Demostrado: la ingesta de café protege del alzhéimer y el párkinson
Los datos recopilados en un nuevo documento respaldan el consumo regular de cafeína no solo para reducir el riesgo de desarrollar ambas enfermedades, sino también porque se constata que contribuye a reducir sus síntomas
Por primera vez en la historia, tal y como recuerda la OMS, “la mayoría de las personas pueden esperar vivir hasta los 70 años e incluso más”. Aunque buena parte de los adultos mayores gozan de buena salud y viven vidas independientes y activas, el aumento de la edad desafortunadamente también eleva el riesgo de enfermedad y discapacidad. Condiciones neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson son dos ejemplos distintos de afecciones que se desarrollan con el tiempo y tienen un profundo efecto en la independencia, el bienestar y la autopercepción de las personas.
"El número de afectados de alzhéimer aumentará de los 47 millones actuales a 75 en 2030"
Pero, tal y como acaba de constatar un informe, publicado en 'Coffee&Health', del Instituto Científico de Información del Café, la cafeína puede ser nuestra gran aliada en la lucha contra ellas. Se estima que el número de afectados de alzhéimer aumentará globalmente de los 47 millones actuales a 75 en 2030 y a 135 millones en 2050, según el documento ‘Epidemiología e impacto en la demencia’ de la OMS. El párkinson es la segunda patología neurodegenerativa más común relacionada con la edad. A nivel mundial, aproximadamente 7 millones de personas lo padecen. La tasa de incidencia aumenta del 1% en los mayores de 60 años al 4% de la población con más de 80, aunque son los hombres por encima de las mujeres los que más lo sufren, tal y como constata un estudio publicado en 'The Lancet Neurology'.
Antecedentes
Los componentes dietéticos del café han sido identificados como beneficiosos en relación con el deterioro cognitivo relacionado con la edad y con condiciones neurodegenerativas como las enfermedades citadas anteriormente, como lo constata un ensayo publicado en 'Nutrients' con 145 personas de entre 69 a 86 años, en relación con el alzhéimer. Y lo mismo se constata para el párkinson, tal y como demuestra una investigación publicada igualmente en 'Nutrients'.
La literatura científica sugiere que una ingesta regular de por vida puede tener efectos protectores. En gran parte porque el café contiene naturalmente una variedad de compuestos que incluyen cafeína, antioxidantes y sustancias bioactivas.
Estos compuestos contribuyen no solo al sabor único, sino también a sus efectos fisiológicos que afectan positivamente al estado de alerta y la concentración. Un consumo moderado de café generalmente se define como 3 a 5 tazas por día, según la revisión de la cafeína de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
El nuevo informe, escrito por la profesora Elisabet Rothenberg, de la Universidad de Kristianstad (Suecia), analiza el papel de los componentes de la dieta, incluidos el café y la cafeína, en la reducción del riesgo de trastornos neurodegenerativos.
Puntos clave
En declaraciones a Alimente, la doctora reconoce las conclusiones más importantes de su informe: “El patrón dietético puede tener un impacto en el riesgo de desarrollar trastornos neurodegenerativos. Las dietas de estilo mediterráneo se han asociado con un riesgo reducido de afecciones neurodegenerativas”. En cuanto al consumo de café, “podemos decir que contribuye a reducir las posibilidades de padecer alzhéimer y párkinson, así como aliviar sus síntomas”.
La autora admite, además, que en relación con el párkinson “son los varones los que más se benefician del consumo de cafeína y aunque no se conocen muy bien las razones, se cree que puede ser debido a que los estrógenos ‘puedan competir’ con la cafeína”.
Mecanismos de acción
“Los mecanismos involucrados en las asociaciones positivas encontradas entre la cafeína en relación con ambas enfermedades aún no se conocen bien. La cafeína parece actuar como un bloqueador no selectivo de los receptores de adenosina y se ha relacionado con funciones físicas básicas como la regulación de la frecuencia cardiaca y la señalización neural en el sistema nervioso central (SNC)”, apostilla la investigadora.
Desde finales de la década de los 90, “los estudios sobre los antagonistas de los receptores de adenosina, como la cafeína, han mostrado una reducción en el daño físico, celular y molecular causado por trastornos neurodegenerativos como las patologías citadas. Mediante este efecto de bloqueo, la cafeína podría proteger contra el daño inflamatorio que evoluciona durante la progresión de la enfermedad”, aclara.
Además, “la cafeína podría promover la supervivencia neuronal y reducir la neurodegeneración en estas áreas del cerebro. Específicamente, en el párkinson, podría contribuir a efectos positivos en el tratamiento sintomático sin provocar un deterioro marcado en la capacidad de controlar los movimientos. Asimismo, el café también contiene otros compuestos de origen vegetal, como fitoquímicos y polifenoles, que podrían ser parte de los efectos positivos observados”.
Una clase de fitoquímicos presentes en el café, el té y el cacao son las metilxantinas, de las cuales “la cafeína es la mejor estudiada. En algunas investigaciones, se han demostrado los efectos sobre la actividad de la red neuronal, promoviendo el rendimiento cognitivo sostenido y la protección de las neuronas contra la disfunción del accidente cerebrovascular. Otras metilxantinas incluyen la teobromina y la teofilina, que también pueden contribuir a los efectos beneficiosos del café, el té y el cacao en la salud del cerebro”, agrega la investigadora.
Por primera vez en la historia, tal y como recuerda la OMS, “la mayoría de las personas pueden esperar vivir hasta los 70 años e incluso más”. Aunque buena parte de los adultos mayores gozan de buena salud y viven vidas independientes y activas, el aumento de la edad desafortunadamente también eleva el riesgo de enfermedad y discapacidad. Condiciones neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson son dos ejemplos distintos de afecciones que se desarrollan con el tiempo y tienen un profundo efecto en la independencia, el bienestar y la autopercepción de las personas.
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