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10 nuevos mitos del covid: desde la retención de la vacuna hasta fármacos que curan
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Desmontando 'fake news'

10 nuevos mitos del covid: desde la retención de la vacuna hasta fármacos que curan

A medida que avanza el impacto de la pandemia y mejora nuestra comprensión de la enfermedad y sus causas, el debate internacional entre expertos va cambiando. Comentamos este análisis con un experto

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La idea tiene más que sentido común. Todos los datos y estadísticas que nos bombardean a diario sobre el covid-19 se basan en cifras disponibles en el momento de la publicación científica, un hito histórico precipitado por la pandemia que nos asola.

Pero con una nube tan extensa de datos, muchas de estas informaciones pueden estar desactualizadas. Es por ello que, a principios de este año, 'Medical News Today' publicó dos artículos diseñados para acabar con algunos mitos comunes asociados con la pandemia: uno se publicó inicialmente en febrero y otro en junio.

A medida que avanza el impacto del covid-19 y mejora nuestra comprensión de la enfermedad y sus causas, la forma de la discusión online entre expertos va cambiando. Es por ello que también se han transformado muchos de los conceptos que teníamos. El Dr. E. Hanh Le, director médico de Healthline Media; la Dra. Lindsay Slowiczek, gerente de Integridad del Contenido de Medicamentos, y la Dra. Jenny Yu, gerente sénior de Integridad Médica, describen estos diez mitos de la pandemia.

1. La tasa de mortalidad

En los Estados Unidos, "los casos están aumentando pero la tasa de mortalidad es relativamente baja; esto significa que el virus es menos mortal y no debemos preocuparnos. Las tasas de casos de infección, las tasas de hospitalización y las tasas de mortalidad a menudo se rastrean entre sí. Por ejemplo, cuando una sube, los demás también ascienden. Sin embargo, ese no es siempre el caso. Todo depende mucho de la salud general de las personas de la comunidad, de la rapidez y la amplitud con que pudieron acceder a las pruebas y el tratamiento de la enfermedad, y de la preparación de las comunidades para manejar los casos más graves", señala el análisis.

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En muchas áreas, "hemos visto un alto número de casos pero una baja tasa de mortalidad. La explicación probable está relacionada con el hecho de que las personas de la comunidad tienen mejor acceso a las pruebas, lo que aumenta el número de casos, y los tratamientos, lo que reduce las tasas de mortalidad. Cuando la pandemia llegó por primera vez a los EEUU, muy pocas comunidades tenían pruebas disponibles", documentan los expertos.

Ahora son más accesibles, "además de que sabemos mucho más sobre el virus, por lo que podemos tratarlo mejor, previniendo casos graves que llevarían a la muerte. Dicho esto, estamos viendo que las personas más jóvenes están desarrollando covid-19 (incluso en sus 20 años) y transmitiéndolo a otros miembros en la comunidad. Sin embargo, la probabilidad de morir por su causa aumenta con la edad y es más común en personas con afecciones médicas subyacentes. Todavía no tenemos una cura o un tratamiento definitivo que funcione para todos. No tenemos una receta clara para un tratamiento exitoso, especialmente en poblaciones vulnerables. Desafortunadamente, debido a que todavía estamos aprendiendo más sobre el virus SARS-CoV-2, no sabemos cuáles son las complicaciones a largo plazo para las personas que han tenido la infección y se han recuperado", agregan.

Valoración. En declaraciones a Alimente, Christian Gortázar, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha, que formó parte del Proyecto Antigone (Anticipating the Global Onset of Novel Epidemics) y que actualmente es jefe del grupo SaBio del IREC, determina: "Claro que debemos preocuparnos. El peligro de SARS-CoV-2 no está en su letalidad, que es mucho menor que en SARS-CoV-1 o en MERS, sino en su extrema transmisibilidad: al ser capaz de difundirse con tantísimo éxito, infectará a tantas personas que, por baja que sea su letalidad, la mortalidad causada resulta dramática, insoportable".

2. Letalidad exagerada

Como sucede con cualquier evento que se desarrolla rápidamente, particularmente uno que tenga un impacto global, puede ser difícil determinar cuál es su mortalidad real. "Cuando se trata de eso, es complicado entender las estadísticas, como las tasas de casos, las cifras de hospitalización y las tasas de mortalidad, cuando se cuentan por millones". En cambio, "¿qué otra afección hay en Medicina Clínica en la que pasar tiempo, solo unos minutos, con una persona con la infección podría llegar a provocar una infección tan grave como para ser hospitalizado o necesitar respiración asistida?", se preguntan los autores.

"¿Qué otra enfermedad infecciosa conocemos que haya provocado más de 38 millones de casos con más de 1 millón de muertes en 8 meses?"


Antes del covid, lo lógico es pensar en la meningitis, neumonía, gripe, etc. "¿Qué otra enfermedad infecciosa conocemos que haya provocado más de 38 millones de casos en todo el mundo, con más de 1 millón de muertes en el transcurso de ocho meses? Aunque la pandemia ha afectado a ciertas comunidades de manera más desproporcionada que a otras, también nos ha recordado que todos somos vulnerables. Tenemos mucha suerte de que el virus no mate a todos los que han tenido la infección, pero, según la mayoría de las mediciones de datos, los médicos como yo no subestimamos lo mortal que ya ha sido o lo mortal que puede seguir siendo si no somos diligentes y conscientes de protegernos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y a los demás en nuestra comunidad", comenta el Dr. E. Hanh.

Valoración. Górtazar defiende: "No creo que se exagerase intencionadamente la letalidad del virus. Lo que ocurre es que, al principio de la pandemia, la información era insuficiente y, como se detectaban principalmente los casos sintomáticos, la tasa de letalidad parecía mayor. Los asintomáticos, en cambio, también están ahí y cuentan a la hora de calcular la letalidad. Además, existen indicios de que la letalidad ha disminuido a lo largo del tiempo, independientemente de la edad del paciente, como sugieren varios estudios a punto de publicarse. Eso puede ser debido a muchos factores, desde cambios en el patógeno o el hospedador, pasando por un efecto del uso de mascarillas sobre la dosis de infección, hasta la mejora de los protocolos de atención y tratamiento a los infectados".

3. Es solo una mala gripe

"Algunas personas que desarrollaron covid-19 tuvieron suerte porque no notaron ningún síntoma o solo experimentaron síntomas leves. Sin embargo, decir, como una declaración general, que es como una gripe fuerte es peligrosamente inexacto porque descuenta a los cientos de miles de personas que solo en los EEUU han muerto por su causa". Además, se insiste en el artículo, "si bien el virus influenza en sí mismo puede ser mortal, la gripe estacional no suele tener tasas de hospitalización tan altas como el covid-19. Parte de la razón de esto es que tenemos vacunas y tratamientos para la gripe".

También nos preocupa que, a medida que se acerca el invierno, "las personas puedan contraer ambos virus, ya sea al mismo tiempo o uno tras otro. Existe una preocupación particular de que tener una de las condiciones puede poner a alguien en mayor riesgo para la otra, y tener ambas al mismo tiempo podría ser particularmente peligroso, si no mortal".

Valoración: "El covid-19 tiene algunos aspectos en común con la gripe, como la transmisión aérea, la estacionalidad y, sobre todo, su capacidad para saturar las capacidades sanitarias. Pero, a diferencia de la gripe, implica periodos más largos de estancia hospitalaria, con una mayor proporción de pacientes requiriendo cuidados intensivos y, eventualmente, respiración artificial. Esa diferencia es clave, pues mientras el sistema sanitario se estresa pero no se colapsa durante un pico de gripe estacional, sí lo hace cuando el covid-19 supera sus capacidades", asevera el jefe del grupo SaBio del IREC.

4. Nos estamos acercando a la inmunidad colectiva

Se produce cuando la mayoría de las personas son inmunes a una enfermedad, por lo que la propagación es poco probable. La inmunidad colectiva se puede lograr mediante vacunación o infección natural. "En total, el 70% de la población general (unos 200 millones de personas) necesitará recuperarse del covid-19 para lograr la inmunidad colectiva. Sin embargo, esto depende de si esta es duradera. Desafortunadamente, no hemos visto pruebas claras de si contraer y recuperarse de una infección por SARS-CoV-2 conducirá a una inmunidad protectora a largo plazo. Actualmente contamos con 7,8 millones de casos en los EEUU. Y más de 38 millones de casos en todo el mundo. No estamos cerca de las tasas necesarias para la inmunidad colectiva", documentan los expertos.

"El 70% de la población general (unos 200 millones de personas) necesitará recuperarse del covid para lograr la inmunidad colectiva"

Por último, pero no menos importante, la inmunidad colectiva solo ocurre cuando la comunidad es diligente en el empleo de estrategias de control de infecciones. "Cuando muchas personas abandonaron la vacuna contra el sarampión, la inmunidad colectiva y el control que teníamos sobre la enfermedad desaparecieron, lo que provocó brotes en los estados de Washington y Nueva York en 2019", insisten.

Valoración: "Favorecer infecciones masivas para lograr la inmunidad colectiva es una irresponsabilidad. La inmunidad de rebaño llegará con el tiempo, bien por la administración masiva de vacunas eficaces, bien por la difusión progresiva del virus. Y es posible que esté más cerca de lo que se pensaba. La mayor parte de los estudios sobre anticuerpos realizados hasta la fecha, incluido el ENECOVID español, se basan en pruebas que emplean la nucleocápside como antígeno. Y acaba de descubrirse que los anticuerpos frente a nucleocápside son de corta duración, pero que la infección con SARS-CoV-2 también provoca la producción de otros anticuerpos, frente a otros antígenos del virus como spike o RBD, los cuales tienen mayor duración. Si esto es así, no solo resulta que se ha subestimado la seroprevalencia y se ha perdido tiempo y dinero en pruebas de menor utilidad, sino que –esa es la buena noticia– la inmunidad es más duradera de lo que se pensaba", declara el experto español.

5. El distanciamiento debilita el sistema inmunológico

"El distanciamiento físico es necesario para disminuir el riesgo de transmitir una enfermedad. De hecho, lo hemos estado empleando durante generaciones (si no durante miles de años como raza humana) para prevenir la propagación de enfermedades. La investigación también ha demostrado que podemos ayudar a nuestro sistema inmunológico a combatir mejor las infecciones mediante técnicas controladas, como la vacunación, que tiene más éxito que permitir que nuestro sistema inmunológico se enfrente a enfermedades de forma incontrolada mediante la exposición personal aleatoria".

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Sin embargo, incluso con ella, "las enfermedades transmisibles, como los resfriados, la gripe y la neumonía, son causadas por virus y bacterias que son altamente contagiosos, por lo que trabajamos incansablemente para limitar la exposición de personas sanas a personas enfermas", se apoya en el documento.

Valoración. Para el científico español, "el distanciamiento físico es nuestra mejor defensa frente a la pandemia. Alejamiento, mascarillas e higiene. No obstante, esto no resta importancia a una posibilidad: la de que, con tanta higiene, aumenten temporalmente los procesos alérgicos, pero aún no estamos en esa batalla".

6. El covid-19 es causado o exacerbado por 5G

"5G es el estándar tecnológico de quinta generación para redes celulares de banda ancha. Es un tipo de onda de radio que se digitaliza, por lo que mejora la transmisión y capacidad de los datos. No hay evidencia que sugiera una relación de causa-efecto entre las ondas de radio, sus frecuencias y la transmisión viral".

Valoración: "Suscribo totalmente la última frase".

7. Las mascarillas hacen más daño que bien

"Son una barrera protectora que disminuye los contagios de enfermedades que se transmiten por el aire tanto para la persona que la usa como para las que la rodean. Previene la transmisión de infecciones a través de gotitas de boca y nariz. Un uso prolongado de máscaras no disminuye la oxigenación ni aumenta los niveles de dióxido de carbono para los profesionales médicos, y no causa ninguna de esas preocupaciones en la población general de hoy".

Más allá de la atención médica, durante décadas, los trabajadores industriales y de la construcción también las han usado para protegerse de microorganismos y productos químicos peligrosos. Las investigaciones no han demostrado que el uso prolongado de mascarillas tenga efectos negativos en la salud general de una persona.

Valoración: "No hay duda sobre la utilidad de las mascarillas. Incluso, se ha sugerido que usarlas puede reducir la exposición en cuanto a dosis, contribuyendo a una menor severidad de los casos, una especie de 'vacunación' casual. Pero lo importante es su utilización cuando nos encontremos en interiores, sobre todo si están mal ventilados, y usarlas bien: modelos adecuados y sin dejar huecos por los que pueda pasar el aire, como recuerda un estudio de 'The New England Journal of Medicine'. En interiores, además del uso de mascarillas, es importante cuidar la ventilación y valorar la oportunidad de un filtrado HEPA", concreta el experto español.

8. Los médicos ya lo pueden curar

Todavía no existe cura. "Sin embargo, los trabajadores de la salud y los investigadores están aprendiendo más sobre esta enfermedad todos los días, y existe evidencia acumulada sobre qué tratamientos de apoyo pueden ayudar a reducir su duración y gravedad. Por ejemplo, los médicos suelen administrar esteroides a personas graves y muchos también reciben remdesivir, un medicamento que trata los virus. Por el contrario, la evidencia ahora ha demostrado de manera concluyente que la hidroxicloroquina no es un tratamiento eficaz".

"El covid-19 sigue matando. A veces, de forma tan fulminante que ni la mejor de las atenciones sanitarias puede remediarlo"

Todavía se están realizando ensayos clínicos "para determinar la eficacia y seguridad de otros tratamientos, como el plasma de personas convalecientes. Ha habido un progreso emocionante en la investigación de la terapia de la enfermedad, pero todavía tenemos mucho que aprender. La buena noticia es que, a medida que sepamos más sobre el virus que causa la pandemia, podremos tratar mejor a las personas con una infección por SARS-CoV-2 para que menos personas mueran por su culpa", documentan los expertos de EEUU.

Valoración: "La forma de tratar a un paciente y los protocolos establecidos en función de signos y gravedad han mejorado inmensamente a lo largo de 2020, dando lugar a una esperanza mucho mayor de superar la enfermedad. Pero, aunque siguen evolucionando e incorporando todos los resultados de la investigación, no hay que engañarse: el covid-19 sigue matando. A veces, de forma tan fulminante que ni la mejor de las atenciones sanitarias puede remediarlo", explica Christian Górtazar.

9. Big Pharma está reteniendo la vacuna

"No. El proceso de ensayo clínico requerido para identificar vacunas seguras y efectivas lleva años en la mayoría de los casos. El desarrollo de esta no es diferente. Este cronograma es necesario para determinar cómo funcionará una vacuna en una población a gran escala".

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También es necesario identificar los efectos secundarios que pueden ocurrir semanas o meses después de que una persona recibe una vacuna. Además, una vez que se identifica una vacuna candidata adecuada, las empresas necesitarán tiempo para ampliar sus procesos de fabricación para que la vacuna esté disponible para la mayor cantidad de personas posible".

También es importante recordar que, incluso una vez que la vacuna esté disponible, primero debe administrarse a quienes más la necesitan, incluidos los trabajadores de la salud que brindan servicios médicos a pacientes. Además, se debe dar prioridad a las personas de la comunidad que son más vulnerables a la pandemia y sus complicaciones, incluidos los ancianos y aquellos con afecciones crónicas, como cáncer, enfermedades pulmonares (asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica) u otras condiciones que debilitan el sistema inmunológico.

Valoración: "Uno más de los bulos en torno a las vacunas. No merece la pena dedicarle tiempo. Basta con saber que, tras pasar todas las pruebas de seguridad y eficacia, terminará habiendo vacunas, posiblemente en 2021. No será la bala de plata –también sigue habiendo gripe aunque haya vacunas–, pero desde luego contribuirán en alguna medida a mejorar la situación", alega el doctor Gortázar.

10. Los antivirales y los esteroides pueden curar el covid

Los antivirales combaten el virus que causa la enfermedad y los esteroides ayudarán a disminuir las posibilidades de una respuesta inmune excesivamente entusiasta, lo que contribuye a algunas muertes por su causa. "Los científicos han demostrado que los esteroides reducen la gravedad y el impacto de un estado hiperinflamatorio, que también se denomina tormenta de citocinas. Sin embargo, la evidencia que respalda estos tratamientos no es concluyente y se necesita más investigación para determinar quién se beneficiaría más de ellos".

La eficacia de cualquier opción de tratamiento también depende del estado y las condiciones médicas subyacentes de una persona. Una persona con enfermedades comórbidas preexistentes graves y un estado de salud gravemente debilitado seguirá teniendo dificultades para combatir la infección, sin importar como de fuertes sean las opciones de tratamiento y cómo de efectivas hayan sido en los ensayos clínicos en la población general.

Valoración: "Desafortunadamente, las esperanzas puestas en algunos tratamientos se han ido diluyendo conforme han ido avanzando los estudios científicos controlados. Además, es muy probable que existan tratamientos muy apropiados para un perfil de paciente, por ejemplo, los más leves, que resulten inapropiados para los más graves, o viceversa. Es evidente que la medicina ha mejorado espectacularmente en su éxito a la hora de atender", pero queda mucho por investigar. La nota positiva es que algunos de los tratamientos que se descubran o adapten para el covid-19 tendrán aplicación para otros problemas en el futuro", concluye el científico Górtazar.

La idea tiene más que sentido común. Todos los datos y estadísticas que nos bombardean a diario sobre el covid-19 se basan en cifras disponibles en el momento de la publicación científica, un hito histórico precipitado por la pandemia que nos asola.

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