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Las verdadera prioridad poscovid: reducir el riesgo de suicidio
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Personas con trastornos de salud mental

Las verdadera prioridad poscovid: reducir el riesgo de suicidio

Ya podemos asomarnos a la 'otra realidad' que no queremos ver. Un estudio español pone en alto cómo afecta la pandemia a los enfermos por trastornos de salud mental grave. ¿Qué soluciones plantea la sociedad?

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Corre el tiempo, aunque parece que despacio. Sin embargo, a estas alturas no hace falta comentar que algunos acontecimientos de la vida impactan más que otros. "Por ejemplo, cuando no tenemos capacidad predictiva para anticiparnos a las adversidades, reaccionamos peor. Cuando un acontecimiento negativo es repentino y escapa a nuestra capacidad de control, también tiene peor impacto en nosotros. Si tenemos una experiencia negativa en circunstancias ya vividas con alto estrés que no hemos sabido o podido resolver, tenemos mayor probabilidad de reaccionar peor; es decir, con más angustia y malestar. Si somos poco habilidosos para resolver los problemas de la vida, la balanza a veces se puede equilibrar con los apoyos o ayudas de otras personas que hacen contrapeso con las experiencias negativas". Así enunciaba el Grupo 5 el estudio nacional llevado a cabo con enfermos de trastornos de salud grave en toda España.

Trastorno grave

E insisten: "Imaginemos ahora que tengo una enfermedad mental y que he sido diagnosticado de esquizofrenia paranoide. Mi capacidad para afrontar los problemas de la vida está disminuida porque mi vulnerabilidad a experimentar angustia y malestar es mayor de lo normal. Mi experiencia en afrontar los problemas vitales está mermada por acontecimientos angustiantes que me han dejado tocado o por mi tendencia a evitar el sufrimiento emocional que no puedo tolerar. Si llevo años padeciendo estas dificultades es posible que haya perdido apoyos sociales o que los que tenga estén muy disminuidos".

Foto: Foto: Unsplash/@milada.

Muchas personas en el mundo están sufriendo la crisis del covid-19. La OMS ya ha advertido que las consecuencias en la salud mental están por venir y que habrá un incremento de problemas como el consumo de alcohol, la depresión, la ansiedad, las cargas económicas y la violencia de género, entre otros. En este sentido empiezan ya a publicarse datos y evidencia de que el covid 19 está asociado con la aparición o aumento de los problemas de salud mental, tanto en la población general o en los profesionales como en las personas que ya estaban afectadas anteriormente por ellos.

En un estudio realizado por la Cátedra Universidad Complutense de Madrid - Grupo 5 se ha analizado el impacto psicológico del covid-19 en una muestra de 3.473 personas de la población general española. El 30% manifestó haber tenido ataques de pánico, el 25% se ha sentido excluido socialmente y el 55% sentían que no eran capaces de controlar la preocupación. Finalmente se incluyó a 669 personas provenientes de 59 centros y servicios de rehabilitación ambulatorios y residenciales gestionados por Grupo 5 en las comunidades autónomas de Madrid, Extremadura, Comunidad Valenciana y País Vasco y 190 familiares.

Uno de los factores de riesgo

Miguel Simón, director de Relaciones Institucionales e Innovación de Grupo 5, aclara: "Durante este tiempo, la propia OMS y distintas asociaciones profesionales han preparado diversos materiales de apoyo y recomendaciones para hacer frente a la crisis, dirigidos a los profesionales, a la población general y a las personas vulnerables, entre las que están las personas con una enfermedad mental. Sin embargo, son pocas o ninguna las publicaciones que describen las necesidades percibidas y sentidas por determinados grupos en situación de riesgo y menos aún las que están basadas en una evaluación directa de los pacientes con un diagnóstico de trastorno mental.

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Foto: iStock.

Durante el primer pico de la pandemia, los pacientes con un trastorno mental grave (TMG) "han reducido su acceso a los servicios de salud mental y el contacto directo con los profesionales. El manejo psiquiátrico ha consistido en salvaguardar su salud física y mental a través de la telepsiquiatría, apoyo psicosocial a distancia y monitorización de síntomas del coronavirus. La mayoría de los servicios de salud mental no estaban preparados para desarrollar servicios especializados a distancia ni para pacientes en confinamiento comunitario. Como resultado, las necesidades de los pacientes psiquiátricos más graves han podido infravalorarse o sustituirse por meros 'acompañamientos' durante la pandemia".

Algunos de los síntomas más frecuentes en las personas con TMG son la apatía, la tendencia a la inactividad y la dificultad para la relación social. Durante la primera ola de la pandemia, el confinamiento y la soledad en la que la pasaron muchos pacientes (22% la han pasado solos) provocó la retirada de las redes de apoyo social y la atención continuada en los servicios, lo que incrementó en muchos casos estos síntomas, aumentando la tendencia al aislamiento, la inactividad, la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo.

Destaca, además, que "la distancia de los centros de rehabilitación psicosocial y soporte social puede haber contribuido a aumentar los síntomas negativos de los cuadros psicóticos de larga evolución y a reducir las redes de apoyo social ya de por sí muy disminuidas en esta población".

Asimismo, "la población con TMG presenta grandes dificultades para formular demandas, por lo que es más sensible a los cambios en la atención que les proporcionan los servicios. A esto hay que sumar las evidencias disponibles de que la percepción de las necesidades en personas afetadas se asocia con una mayor o menor demanda de servicios", apostilla.

Llamamientos

Desde asociaciones profesionales de todo el mundo, "se están haciendo llamamientos para mejorar el conocimiento sobre el virus y las formas de responder ante él de manera eficaz. En este contexto, nos planteamos como una obligación profesional la evaluación de las necesidades de las personas con TMG durante la pandemia por covid-19, con el objetivo de identificar las adaptaciones necesarias en los servicios de atención tanto a corto como a largo plazo", subraya el experto.

El impacto de estos trastornos en las personas con TMG es especialmente grave porque incide en su sintomatología principal y en el apoyo que reciben para la integración social.

Qué recursos se necesitan actualmente

Son especialmente "necesarios servicios que proporcionen seguimiento profesional y acompañamiento a personas que viven solas o con cuidadores muy mayores y frágiles. Funcionan en algunas Comunidades, pero en la mayoría son inexistentes. Para aquellos pacientes que se encuentran en servicios residenciales y de atención social, como los que gestiona Grupo 5, es necesario incrementar la actividad basada en la terapia ocupacional, los programas de abordaje de los trastornos de ansiedad y la depresión, así como la detección y prevención del riesgo de suicidio".

El cuidado de la salud física, por último, se ha revelado como esencial, teniendo en cuenta la alta comorbilidad entre los trastornos mentales y los físicos potenciados por la inactividad.

La evolución de estos pacientes en los próximos meses

El análisis de la experiencia vivida estos meses, a través de estudios como este, "hace que los servicios de salud mental se encuentren más preparados para abordar situaciones de este tipo y estén orientando su atención para prevenir y abordar un posible incremento de la sintomatología con respuestas no farmacológicas, potenciando las intervenciones de tipo psicosocial"

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De hecho, "el estudio está llevando a que los servicios residenciales y de atención ambulatoria para personas con TMG de Grupo 5 en toda España, que son complementarios a los propiamente sanitarios, estén revisando sus servicios para adaptarse a las nuevas demandas de los pacientes que se han puesto de manifiesto en esta pandemia", destaca el experto.

Teniendo en cuenta la importancia que tienen la inclusión y "la participación social de los pacientes en su proceso de recuperación, la evolución adecuada va a estar también condicionada a la propia evolución de las restricciones con carácter general y al paulatino incremento de la normalidad", añade.

Conclusiones

  1. Es necesario desarrollar programas orientados al afrontamiento y recuperación del estado de ánimo, la prevención de la ansiedad y la sintomatología negativa (abulia anhedonia), adaptando y utilizando nuevas herramientas de atención.
  2. La cartera de servicios debe orientarse al desarrollo de las intervenciones ocupacionales con programas de actividad física, higiene de sueño y potenciación de los intereses de ocio y los programas de acompañamiento en la comunidad.
  3. La atención telemática requiere continuidad y potenciación como mecanismo de seguimiento y de vinculación, más que de entrenamiento.
  4. Para evitar los efectos del covid-19 cobran relevancia los programas de rehabilitación cognitiva y el seguimiento de los trastornos físicos.
  5. Se necesita disponer de servicios específicos para el apoyo social y la intervención y el cuidado de las familias y los cuidadores.
  6. Un elemento de urgente abordaje es la evaluación del riesgo de suicidio, descuidado durante el período evaluado.
  7. Las carteras de servicios públicas deberían potenciar la atención domiciliaria, el apoyo sanitario en los centros, la dotación de medios telemáticos, el incremento de las ratios en determinados momentos, la coordinación con los servicios sociales.
  8. Hay que repensar algunas medidas, con el fin de favorecer el respeto a la intimidad y privacidad de las personas usuarias, que han podido verse amenazadas durante los períodos de confinamiento.

Por todo ello, es "de sentido común que en "esta nueva era la evaluación de necesidades ajustada a cada nicho de población sea una prioridad porque no valen las mismas respuestas para todos. Identificar las principales necesidades nos permitirá un mejor ajuste de los servicios", argumenta el trabajo.

Las nuevas adaptaciones "de los tratamientos tienen que ser analizadas permanentemente y deben incluir una evaluación de resultados asociados con la población de personas con un TMG. Es crucial no perder de vista la pérdida de resultados en activos de salud y bienestar (aumentos de medicación, mayores pérdidas de redes de apoyo social, aumento del estigma, aislamiento, sufrimiento emocional, incremento de riesgos de salud, etc.)", apunta el documento.

Por tanto, "los mecanismos de evaluación basados en la cantidad que se han generado en esta época (cuanto trabajo se hace) deben ser sustituidos por otros basados en la calidad (qué tipo de trabajo sea hace). Las consecuencias económicas de la pandemia van a ser enormes. Desarrollar nuevos servicios sin evaluar su calidad y si responden o no a las necesidades reales de las personas con un TMG no parece una estrategia razonable", agrega.

Corre el tiempo, aunque parece que despacio. Sin embargo, a estas alturas no hace falta comentar que algunos acontecimientos de la vida impactan más que otros. "Por ejemplo, cuando no tenemos capacidad predictiva para anticiparnos a las adversidades, reaccionamos peor. Cuando un acontecimiento negativo es repentino y escapa a nuestra capacidad de control, también tiene peor impacto en nosotros. Si tenemos una experiencia negativa en circunstancias ya vividas con alto estrés que no hemos sabido o podido resolver, tenemos mayor probabilidad de reaccionar peor; es decir, con más angustia y malestar. Si somos poco habilidosos para resolver los problemas de la vida, la balanza a veces se puede equilibrar con los apoyos o ayudas de otras personas que hacen contrapeso con las experiencias negativas". Así enunciaba el Grupo 5 el estudio nacional llevado a cabo con enfermos de trastornos de salud grave en toda España.

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