Intrusismo en cirugía estética, un serio peligro para la salud
La preocupación por la imagen es grande en la sociedad actual y cada vez son más los que se someten a intervenciones para mejorar su aspecto. No hay que banalizarlas, sino ponerse siempre en manos de cirujanos especialistas
En las tres últimas décadas hemos asistido a un incremento notable de los tratamientos estéticos, tanto médicos como quirúrgicos. Las razones que explican este cambio son variadas. Por un lado, los avances de las técnicas quirúrgicas y anestésicas han permitido reducir los riesgos y mejorar los resultados. Por otro, cada vez existe más información entre la población general. Pero también hay motivos de carácter social: las nuevas maneras de comunicarnos y de poner en valor la propia imagen.
Nos movemos en un mundo en constante transformación que provoca cambios en los cánones de belleza y lleva a las clases populares a recurrir a tratamientos, antes reservados a las personas más influyentes o con mayor poder adquisitivo. Todo ello ha elevado considerablemente las cifras de cirugías estéticas realizadas en España, hasta alcanzar en 2017 unas 400.000 intervenciones. Puede decirse, pues, que hoy el interés de las personas por las formas va más allá de la propia función.
La corrección de un defecto estético mejora el estado emocional e influye positivamente en la calidad de vida
La OMS (Organización Mundial de la Salud) define la salud como el completo bienestar físico, psíquico y social. Y ese es el objetivo que persigue la cirugía estética: ayudar a las personas a sentirse mejor. En la mayoría de los casos la corrección de un defecto o de una malformación estética permite superar complejos, mejora el estado emocional y físico, e influye muy positivamente en la calidad de vida del paciente y en su relación con el entorno.
Consecuencias de la banalización
Pero, al lado de los beneficios que supone para la población general el hecho de tener a su alcance tratamientos estéticos, aparece un efecto no deseado: su banalización, lo que puede suponer que muchos pacientes acudan a personas no profesionales que realizan cirugías sin poseer un título oficial, la formación adecuada o la experiencia necesaria. Esto es lo que se conoce como intrusismo profesional.
Hasta hace poco tiempo, cuando alguien se planteaba acudir a un cirujano plástico, con frecuencia, seguía las recomendaciones de otros pacientes o de familiares y amigos. En la actualidad, los líderes de opinión, los influencers y las redes sociales captan la atención de los jóvenes, son sus referentes y tienen un peso importante en la toma de decisiones.
Tenemos más información que nunca y accedemos a ella de manera sencilla e inmediata. De ello deriva una nueva necesidad: capacidad para contrastarla. Antes de decidir debemos saber en qué consiste la intervención quirúrgica a la que vamos a someternos, disponer de datos sobre el médico que va a llevarla a cabo y también de la clínica donde se va a realizar. Sin duda, el éxito de una cirugía estética depende de la elección del cirujano, de las expectativas del paciente y de una correcta comunicación entre ambos.
Garantías profesionales
En nuestro país para ser cirujano plástico, estético y reparador se requiere haber obtenido la carrera de Medicina, con una duración de seis años, y posteriormente realizar la especialidad en un hospital durante cinco años, una vez aprobado el MIR (médico interno residente). Asimismo, es imprescindible una formación y actualización constantes a lo largo de la vida profesional.
Por otro lado, la cirugía reparadora y la cirugía estética se solapan y se potencian. Es decir, cirugía plástica y cirugía estética son dos términos asociados a una misma especialidad y el hecho de identificarlos conjuntamente supone una mayor garantía de calidad para los pacientes.
En España existen 2 sociedades científicas que agrupan a la mayoría de los cirujanos plásticos y estéticos con titulación oficial y solvencias ética y profesional: la SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética) y la AECEP (Asociación Española de Cirugía Estética Plástica). A través de dichas asociaciones y de los colegios de médicos, los futuros pacientes pueden informarse de la titulación, formación y experiencia de sus médicos.
De momento, no existe en nuestro país una ley que regule el intrusismo en medicina, lo que supone que cualquier médico puede ejercer funciones propias de cualquier especialidad, mientras no se publicite como tal. En el ámbito de la cirugía estética, debido al auge y potencial económico de la misma, es donde más ha aumentado el intrusismo laboral. En el momento actual, el Senado ha aprobado una enmienda para instar al Gobierno a la regulación de las especialidades vía MIR y especialmente en la de Cirugía Plástica y Estética.
Es muy importante tener en cuenta que la cirugía estética es un acto quirúrgico, que debe ser realizado por médicos especialistas. En general, los resultados de la cirugía estética son muy gratificantes si la indicación está bien hecha, si se utilizan las técnicas adecuadas y si ha habido una correcta comunicación entre médico y paciente. Pero, como cualquier otra cirugía, requiere de una preparación exhaustiva del paciente antes del procedimiento y una recuperación después de la intervención, sin olvidar que en algunos casos pueden presentarse complicaciones. No deberíamos olvidar la importancia que tiene poner nuestra salud en las mejores manos.
Angel Juárez Cordero es jefe de Servicio de Cirugía Plástica y Estética. Hospital La Zarzuela. Madrid. Miembro de la SECPRE y de la AECEP
www.doctorangeljuarez.com @dr.angeljuarez
En las tres últimas décadas hemos asistido a un incremento notable de los tratamientos estéticos, tanto médicos como quirúrgicos. Las razones que explican este cambio son variadas. Por un lado, los avances de las técnicas quirúrgicas y anestésicas han permitido reducir los riesgos y mejorar los resultados. Por otro, cada vez existe más información entre la población general. Pero también hay motivos de carácter social: las nuevas maneras de comunicarnos y de poner en valor la propia imagen.
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