Esto es lo que no debes tomar si quieres tener fuertes tus defensas
Aún en plena pandemia de coronavirus es importante mantener en la mejor forma posible el sistema inmune. Las evidencias constatan que tomar sal en exceso es realmente perjudicial
Son muchos los factores que hacen que unas personas sean más vulnerables que otras a las infecciones por virus o bacterias. En plena pandemia aún del coronavirus, cualquier dato, cualquier investigación que muestre cómo fortalecer nuestras defensas, es bienvenido. Y, en ese sentido, estamos de enhorabuena, a la espera de recibir todos la vacuna.
Desde hace tiempo, la ciencia reconoce que el sistema inmunitario evolucionó para proteger a los organismos de los patógenos invasores. Una red de tipos de células pro y antiinflamatorias equipadas con moléculas efectoras especiales (que realizan una función específica en respuesta a un estímulo; por lo general, el término se usa para describir las células del sistema inmunitario) garantiza la eliminación eficiente de intrusos como virus y bacterias.
"Hemos podido demostrar, por primera vez, que la ingesta excesiva de sal también debilita un brazo importante del sistema inmunitario"
Sin embargo, los desequilibrios pueden conducir a una respuesta excesiva de las células efectoras causando enfermedades autoinmunes o alérgicas. Y como reconocen Ralf Willebrand y Markus Kleinewietfeld, en un artículo publicado en 'Inmunology': “La interacción de factores genéticos y ambientales contribuye a las enfermedades autoinmunes y estudios recientes proporcionaron evidencia del impacto de los hábitos alimenticios sobre el estado inmunitario y los trastornos relacionados. Las sociedades occidentales han experimentado un cambio en el estilo de vida asociado con transformaciones en el consumo de alimentos, como es el aumento de la sal”. E insisten: “Ahora sabemos que la sal tiene un impacto en la función de las células inmunes con efectos negativos en la aparición y progresión de enfermedades como la hipertensión, la obesidad, el cáncer, el síndrome metabólico y las enfermedades autoinmunes”.
Y a él se suma otro estudio, bajo el liderazgo del Hospital Universitario de Bonn (Alemania), que corrobora esta afirmación.
Los datos
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “se estima que cada año se podría evitar 2,5 millones de defunciones si el consumo de sal a nivel mundial se redujera al nivel recomendado”.
En declaraciones a Alimente, el doctor Domingo Carrera, médico experto en Nutrición del Centro Médico-Quirúrgico (CMED), aclara: "La ingesta de sal debe ser de 5 g/día. Esto corresponde a dos cucharaditas rasas de las de café de sal al día. Pero el promedio es de 8-10 g/día en la población".
La investigación, publicada en la revista 'Science Translational Medicine', descubrió que los ratones alimentados con una dieta alta en sal sufren infecciones bacterianas mucho más graves. Los voluntarios humanos que consumieron seis gramos adicionales del condimento por día también mostraron deficiencias inmunes pronunciadas. Esta cantidad corresponde al contenido de sal de dos comidas rápidas.
Es bien sabido que alzamos el salero más de lo que deberíamos, por eso es importante conocer estas declaraciones. "Hemos podido demostrar, por primera vez, que la ingesta excesiva de sal también debilita significativamente un brazo importante del sistema inmunitario", explica el profesor Dr. Christian Kurts, del Instituto de Inmunología Experimental de la Universidad de Bonn.
Este hallazgo es inesperado, ya que algunos estudios apuntan en la dirección opuesta. “Por ejemplo, las infecciones con ciertos parásitos de la piel en animales de laboratorio sanan significativamente más rápido si consumen una dieta alta en sal: los macrófagos, que son células inmunes que atacan, comen y digieren parásitos, son particularmente activos en presencia de sal. Varios especialistas concluyeron de esta observación que el cloruro de sodio tiene un efecto generalmente inmunológico”.
La piel sirve como depósito de sal
Sin embargo, "nuestros resultados muestran que esta generalización no es precisa", enfatiza Katarzyna Jobin, autora principal del estudio, que desde entonces se ha transferido a la Universidad de Würzburg.
Hay dos razones para esto: en primer lugar, el cuerpo mantiene la concentración de sal en la sangre y en los diversos órganos en gran medida constante. De lo contrario, los procesos biológicos fundamentales se verían afectados. La única excepción importante es la piel: funciona como un depósito de sodio del cuerpo. Es por eso que su ingesta adicional funciona tan bien para algunas enfermedades de la piel.
Sin embargo, otras partes del cuerpo no están expuestas a la sal adicional que se consume con los alimentos. En cambio, se filtra por los riñones y se excreta en la orina. Y es aquí donde entra en juego el segundo mecanismo: los riñones tienen un sensor de cloruro de sodio que activa la función de excreción de sal. Sin embargo, como un efecto secundario indeseable, este sensor también hace que los llamados glucocorticoides se acumulen en el cuerpo. Y estos, a su vez, inhiben la función de los granulocitos, el tipo más común de células inmunes en la sangre.
Células 'carroñeras'
Los granulocitos, como los macrófagos, son células 'carroñeras'. Sin embargo, no atacan a los parásitos, sino principalmente a las bacterias. Si no lo hacen en un grado suficiente, las infecciones progresan de forma mucho más severa. "Pudimos mostrar esto en ratones con una infección por listeria", explica la Dra. Jobin. "Anteriormente habíamos puesto algunos de ellos en una dieta alta en sal. En el bazo y el hígado de estos animales contamos de 100 a 1.000 veces el número de patógenos que causan enfermedades. La listeria es una bacteria que se encuentra, por ejemplo, en alimentos contaminados y puede causar fiebre, vómitos y sepsis. Las infecciones del tracto urinario también se curaron mucho más lentamente en ratones de laboratorio alimentados con una dieta alta en sodio", añade.
El cloruro de sodio también parece tener un efecto negativo en el sistema inmunitario humano. "Examinamos a los voluntarios que consumieron seis gramos de sal además de su ingesta diaria", dice el profesor Kurts. "Esta es aproximadamente la cantidad contenida en dos comidas rápidas, es decir, dos hamburguesas y dos porciones de papas fritas". Después de una semana, los científicos tomaron sangre de sus sujetos y examinaron los granulocitos. Las células inmunes se las arreglaron mucho peor con las bacterias después de que los sujetos de prueba comenzaron a comer una dieta alta en sal.
En voluntarios humanos, la ingesta excesiva de sal también resultó en un aumento de los niveles de glucocorticoides. No es sorprendente que esto inhiba el sistema inmunitario: la cortisona glucocorticoide más conocida se usa tradicionalmente para suprimir la inflamación. "Solo a través de investigaciones en todo un organismo pudimos descubrir los complejos circuitos de control que conducen desde la ingesta de sal a esta inmunodeficiencia", enfatiza Kurts. "Por lo tanto, nuestro trabajo también ilustra las limitaciones de los experimentos puramente con cultivos celulares".
En opinión del doctor Carrera, “si bien los estudios hasta ahora son preclínicos, esto es, hechos en animales de laboratorio y no en humanos, sí se han visto cambios en el sistema inmune al consumir excesiva sal. Por un lado, se ha visto que el consumo excesivo de cloruro de sodio puede incentivar la producción y actividad de los linfocitos T Helper 17 hasta 10 veces. Esto hace que la respuesta inmune sea mayor a lo normal y empeora la evolución de enfermedades autoinmunes como esclerosis múltiple, artritis reumatoide, lupus, colitis ulcerosa, psoriasis, etc. Por otro lado, se ha visto que revierte el efecto de linfocitos T reguladores y aumenta la acción de linfocitos T activadores”.
Además, defiende, “disminuye la activación de macrófagos M1 responsables de eliminar patógenos. Y también se ha visto que reduce la función de los granulocitos, los cuales son encargados de eliminar bacterias específicamente. Todo esto hace que aumente la presencia de glucocorticoides en el cuerpo. Que la sal, por un lado, disminuya las defensas frente a patógenos, principalmente bacterias, y, por otro lado, aumente la acción del sistema inmune en los linfocitos T y en procesos autoinmunes la inflamación sea mayor”.
Cómo reducir la sal en la pandemia
Según el doctor Carrera, “la gente tiende a tomar más si aumenta la ingesta de comida rápida y procesada, ya que con dos comidas (hamburguesa y patatas fritas) ya se alcanza el nivel de sal sugerido. Si se aumenta el consumo en la pandemia de comida rápida, alimentos procesados, latas, congelados, briks, bollería industrial, 'snacks' o productos envasados y embolsados se va a aumentar el consumo promedio de sal”.
Deberíamos, insiste, “a pesar de las dificultades, tratar de consumir productos frescos y cocinados en casa. No abusar de la carne de vaca y los mariscos, ya que contienen sodio en su interior. Reducir la ingesta de comida preparada en restaurantes, ya que le ponen más sal que la que utilizamos en casa. Así como ingerir frutos secos naturales o tostados sin sal”.
Son muchos los factores que hacen que unas personas sean más vulnerables que otras a las infecciones por virus o bacterias. En plena pandemia aún del coronavirus, cualquier dato, cualquier investigación que muestre cómo fortalecer nuestras defensas, es bienvenido. Y, en ese sentido, estamos de enhorabuena, a la espera de recibir todos la vacuna.