Qué debes comer (y qué no) cuando tienes piedras en el riñón
Esta dolencia tan molesta como común puede mitigarse con una dieta adecuada. Beber agua, reducir la sal y proteínas, así como tomar aceite de oliva virgen extra es más que necesario
Aunque para muchos pueda parecer una afección ajena y muy poco probable, la litiasis renal es la tercera patología urológica más frecuente, solo por detrás de las infecciones y la patología prostática. Su prevalencia en España es del 5,06%, siendo más habitual en hombres que en mujeres y siempre a partir de los 20 años —la máxima se sitúa entre los 40 y los 60 años—. Pero ¿en qué consisten realmente los cálculos renales? Conocidos comúnmente como piedras en el riñón, esta afección se produce cuando los minerales o las sales ácidas que forman parte de la orina se cristalizan, creando una masa sólida que puede permanecer ahí un tiempo indefinido, desplazarse hasta el uréter o despedirse a través de la orina.
“Expulsar los cálculos renales puede ser bastante doloroso, pero, en general, los cálculos no producen daños permanentes si se los identifica de forma oportuna”, explican desde la prestigiosa Clínica Mayo. Entre los síntomas que le acompañan destacan un dolor intenso debajo de las costillas, en la parte inferior del abdomen y en la ingle, una orina de color rosa, rojo o marrón y olor desagradable, náuseas y vómitos, fiebre, escalofríos y micciones en pequeñas cantidades. Signos que, en la mayoría de ocasiones, suelen desaparecer gracias al consumo de analgésicos y abundante agua. No obstante, la entrada a quirófano también puede ser una opción.
Los cálculos no producen daños permanentes si se los identifica de forma oportuna
A pesar de que cualquier persona puede padecer dicha patología, existen ciertos factores de riesgo que aumentan las probabilidades como, por ejemplo, los antecedentes familiares o personales, no beber suficiente agua todos los días, padecer otras enfermedades como el hiperparatiroidismo, la acidosis tubular renal y la cistinuria; las dietas ricas en proteínas, sodio y azúcar, y tener un índice de masa corporal muy alto. Teniendo en cuenta estos dos últimos factores, la alimentación supone un remedio más que eficaz para mantener a raya los síntomas y la evolución de los cálculos renales. Entonces, ¿qué alimentos deben formar parte de nuestro régimen diario?
Alimentación y piedras en el riñón
Como hemos visto anteriormente, “la mejor manera de prevenir la mayoría de las piedras en los riñones es beber suficiente líquido cada día. La mayoría de personas deberían tomar entre ocho y 12 tazas de líquidos al día. [...] Limitar el sodio y proteína de animales (carnes, huevos) en tu dieta puede ayudar a prevenir las piedras en los riñones”, recuerdan desde la American Kidney Fund. Afortunadamente, no son los únicos hábitos beneficiosos para nuestra salud.
- Además de aumentar el consumo diario de agua —de mineralización débil—, resulta fundamental reducir el café, el té y las bebidas carbonatadas a 250 o 500 miligramos por día. ¿El motivo? Estos productos pueden provocar que perdamos líquido demasiado rápido, acelerando así el proceso de deshidratación.
- El aceite de oliva virgen extra mejora la circulación sanguínea y disminuye la presión arterial, lo que contribuye a un fortalecimiento de los riñones. De hecho, numerosos estudios han comprobado que en aquellas poblaciones donde el consumo de aceite de oliva está muy extendido la incidencia de cálculos renales es mucho menor.
- Como es de esperar, los expertos recomiendan disminuir la presencia de sal en nuestra dieta, sin superar nunca los dos gramos al día. El sodio se encuentra en las conservas enlatadas, los condimentos y carnes envasadas, los alimentos precocinados y, por supuesto, la comida rápida. “También hay sodio en ingredientes 'escondidos', como el bicarbonato sódico, el fosfato disódico, el glutamato monosódico, el alginato sódico o el nitrato de sodio. Hay que leer atentamente las etiquetas de los alimentos envasados para descubrir esta fuente de sodio”, alertan desde el portal Medicina 21.
- Las proteínas también pueden empeorar el estado de los pacientes. Por ello, hay que limitar aquellas que sean de origen animal como la carne —mejor de pollo, conejo o pavo—, los lácteos, los huevos, el pescado y el marisco. Estos alimentos y su aporte de proteínas correspondiente pueden ser sustituidos por las legumbres, los alimentos de soja, las nueces y otros frutos secos como las almendras, los pistachos o los anacardos, y las semillas de girasol.
- En el caso de padecer piedras en el riñón de fosfato u oxalato de calcio, dos de las tipologías más frecuentes, se recomienda obtener dicho nutriente “de alimentos de origen vegetal, como los jugos, cereales y panes enriquecidos con calcio; algunos tipos de vegetales y algunos tipos de frijoles”, expone el National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases. No obstante, para saber la cantidad adecuada de calcio para cada paciente, lo mejor es consultar a un dietista o profesional de la salud.
- Siguiendo con los cálculos renales de oxalato de calcio, es importante reducir al máximo el consumo de alimentos que contienen oxalato. Estos son las espinacas, la remolacha, las acelgas, el cacao en polvo, el pimiento, el germen de trigo, los frutos secos, el perejil, las uvas y las frambuesas, entre otros.
- Debido al vínculo tan estrecho que comparten los riñones y el corazón, es primordial fomentar la presencia de grasas insaturadas en el organismo, siempre y cuando mantengamos los niveles adecuados de proteínas. Pescados como la caballa, el salmón, la trucha o el atún, el aguacate, el azafrán, el maíz, las semillas de calabaza, el sésamo o los anacardos resultan de gran ayuda.
- Los limones y las naranjas, más concretamente el ácido cítrico que incluyen en su composición, también reducen la acidez de la orina y, por tanto, las probabilidades de desarrollar cálculos de oxalato de calcio. Por ello, los expertos aconsejan comenzar el día con un vaso de limonada casera. Otra opción es almorzar o merendar una naranja fresca.
Aunque para muchos pueda parecer una afección ajena y muy poco probable, la litiasis renal es la tercera patología urológica más frecuente, solo por detrás de las infecciones y la patología prostática. Su prevalencia en España es del 5,06%, siendo más habitual en hombres que en mujeres y siempre a partir de los 20 años —la máxima se sitúa entre los 40 y los 60 años—. Pero ¿en qué consisten realmente los cálculos renales? Conocidos comúnmente como piedras en el riñón, esta afección se produce cuando los minerales o las sales ácidas que forman parte de la orina se cristalizan, creando una masa sólida que puede permanecer ahí un tiempo indefinido, desplazarse hasta el uréter o despedirse a través de la orina.
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