Tres nutrientes para fortalecer la inmunidad (mejor que sobren)
Los rebrotes de covid-19 demuestran dos cosas: el virus sigue entre nosotros y tenemos que blindarnos ante él. La dieta tiene mucho que ver en la fortaleza del sistema de defensa y ser generosa con las vitaminas C y D y los omega 3
No por esperados dejan de ser preocupantes. Los temidos rebrotes del SARS-CoV-2 han llegado mucho antes de lo que esperábamos, sin tiempo para acostumbrarnos a la llamada nueva normalidad y mucho menos habernos preparado ‘físicamente’ para enfrentarnos cara a cara con el virus. Y es que la resistencia depende, en buena medida, de lo fuerte que esté nuestro sistema inmunitario.
La dieta es primordial para el correcto funcionamiento del sistema de defensa y en esta misión tienen cabida todos los alimentos. “Prácticamente todos los componentes de la dieta tienen un papel clave para garantizar el correcto funcionamiento de nuestros elementos de defensa”, afirman los miembros del grupo Autoinmunidad, Inmunonutrición y Tolerancia (AIT) del Departamento de Bioquímica y Fisiología de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universitat de Barcelona.
La inmunonutrición estudia la relación entre lo que comemos (alimentación), cómo lo aprovechamos (nutrición) y la capacidad defensiva (inmunidad)
Este es el punto de partida de la inmunonutrición, que estudia la relación entre lo que comemos (alimentación), cómo lo aprovechamos (nutrición) y nuestra capacidad defensiva (inmunidad). Concretamente, estudia qué componentes de la dieta pueden modificar la actividad de nuestro sistema inmunitario, cómo y cuándo lo hacen.
Existe abundante evidencia científica sobre el impacto (positivo) que tienen las vitaminas -A, B6 , B12, C, D, E y folato-, los minerales -zinc, hierro, selenio, magnesio y cobre-; y los ácidos grasos omega 3 en la inmunidad. A pesar de ello, un equipo internacional de investigadores, liderado por el británico Philip Calder ha detectado que “la ingesta y el estado inadecuados de estos nutrientes están muy extendidos, lo que lleva a una disminución de la resistencia a las infecciones y, como consecuencia, un aumento de la carga de la enfermedad”, recogen en un artículo publicado en la revista 'Nutrients'.
Propuesta: suplementar
El hallazgo es preocupante, sobre todo en el contexto pandémico actual, y los autores de este artículo sostienen que a las medidas de salud pública de higiene (lavado de manos) promovidas por las autoridades sanitarias, se deben añadir estrategias nutricionales que limiten el impacto de las infecciones virales. Para este fin proponen el uso de suplementos de vitaminas C, D y ácidos grasos omega 3, que “es una estrategia segura, efectiva y de bajo coste para apoyar la función inmune óptima”. Esos suplementos deben rebasar las recomendaciones nutricionales diarias, de forma que se alcancen los 200 mg de vitamina C (las recomendaciones son de 70 a 90 mg) y de 2000 UI de vitamina D (las recomendaciones son de 400 a 800 UI, y una ingesta de 250 mg de omega 3.
Los científicos afirman que la seguridad de esas dosis altas está garantizada, una opinión que no comparten otros investigadores. Sobre los ácidos grasos omega 3, desde la Universidad de Limerick, en Irlanda, el profesor Alexandros Tsoupras sostiene que no hay evidencia del beneficio en el sistema inmunitario y rechaza la propuesta de una ingesta de 250 mg, una crítica que ha encontrado réplica en Calder, reafirmándose en sus indicaciones.
La vitamina D es una de las estrellas del momento y ha sido objeto de numerosos estudios sobre su implicación en el covid-19. El último se ha conocido recientemente, a través de la revista 'The FEBS Journal', y en el que un equipo de investigadores israelíes ha comprobado que el nivel bajo de vitamina D en plasma parece ser un factor de riesgo independiente para la infección y hospitalización por covid-19.
La estrella es la vitamina D
Y un hallazgo consistente con la situación actual de aumento de casos entre personas jóvenes: “Curiosamente, se ha demostrado dos picos de mayor riesgo para grupos de edad de 25 y 50 años", apunta Milana Frenkel-Morgenstern, directora del grupo de investigación de la Facultad de Medicina Azrieli. Las relaciones sociales aparecen como principal causa de riesgo de contagio, y no “las enfermedades crónicas o la demencia como se pensó al inicio de la pandemia”.
Anteriormente (en mayo), otro estudio también correlacionó niveles bajos de vitamina D y un alto número de casos y mortalidad por covid-19 en 20 países europeos, sobre todo en Italia y España, que “tienen niveles promedio de vitamina D más bajos que la mayoría de los países del norte de Europa. Esto se debe en parte a que las personas en el sur de Europa, particularmente los ancianos, evitan el sol fuerte, mientras que la pigmentación de la piel también reduce la síntesis natural de vitamina D”, detalla el trabajo, que apareció en la revista 'Aging Clinical and Experimental Research'. "Se ha demostrado que la vitamina D protege contra las infecciones respiratorias agudas, y los adultos mayores, el grupo más deficiente en vitamina D, también son los más gravemente afectados por covid-19”, reza el artículo.
Estos dos estudios apoyarían la propuesta de suplementar con vitamina D. Sin embargo, científicos británicos y estadounidenses han publicado un documento de consenso que advierte contra altas dosis de suplementos de vitamina D. Argumentan que, actualmente, no hay evidencia científica suficiente para demostrar que la vitamina D puede ser beneficiosa para prevenir o tratar covid-19 y aconsejan seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Suplemento en el plato
La profesora Judy Buttriss, directora general de la Fundación Británica de Nutrición y también coautora del artículo, expone: "En línea con la última guía de Salud Pública de Inglaterra sobre vitamina D, recomendamos que las personas consideren tomar un suplemento de vitamina D de 10 microgramos al día durante los meses de invierno (de octubre a marzo) y todo el año si su tiempo fuera es limitado”. Y añade: "Los niveles de la vitamina en el cuerpo también pueden complementarse a través de una dieta nutricionalmente equilibrada que incluya alimentos que proporcionen la vitamina, como el pescado azul, la carne roja, la yema de huevo y la exposición segura a la luz solar”.
Todo lo anterior confirma el mensaje tantas veces repetido: no hay alimentos mágicos, sino patrones de alimentación. Lo importante de una dieta es que sea equilibrada y, también en el terreno de la inmunidad, gana la dieta mediterránea. “Un buen ejemplo de dieta equilibrada, rica en legumbres, frutas y verduras frescas, pescado, carne y ácidos grasos saludables como el aceite de oliva, capaces de aportar los diferentes oligoelementos necesarios para nuestro organismo”, concluye el grupo de AIT.
No por esperados dejan de ser preocupantes. Los temidos rebrotes del SARS-CoV-2 han llegado mucho antes de lo que esperábamos, sin tiempo para acostumbrarnos a la llamada nueva normalidad y mucho menos habernos preparado ‘físicamente’ para enfrentarnos cara a cara con el virus. Y es que la resistencia depende, en buena medida, de lo fuerte que esté nuestro sistema inmunitario.
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