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La respuesta a la pregunta que nos ronda: vendrá una nueva pandemia
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Análisis

La respuesta a la pregunta que nos ronda: vendrá una nueva pandemia

Han sido tres coronavirus de importancia, SARS-CoV, MERS-CoV y SARS-CoV-2, han emergido dentro del siglo XXI. Los estudios que analizan las tendencias globales de emergencia sugieren que cada década surgen más zoonosis

Foto: Foto: Unsplash/@ manueljota.
Foto: Unsplash/@ manueljota.

Conocemos la larga letanía, repetida desde innumerables fuentes en estos años de pandemia: el 75% de las enfermedades emergentes provienen del mundo animal, es decir, son zoonosis, y el 60% de las enfermedades infecciosas de las personas son de origen zoonósico.Y ahora, hablamos de ello, mientras estamos hipervigilantes ante la quinta ola.

"Una enfermedad emergente es una enfermedad nueva en una especie o una región geográfica. También es emergente una que aumenta su presencia de manera repentina"

Pero ¿cuánto sabemos de los animales y sus patógenos? ¿Y de los factores que intervienen en el proceso de emergencia? ¿Es posible evitar nuevas enfermedades emergentes, o es mejor prepararnos para la próxima pandemia?

Animales y patógenos

Los patógenos son componentes naturales de cualquier sistema biológico. En un ecosistema, además de producción vegetal, habrá especies herbívoras que actúan como especies presa y modifican el paisaje, y habrá carnívoros que pueden ser predadores que actúan como reguladores de las especies presa, o pueden ser necrófagos. Además, entre otras muchas cosas, habrá patógenos, que contribuyen a la regulación de las poblaciones de unos y de otros. La red es aún más complicada porque, en primer lugar, cualquiera de esas especies, cualquier individuo, tendrá múltiples patógenos como virus, bacterias, parásitos y hongos. Además, muchos patógenos son capaces de infectar a múltiples hospedadores.

Foto: Miembros del departamento de salud de Hong Kong durante un ejercicio de simulación. (Reuters / Alex Hofford)

En este entorno tan complejo, los patógenos evolucionan, bien por mutación o bien por recombinación. En definitiva, humanos, fauna silvestre y animales domésticos compartimos un mismo ambiente con patógenos y con sus vectores. Esos patógenos fluyen entre unos y otros compartimentos. En resumen, los patógenos forman parte de nuestro entorno.

El proceso de emergencia

Una enfermedad emergente es una enfermedad nueva en una especie o una región geográfica. También es emergente una que aumenta su presencia de manera repentina. Los patógenos emergentes comparten una serie de características, como la capacidad de infectar múltiples hospedadores, tener una distribución global y ser difíciles de controlar. Los patógenos pueden emerger desde la fauna silvestre, desde los animales domésticos o incluso evolucionar entre las propias personas. Si nos fijamos en algunos los 10 patógenos más importantes de la humanidad, los hay cuyo origen puede relacionarse con el comercio de fauna silvestre.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Algunos se relacionan con la interacción histórica hombre-animal, y otros más son fruto de la evolución y selección dentro de la propia población humana. Si nos fijamos en la diversidad de patógenos, es la fauna silvestre la que se lleva la palma. Pero si nos fijamos en otro riesgo distinto, como es el contacto con animales domésticos, el mayor peligro lo constituyen animales domésticos de otras especies. Y si nos fijamos en el riesgo que supone el contacto con personas, obviamente el mayor riesgo lo tenemos las propias personas. Por tanto, no debemos buscar culpables y el riesgo de emergencia de patógenos seguramente sea similar entre fauna, animales domésticos y seres humanos.

Acelerar el proceso de emergencia

Lo que sí resulta probable es que estemos acelerando el proceso de emergencia. Nada menos que tres coronavirus de importancia, SARS-CoV, MERS-CoV y SARS-CoV-2, han emergido dentro del siglo XXI. Los estudios que analizan las tendencias globales de emergencia sugieren que cada década emergen más zoonosis, y que muchas de esas zoonosis tienen su origen en fauna silvestre.

Foto: Manifestación abertzale contra el encacerlamiento de los políticos catalanes. (EFE) Opinión
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Además, desde 1940, los cambios en la agricultura y en la ganadería podrían asociarse con más del 50% de las emergencias de enfermedades zoonósicas. Los mecanismos concretos de esta emergencia varían en función del patógeno y su forma de transmisión, pero siempre tienen en común un origen en la modificación del entorno. Puede tratarse de cambios en el clima, en el uso del suelo o en la gestión de poblaciones animales. Al final, habrá una mayor interacción entre animales, personas, eventualmente vectores, y patógenos, que facilite el salto de especie. Es decir, nuestro mundo es cada vez más vulnerable a nuevas emergencias.

Imposible frenar los cambios

Existe una relación entre clima, biodiversidad y bienestar de los seres humanos, una relación que puede ser positiva o negativa. Los equilibrios en esa relación tienen que ver con el uso sostenible de los recursos. En una población animal, existe una curva de crecimiento que puede llegar a ser exponencial a lo largo del tiempo, conforme se van ocupando los hábitats adecuados y se van aprovechando los recursos disponibles. Pero llega un momento en el que la población alcanza su tope, el máximo de capacidad de carga de ese hábitat. Alcanzado ese punto, la población se estabiliza, bien por la escasez de recursos o bien las enfermedades.

placeholder El director del IREC, en los cursos de verano de El Escorial.
El director del IREC, en los cursos de verano de El Escorial.

La mala noticia es que las personas estamos igualmente alcanzando la capacidad de carga del planeta. Estamos agotando los recursos naturales, aumentando las emisiones de CO2, contribuyendo al incremento de las temperaturas y haciendo desaparecer especies a un ritmo acelerado. Una mayor población humana requiere lógicamente más agricultura y más ganadería, lo que da lugar a mayor uso de fertilizantes y pesticidas, a mayores superficies cultivadas o regadas y, por distintos mecanismos, también a una mayor probabilidad de emergencia de zoonosis.

¿Hay que comer menos carne?

Entonces, ¿es verdad que comiendo menos carne evitaremos las próximas pandemias? Desgraciadamente no. El consumo de carne seguirá aumentando de forma lineal en el mundo, fundamentalmente por el gran crecimiento del consumo por parte de China, resto de Asia y América Central y del Sur.

Foto: Verduras o carne

Pero resulta que mientras la producción de carne supone menos del 5% del total en términos de emisión de gases de efecto invernadero, el transporte, la industria, la calefacción, etc, suponen más del 75%. Es decir, el grueso del problema viene derivado de la quema de combustibles fósiles. Aunque las energías renovables van a permitir un progresivo cambio de tendencia en algunas regiones, ese cambio va a ser lento y no se va a tener efectos globales dentro de las próximas décadas. Los efectos medioambientales del transporte aéreo de pasajeros y de bienes serán muy difíciles de mitigar, y esa actividad seguirá creciendo de la misma forma que ha venido haciéndolo desde mediados del siglo pasado.

Biodiversidad

Hemos mencionado la biodiversidad que se pierde con el mayor uso de los recursos del planeta por parte del ser humano. Según la hipótesis del 'efecto dilución', la biodiversidad nos protege de enfermedades. Esa hipótesis la plantearon una serie de investigadores que sugirieron que, en un ecosistema sano, la existencia de distintos hospedadores evita la concentración de patógenos en una sola especie y, mediante distintos mecanismos, acaba dando lugar a un menor efecto del patógeno sobre la población de hospedadores.

placeholder Christian Gortázar
Christian Gortázar

Esto ha sido muy utilizado como argumento para defender la biodiversidad, pero desafortunadamente muchos estudios no encuentran confirmación para el efecto dilución. Es más, algunos trabajos encuentran que la riqueza de hospedadores aumenta el riesgo de infección, y está establecido que a mayor número de hospedadores para un determinado patógeno, mayor es la probabilidad de que ese patógeno se convierta en emergente.

"El resumen es que el planeta se va al carajo, y ni la biodiversidad ni dejar de comer carne van a evitar la próxima pandemia"

De hecho, el de la biodiversidad es un argumento perverso. Si su efecto protector debería ser un estímulo para conservar la biodiversidad, lo contrario, es decir el mayor riesgo de emergencia a partir de sistemas más complejos, podría utilizarse como argumento en contra de la conservación. Seguramente ambas cosas tienen poco sentido. El resumen de esta sección es que el planeta se va al carajo, y ni la biodiversidad ni dejar de comer carne van a evitar la próxima pandemia.

Preparados para la próxima pandemia

No sabemos qué va a causar la próxima pandemia. Otro coronavirus, un virus influenza, bacterias resistentes a antibióticos, una enfermedad transmitida por vectores, un hongo o algo completamente inesperado.

Lo que sí sabemos es que va a ocurrir más pronto que tarde, y que nos conviene estar mejor preparados. Lo primero es disponer, en todos los países y a todos los niveles, en el mundo animal y en el humano, de sistemas de monitorización integrada. Es decir, una vigilancia poblacional y sanitaria que combine la detección temprana de cualquier patógeno emergente con el análisis de la prevalencia y distribución espacial y temporal de los patógenos relevantes, así como con el análisis de las tendencias de las poblaciones que mantienen esos patógenos. Disponiendo de una buena monitorización, estaremos mejor preparados.

"Hubo errores en la identificación de riesgos y en la mitigación de estos. Un ejemplo: la transmisión por aerosoles. Menos mal que la ciencia nos salvó con las vacunas"

En segundo lugar, ante un evento de emergencia, será urgente un análisis de riesgos y, a partir de ahí, tomar una decisión entre actuar y no actuar. Las posibilidades de intervención se limitan a bioseguridad, control poblacional (en animales) y vacunación. Realizadas esas intervenciones habrá que evaluar los efectos, volver a hacer un análisis de riesgos y repensar nuestra decisión original. Ese es el esquema con el que enfrentarnos a todo tipo de enfermedades emergentes.

El error pasado: sin sistemas de vigilancia

La emergencia de SARS-CoV-2 demuestra que no contamos con sistemas de vigilancia sanitaria integrada, ni seguimos un esquema lógico para su control. Falló la detección temprana, por lo que reaccionamos muy tarde. Tras la emergencia del virus se recurrió primero a medidas de bioseguridad, es decir, mascarillas, distancia y confinamiento, que resultaron útiles, aunque insuficientes. Hubo y sigue habiendo una monitorización incompleta, y en la intervención hubo errores en la identificación de riesgos y en la comunicación y mitigación de estos. Un ejemplo claro es la identificación, comunicación y prevención de la transmisión por aerosoles. Menos mal que vino la ciencia a salvarnos a través del desarrollo de vacunas.

Volvamos a los reservorios silvestres

El origen murciélago de SARS-CoV-2 parece innegable, y es muy posible que la próxima pandemia también tenga un origen animal. Recordemos que los patógenos fluyen entre fauna, animales domésticos, ambiente y personas. Cualquiera de estos compartimentos puede actuar como fuente, indicador, reservorio o víctima. Las dos mejores herramientas que tenemos para enfrentarnos a estas nuevas situaciones son el concepto One Health, o salud global, y la ciencia.

La salud global nos permitirá mejorar la detección temprana y la monitorización a través de nuestro entendimiento de la conexión entre la sanidad ambiental, la salud animal y la salud de las personas. Por su parte, la inversión en I+D, nuestra capacidad de desarrollo científico y tecnológico, es la mejor garantía de que seremos capaces de desarrollar nuevos tratamientos, nuevas vacunas o nuevas herramientas preventivas frente a cualquier reto emergente.

Jefe del grupo de sanidad y biotecnología del IREC , quien forma parte del grupo de expertos de la Organización Colegial Veterinaria Española que trabajan en el seguimiento y control de covid-19. Catedrático de sanidad animal e investigador de la UCLM

Conocemos la larga letanía, repetida desde innumerables fuentes en estos años de pandemia: el 75% de las enfermedades emergentes provienen del mundo animal, es decir, son zoonosis, y el 60% de las enfermedades infecciosas de las personas son de origen zoonósico.Y ahora, hablamos de ello, mientras estamos hipervigilantes ante la quinta ola.

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