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Los mecanismos del hambre emocional: aprende a controlarlos
  1. Bienestar
Entrevista

Los mecanismos del hambre emocional: aprende a controlarlos

El endocrino Antonio Más explica que cuando estamos alegres nos apetece compartir la comida con los amigos e incluso la utilizamos para regalar, como los típicos bombones

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Comer de manera saludable, un reto conseguido otro día más, pero, después de una pequeña cabezadita, el cuerpo siente que necesita tomar algo de dulce. Azúcar en sangre parece pedir el cuerpo. ¿Es esto normal? ¿Por qué siento estas ganas si he comido bien? Hablamos con un experto en endocrinología, el Dr. Antonio Más, para que despeje las dudas.

PREGUNTA. ¿Existe el llamado 'hambre emocional'?

REPUESTA. Por supuesto que existe; es más, es algo que en mayor o menor medida nos afecta a todos y que en un principio no tiene por qué ser malo.

"El problema es que el cerebro descubre que puede aliviar el malestar mediante comida y rápidamente aprende esta conducta"


En los humanos, la comida y las emociones están estrechamente relacionadas. La comida nos proporciona placer y la utilizamos no solo con el objetivo de nutrirnos, sino también en contextos emocionales. Por ejemplo, cuando estamos alegres nos apetece compartirla con los amigos e incluso la utilizamos para regalar, como los típicos bombones.

P. ¿En qué consiste? ¿Cómo podemos descubrir que lo padecemos?

R. De forma general, definimos el hambre emocional como un tipo de apetito que nos empuja a comer para aliviar una emoción negativa por medio del placer que la comida nos aporta. A nivel más clínico, el concepto de 'hambre emocional' entendida como algo problemático se refiere a cuando la comida cobra un papel fundamental en la gestión de nuestras emociones porque carecemos de otros recursos y, sobre todo, cuando se trata de una conducta que no podemos controlar y que nos conduce a aumentar de peso. Habitualmente, aparece de forma ocasional y pasa desapercibida. El problema es que el cerebro descubre que puede aliviar el malestar mediante comida y rápidamente aprende esta conducta.

En el hambre emocional no nos vale cualquier comida, sino que necesitamos un alimento que suele ser hipercalórico e hiperpalatable


P. ¿Cómo se manifiesta?

R. Los episodios de hambre emocional muestran algunas características que nos permiten identificarlos. Típicamente se trata de un hambre que aparece de forma brusca y que nos empuja a comer compulsivamente y de forma inmediata.

También es característico que mostremos apetencia por algún alimento específico. Es decir, no nos vale cualquier comida, sino que necesitamos un alimento concreto que suele ser hipercalórico e hiperpalatable (muy sabroso). Al fin y al cabo, lo que busca nuestro cerebro es una fuente de placer que alivie su malestar.

Por último, otro rasgo típico del hambre emocional es que no cede por completo al llenarnos y que deja una sensación de culpabilidad más o menos importante.

P. ¿El endocrino debe ser el profesional que lo descubra?

R. Cualquier profesional que trate pacientes a nivel nutricional o a nivel psicológico debería ser capaz de identificar el hambre emocional. Los endocrinos y los nutricionistas lo vemos con frecuencia en el tratamiento de pacientes con obesidad, pero también es posible que se descubra en el contexto de terapia psicológica.

El principal origen del hambre emocional es la ansiedad, aunque cualquier malestar psicológico es susceptible de aliviarse con comida

P. ¿A quién debe acudir el paciente para superar esto?

R. Como he comentado, el hambre emocional es simplemente el síntoma derivado de un problema psicológico de fondo. Por tanto, los profesionales encargados de tratar el problema de raíz son los psiquiatras y psicólogos. Pero me gustaría destacar que, incluso aunque el hambre emocional no sea un problema significativo, en el 'equipo ideal' para tratar la obesidad siempre debería participar un psicólogo.

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P. ¿Qué trastornos hay detrás? ¿Ansiedad? ¿Depresión? ¿Traumas?

R. El principal origen del hambre emocional es la ansiedad aunque cualquier malestar psicológico es susceptible de aliviarse con comida, incluso emociones que no suelen ser patológicas como el aburrimiento, el sentirse solo o estar cansado.

En el fondo, todos sufrimos pequeños malestares psicológicos a lo largo de nuestra vida que intentamos solucionar como buenamente podemos. Hay quien tiene suerte y consigue aliviarlo con ejercicio, pero, en otros casos, se aprenden y fijan en nuestra conducta otras vías de escape menos saludables como podría ser recurrir a las drogas o, en el caso del hambre emocional, a la comida.

P. ¿Ha crecido en la pandemia?

R. No tengo datos exactos, pero por lo que veo en mi consulta diría que sí. La pandemia y las medidas implementadas para superarla han provocado un aumento generalizado de la ansiedad y, para muchos, la vía de escape más accesible ha sido la comida.

Comer de manera saludable, un reto conseguido otro día más, pero, después de una pequeña cabezadita, el cuerpo siente que necesita tomar algo de dulce. Azúcar en sangre parece pedir el cuerpo. ¿Es esto normal? ¿Por qué siento estas ganas si he comido bien? Hablamos con un experto en endocrinología, el Dr. Antonio Más, para que despeje las dudas.

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