Descubierto el secreto mejor guardado de la metformina
El antidiabético oral más utilizado para controlar los niveles de glucosa (también para adelgazar) tiene un sorprendente mecanismo de acción para deshacerse del exceso de azúcar que afecta al intestino y a su microbiota
No es un recién llegado al mundo de la salud, tampoco es un fármaco innovador y es barato. Y, a pesar de estas credenciales tan corrientes, figura en la lista de medicamentos esenciales de la OMS. La estrella es la metformina, el antidiabético oral más utilizado en el mundo desde hace más de 50 años para mantener a raya los niveles de azúcar en la sangre en personas con diabetes tipo 2 (unos 400 millones). "Esto viene dado por sus ventajas evidentes, su amplio historial de conocimiento, su eficacia contrastada, su seguridad cardiovascular y su reducido coste", confirma el endocrinólogo Alfonso López Alba, director de Comunicación de la Sociedad Española de Diabetes (SED).
Además, desde hace unos años, los científicos están encontrando otros efectos y aplicaciones potenciales, que van desde mejorar la supervivencia de pacientes con cáncer de páncreas, según una investigación publicada hace una semana en 'Oncotarget', hasta promover un envejecimiento más saludable y favorecer la pérdida de peso (aunque su uso para adelgazar es controvertido, como ya hemos contado en Alimente).
La metformina origina azúcar para ser excretado en las heces, una novedad que es impactante
La nueva sorpresa que ha deparado este fármaco se ha conocido a través de la edición en línea de 'Diabetes Care', la revista de la Asociación Americana de Diabetes, y afecta a su mecanismo de acción. Un equipo de investigación dirigido por el profesor Wataru Ogawa, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Kobe (Japón), y el radiólogo Munenobu Nogami ha descubierto que la metformina origina azúcar para ser excretado en las heces, un modo de actuar que, en opinión de López Alba, "constituye sin duda una novedad impactante".
Dentro del intestino
A pesar de la dilatada experiencia en el empleo de metformina, el mecanismo por el cual reduce la concentración de azúcar en la sangre no está claro. Desentrañarlo abre la puerta al desarrollo de nuevos y mejores antidiabéticos, sobre todo si tenemos en cuenta que es un problema metabólico en aumento en todo el mundo y que está estrechamente relacionado con nuestro estilo de vida.
Para este propósito, los investigadores analizaron las imágenes obtenidas mediante una técnica sofisticada, la PET/MRI (tomografía por emisión de positrones y resonancia magnética), de la que solo hay 9 equipos instalados en Japón. Utilizaron un contraste parecido a la glucosa que les permitió visualizar su acumulación en el intestino de los pacientes que toman metformina. Después, y para comprender en qué parte del intestino se acumula el azúcar, miraron en la pared y en el interior del intestino y descubrieron que el azúcar se excreta del intestino a las heces, un hecho totalmente inesperado.
El portavoz de la SED asegura: "Esta gran novedad tecnológica, como es la PET/RMI, permite discernir que la glucosa se acumula en las heces, y no en la pared intestinal, lo que puede explicar la eficacia de la metformina pero, también, sus efectos secundarios".
Vómitos, cansancio, hinchazón abdominal y diarrea son algunos de los trastornos que puede desencadenar la metformina, para lo que la investigación de la Universidad de Kobe también ofrece argumentos. "Se cree que los cambios en la flora intestinal, causados por la metformina, están relacionados con su efecto reductor del azúcar en la sangre, pero se desconoce por completo cómo altera la flora intestinal", recoge el artículo. "Dado que los cambios en los nutrientes, como el azúcar, afectan el crecimiento de bacterias, es posible que el efecto de la metformina de excretar azúcar en el intestino también esté relacionado con los cambios en la flora intestinal", añade.
Cambios en la microbiota
Francisco Guarner, investigador del Instituto de Investigación Vall D'Hebron, de Barcelona y uno de los mayores expertos en microbiota, confirma esta idea en un artículo publicado en 'El Probiótico': "La metformina induce cambios en la microbiota intestinal que parecen explicar su mecanismo de acción: se corrigen los efectos disbióticos de la diabetes de tipo 2 al incrementar la diversidad bacteriana y la proporción de especies productoras de ácidos grasos de cadena corta, especialmente butirato [bacterias buenas]. También se incrementa la abundancia de enterobacterias, que se han relacionado con la diarrea como uno de los principales efectos secundarios del fármaco".
Alfonso López Alba apunta que "las heces constituyen un complejo ecosistema de restos de alimentos, fibra vegetal y, sobre todo, casi dos kilos de bacterias, que interaccionan entre sí y que consumen principios inmediatos, incluyendo a la glucosa". Y aunque la técnica utilizada por los científicos de la Universidad de Kobe no haya determinado qué cantidad de glucosa contienen las heces, sí reconoce su importancia para ver cómo utiliza el organismo la glucosa y cómo se desarrolla la diabetes tipo 2: "Esta es la verdadera pandemia de las patologías crónicas del siglo XXI, como ha puesto de manifiesto la pandemia por covid-19, en la que la diabetes ha sido la principal enfermedad que ha condicionado la evolución y el pronóstico de las personas afectadas".
Los hallazgos, además de dejar al descubierto el mecanismo de acción de este 'viejo conocido' en el tratamiento del problema metabólico, vuelven a poner de relieve la importancia que tiene el consumo de legumbres en la dieta de los diabéticos, como recoge la Fundación para la Diabetes, por su alto contenido en fibra, que actúa como regulador de los niveles de glucosa y para mantener una microbiota saludable.
No es un recién llegado al mundo de la salud, tampoco es un fármaco innovador y es barato. Y, a pesar de estas credenciales tan corrientes, figura en la lista de medicamentos esenciales de la OMS. La estrella es la metformina, el antidiabético oral más utilizado en el mundo desde hace más de 50 años para mantener a raya los niveles de azúcar en la sangre en personas con diabetes tipo 2 (unos 400 millones). "Esto viene dado por sus ventajas evidentes, su amplio historial de conocimiento, su eficacia contrastada, su seguridad cardiovascular y su reducido coste", confirma el endocrinólogo Alfonso López Alba, director de Comunicación de la Sociedad Española de Diabetes (SED).
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