediendo simultáneamente, incluso afectan a más personas y matan más, aunque parece que les hemos perdido el respeto a fuerza de estar familiarizados con ellas. Es lo que sucede con la obesidad, que padecen más de 1.900 millones de personas en el mundo y está detrás de, al menos, 2,8 millones de muertes cada año. Sin embargo, las dos pandemias tienen en común que carecen de una vacuna y de un fármaco eficaz que las cure y que concentran grandes esfuerzos de investigación. Y una última relación: la obesidad es un factor de riesgo para enfermar más gravemente de covid-19.

Obesidad
El redactor recomienda