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¿Te gusta dormir la siesta y no quieres engordar? Así debes echarla
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Adiposidad

¿Te gusta dormir la siesta y no quieres engordar? Así debes echarla

Tópico, costumbre, necesidad o pequeño placer, echar un sueño después de comer es una costumbre muy extendida. ¿Es saludable? Sí pero siempre que se quede por debajo de una hora, como mucho

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La siesta, los toros y la paella ocupan el podio de los ‘tipical spanish’, pero no porque la mayoría de los españoles contribuyamos a esa fama, más bien es que nos viene dada por la ‘gracia de los turistas’. Las encuestas ponen de manifiesto que es un cliché que no se ajusta a nuestra realidad actual; si nos centramos en la siesta, un informe de la consultora Simple Lógica (IOP) recoge que el 57,9% de los ciudadanos no duerme nunca la siesta, y solo el 13% lo hace todos los días.

El tema de los toros es más controvertido, y el informe de 2020 del Ministerio de Cultura sobre Asuntos Taurinos refleja que solo el 8% de la población acude a espectáculos taurinos.

Y en cuanto a la paella ...es capítulo aparte, pero un claro ejemplo del interés que levanta es que Valencia ha presentado ante la Unesco la candidatura para ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Foto: Foto: Unsplash/@adigold1.

Pero volviendo a la siesta, otros países cuentan con más seguidores, incluso los hay en los que alcanza la categoría de sagrada y está fuertemente arraigada en su cultura; así sucede en China (también en Japón tienen su célebre inemuri, que suena muy bien, pero traído a nuestro país no es más que dar una cabezada’ en el trabajo o en el transporte público); de hecho, tal es la importancia que tiene que numerosas investigaciones en torno a estos descansos han sido realizadas por científicos chinos.

Efecto en población china

Uno de los trabajos más recientes también tiene firma china aparece publicado en la revista Nutrición Hospitalaria. Su objetivo era comprobar la asociación entre la siesta, el sueño nocturno y la adiposidad en adultos de edad media (entre 45 y 60 años) y ancianos (más de 60 años). Se incluyeron en el estudio a 7.891 personas, que autoinformaron de la duración de la siesta y del sueño nocturno. Los autores evaluaron la obesidad general y la abdominal, y confirmaron que aquellos que dormían más de una hora, tenían más riesgo de obesidad abdominal en comparación con los que no sesteaban habitualmente.

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Los criterios de obesidad para la población china son tener un índice de masa corporal (IMC) de 27 (en occidente, esa cifra se considera sobrepeso, y obesidad a partir de 30), y obesidad central a partir de un perímetro abdominal de 90 cm en los hombres y 80 cm en las mujeres.

El sueño nocturno se dividió en tres grupos en función de su duración (menos de 7 horas, entre 7 y 9 horas y más de 9 horas), y también se tuvieron en cuenta otros parámetros de salud y sociales, como limitación funcional, depresión, hipertensión, diabetes, consumo de tabaco y alcohol, nivel educativo o tener coche o ascensor. La conclusión fue que una siesta de larga duración (más de una hora) se asocia a mayor riesgo de obesidad abdominal. Por el contrario, no se encontró relación entre la adiposidad abdominal y el sueño nocturno.

Los propios autores admiten debilidades en su trabajo, la principal es que los datos en los que se basan son los que aportan los propios participantes y, por tanto, pueden estar sesgados.

Población española

´'Nutrición Hospitalaria' publica, junto al artículo original, un editorial firmado por las endocrinólogas españolas Araceli Muñoz, del Hospital Universitario Virgen de las Nieves, y Ana María Gómez Pérez, del Hospital Universitario Virgen de la Victoria, de Málaga. Las doctoras recuerdan que “la asociación entre el patrón de sueño y diversas enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2 o la obesidad, ha sido ampliamente explorada con resultados heterogéneos”.

Un análisis en participantes del estudio Predimed PLUS encontró asociación entre diabetes tipo 2 y siestas prolongadas

Por ejemplo, un trabajo multicéntrico español, realizado con la población del estudio PREDIMED PLUS también encontró una asociación entre mayor prevalencia de diabetes tipo 2 y siestas prolongadas, y también mayor adiposidad. Para este informe, se tomaron 2190 pacientes ancianos incluidos, que confirmaron que había más diabetes entre los que dormían siestas de más 90 minutos. Además, se encontró una relación positiva entre mayor IMC y circunferencia abdominal entre los que sesteaban más de media hora. “Son resultados similares [a los del estudio chino] que sugieren conclusiones parecidas, aunque se trata de poblaciones muy distintas”, dicen las endocrinólogas en el editorial.

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En su guía de 2015, la National Sleep Foundation recomienda de 7 a 9 horas de sueño al día en la edad adulta, y 7 u 8 para los mayores. En este sentido, estudios asiáticos (chinos y coreanos) aportan datos que demuestran que sueños nocturnos más cortos se relacionan con aumento de IMC y obesidad central.

Otros científicos se atreven a relacionar el sueño diurno con el nocturno y la combinación de los dos con la salud. Es lo que hizo el estadounidense Jaime Devine, que en un trabajo encontró que quienes dormían siesta presentaban una relación cintura cadera más alta, y niveles elevados de proteína C reactiva e interleucina 6, que son indicativos de inflamación crónica y también de riesgo cardiovascular. Además, las personas que habitualmente se echaban la siesta y dormían mal por la noche, presentaban cifras altas de noradrenalina, síntomas depresivos y mayores puntuaciones de estrés percibido.

¿Siesta por prescripción médica?

Las doctoras españolas destacan que “aunque estos estudios apuntan a que el patrón de sueño (siestas más prolongadas y/o sueño nocturno deficiente), es un factor importante en el riesgo de obesidad, adiposidad abdominal, diabetes y otros resultados en salud, se trata de estudios en su mayoría transversales, con duración del sueño autorreportada y en poblaciones heterogéneas”. Estos condicionantes llevan a la necesidad de llevar a cabo “estudios prospectivos, amplios y con seguimiento prolongado, para aclarar la relación del sueño con la salud metabólica”.

Entonces, ¿no hay esperanza para los amantes de la cabezadita postprandial? Sí que la hay siempre y cuando sea corta y algunos, tal vez, tengan que hacerla por prescripción facultativa. Durante el Congreso Anual del Colegio Americano de Cardiología de 2019, el especialista griego Manolis Kallistratos, expuso que dormir la siesta todos los días reduce la tensión arterial entre 3 y 5 mm de Hg (los fármacos antihipertensivos lo hacen entre 5 y 7 mm Hg). "Estos hallazgos son importantes porque un descenso de la presión arterial tan pequeño como 2 mm Hg puede reducir hasta un 10% el riesgo de eventos cardiovasculares, como un ataque cardiaco”, cuantificó Kallistratos.

De nuevo, la ciencia pone negro sobre blanco que los placeres, en pequeñas dosis, son altamente gratificantes y saludables.

La siesta, los toros y la paella ocupan el podio de los ‘tipical spanish’, pero no porque la mayoría de los españoles contribuyamos a esa fama, más bien es que nos viene dada por la ‘gracia de los turistas’. Las encuestas ponen de manifiesto que es un cliché que no se ajusta a nuestra realidad actual; si nos centramos en la siesta, un informe de la consultora Simple Lógica (IOP) recoge que el 57,9% de los ciudadanos no duerme nunca la siesta, y solo el 13% lo hace todos los días.

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