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Identificada una vía que ayuda a reducir el riesgo de tener alzhéimer
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Identificada una vía que ayuda a reducir el riesgo de tener alzhéimer

Hipertensión y aterosclerosis predisponen a la demencia, para la que no hay remedio. Un estudio dirigido por Valentín Fuster encuentra que un riesgo cardiovascular aumentado reduce el metabolismo cerebral antes de que aparezca el deterioro mental

Foto: Foto: Unsplash/@rodlong.
Foto: Unsplash/@rodlong.

Más de un millón de personas en España tienen alzhéimer, el tipo de demencia más frecuente entre la población, aunque su impacto alcanza a más de cuatro millones. El riesgo es mayor a partir de los 60 años y aumenta con la edad, de tal manera que si en la franja de 65 a 74 años se diagnostican dos casos entre mil individuos, a partir de los 85 sobrepasa el 37 por mil.

El problema va a más por el envejecimiento de la población, y las previsiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son alarmantes: en el año 2030 habrá más de 82 millones de personas con demencia, y en 2050 serán más de 150 millones. Y lo peor es que, de momento, no hay cura, por eso la mejor opción es identificar de forma precoz –antes de que aparezcan los primeros síntomas– quiénes van a desarrollar la enfermedad para actuar cuanto antes.

Existe una asociación entre metabolismo cerebral, riesgo cardiovascular y aterosclerosis años antes de que aparezcan los primeros síntomas de demencia

En este escenario se comprende bien el alcance de la investigación desarrollada por un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), en colaboración con el Banco de Santander y expertos en neuroimagen del centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall (el Barcelona βeta Brain Research Center, BBRC), que demuestra que existe una asociación entre el metabolismo cerebral, el riesgo cardiovascular y la aterosclerosis durante la mediana edad (alrededor de los 50), mucho tiempo antes de que aparezcan los primeros síntomas.

La información, publicada en el 'Journal of the American College of Cardiology' (JACC), es muy relevante porque, asegura el Dr. Valentín Fuster, director general del CNIC, abre la posibilidad de intervenir sobre la enfermedad cardiovascular para prevenir la evolución de la demencia, que carece de tratamiento. “A pesar de que todos sabemos la importancia de cuidarse y controlar los factores de riesgo cardiovascular para evitar un infarto, el hecho de que estén relacionados con el deterioro del estado cognitivo puede hacer que haya una mayor conciencia de la necesidad de adquirir hábitos saludables a edades más jóvenes de la vida”, reflexiona.

El estudio

Con frecuencia, la demencia y los problemas cerebrovasculares coexisten en las fases avanzadas de las dos enfermedades, pero no se había documentado esa relación en etapas tempranas. Ahora, la investigación del CNIC constata que muchos años antes de que se manifiesten los primeros síntomas del deterioro cognitivo, la presencia de aterosclerosis y de factores de riesgo cardiovascular clásicos (hipertensión arterial, obesidad, colesterol elevado) se asocia con un metabolismo cerebral más bajo en las zonas relacionadas con las demencias del tipo alzhéimer.

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Foto: iStock.

Para llegar a este hallazgo, los autores han evaluado el metabolismo cerebral de más de 500 participantes del Estudio Pesa-CNIC-Santander (un trabajo prospectivo que incluye a más de 4.000 personas asintomáticas de alrededor de 50 años de edad, en las que, desde el año 2010, se está evaluando la presencia y desarrollo de aterosclerosis subclínica) que ya tienen placas de aterosclerosis en sus arterias. Marta Cortés-Canteli, autora principal de la investigación, refiere que en este grupo “un mayor riesgo cardiovascular se asocia a un menor metabolismo cerebral en zonas parieto-temporales implicadas en funciones como la memoria espacial y semántica y distintas formas de aprendizaje”.

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Juan Domingo Gispert, responsable del grupo de Neuroimagen del BBRC, confirma que esas áreas coinciden con “las que se ven afectadas por la enfermedad de Alzheimer, por lo que estos participantes sanos podrían presentar una mayor vulnerabilidad a esta patología".

De entre los factores de riesgo cardiovascular modificables que están más implicados con la reducción en el metabolismo cerebral, los investigadores han determinado que la hipertensión es el más relevante. Además, cuanto mayor es la placa de aterosclerosis en las arterias carótidas, más bajo es el metabolismo cerebral de las regiones relacionadas con el desarrollo de demencia. “Lo que hemos encontrado en este estudio es que los mismos factores de riesgo que dañan el corazón y las grandes arterias, y en particular la hipertensión, están íntimamente relacionados con una disminución del metabolismo cerebral años antes de la aparición de los síntomas”, insiste el Dr. Fuster.

Implicaciones prácticas

Los investigadores aspiran a arrojar luz al conocimiento que permita establecer estrategias preventivas para el deterioro cognitivo, similares a las encaminadas a prevenir las enfermedades cardiovasculares. Para tener éxito, la primera incógnita que habría que despejar es si en los diez años que han transcurrido desde que comenzó el estudio Pesa-CNIC-Santander hasta el trabajo actual se ha encontrado un punto de inflexión entre la ausencia de signos de enfermedad vascular y la disminución del metabolismo cerebral.

Cortés-Canteli explica a Alimente que, de momento, solo se han analizado las imágenes cerebrales en la primera visita, por lo que “a día de hoy, solo tenemos una foto de ese momento”, que es insuficiente para determinar si existe un punto crítico. Pero “ese es uno de los siguientes pasos del estudio: ver cómo ha evolucionado a lo largo de los años el metabolismo cerebral y comprobar si los individuos con más factores de riesgo cardiovascular, o más aterosclerosis subclínica, presentan años después un hipometabolismo más pronunciado en las mismas áreas, o si se ha expandido a otras áreas cerebrales”.

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Foto: iStock.

Así pues, la investigación corrobora la caída del metabolismo cerebral en personas asintomáticas con riesgo cardiovascular, pero no el momento en el que comienza, de forma que de cara a prevenir el desarrollo de demencia en el futuro, “cuanto antes se eviten los factores de riesgo cardiovascular, mejor”, enfatiza la científica.

Entre los factores de riesgo cardiovascular relacionados con el deterioro cognitivo, la hipertensión es el más relevante, pero es una enfermedad silenciosa y muchos afectados ignoran que la padecen. La pregunta es: ¿todos los ciudadanos deberían empezar a controlar su tensión a edades tempranas (a partir de los 20 años, por ejemplo). Cortés-Canteli no manifiesta ninguna duda al respecto: “La hipertensión daña los vasos cerebrales estructural y funcionalmente, y sabemos que cuando se sufre en la mediana edad es un factor de riesgo para padecer demencia más adelante. Por tanto, la hipertensión debería ser siempre controlada, se tenga la edad que se tenga”.

El peso de los genes

Existe la creencia generalizada de que la enfermedad de Alzheimer tiene un origen genético y que solo afecta a quienes tienen antecedentes familiares. Es una verdad a medias, porque el alzhéimer familiar apenas representa el 5% de los casos y se suele desarrollar antes de los 60 años. “El 95% de los enfermos tiene alzhéimer esporádico, y debuta en edades más avanzadas”, matiza la científica, y hasta un tercio de los casos de demencia se atribuyen a factores de riesgo cardiovascular modificables (es en estos en los que tiene impacto el trabajo del 'JACC').

El nuevo resultado es relevante, pero la investigación no está cerrada y en estos momentos toca comprobar si las personas con bajo metabolismo cerebral ahora ya venían arrastrando problemas de memoria desde tiempo atrás. Actualmente es la demencia la que está en el objetivo de la medicina preventiva, y la buena noticia es que está a nuestro alcance modificar el riesgo vascular para prevenir el deterioro mental asociado al envejecimiento.

Más de un millón de personas en España tienen alzhéimer, el tipo de demencia más frecuente entre la población, aunque su impacto alcanza a más de cuatro millones. El riesgo es mayor a partir de los 60 años y aumenta con la edad, de tal manera que si en la franja de 65 a 74 años se diagnostican dos casos entre mil individuos, a partir de los 85 sobrepasa el 37 por mil.

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