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¿Te enjabonas varias veces al día? Te interesa (y mucho) leer esto
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Los expertos alertan

¿Te enjabonas varias veces al día? Te interesa (y mucho) leer esto

Según varios profesionales de la salud, esta práctica podría conllevar desequilibrios dermatológicos muy graves a largo plazo

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La sudoración tras la práctica deportiva invita a acudir a la ducha con regularidad, en algunos casos en exceso. Como seres sociales, la higiene es una aspiración intrínseca al ser humano que a menudo pasa desapercibida, se da por hecho. Las personas huyen del mal olor y del aspecto descuidado como medida defensiva frente a las infecciones; sin embargo, los dermatólogos advierten también de los riesgos que conlleva para nuestra salud recurrir al jabón con excesiva frecuencia.

La comunidad científica internacional coincide en que los hábitos de higiene predominantes actualmente en los países desarrollados son un fenómeno relativamente reciente. Sin embargo, no existe un consenso inapelable sobre la frecuencia exacta recomendable ni sobre el impacto real que tiene en nuestra salud ducharnos frecuentemente.

El tipo de piel que tenemos debería determinar nuestros hábitos de higiene

Justo lo contrario ocurre con el lavado de manos, conducta que se ha documentado como una práctica ritual ancestral presente tanto en los estratos sociales humildes de la antigüedad como en los privilegiados, por ejemplo antes de comer, y que también ha demostrado su importancia para la prevención de enfermedades.

Frente a aquellos que reniegan del efecto detergente de los jabones sobre nuestra piel, surgen aquellos casos en los que sería aceptable llegar a tomar más de una ducha diaria, tal y como explica la doctora estadounidense Jessica Krant en una entrevista para BBC News: “Existen razones para justificar un par de duchas diarias; sin embargo, lo recomendable es que fueran extraordinariamente cortas o una sola ducha en profundidad”.

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Tal y como asegura la doctora, algunas de estas razones son la actividad física intensa, ya sea por motivos de trabajo o de ocio. Siguiendo este razonamiento sería absolutamente recomendable para las personas que acuden al gimnasio tomar una ducha tras su sesión de deporte. Sin embargo, en estos casos no sería tan aconsejable bañarse en otros momentos del día.

Otros factores que influyen en la frecuencia del lavado corporal es la humedad del ambiente en que vivimos, que puede favorecer la sudoración, la aparición de mal olor corporal e incluso la formación de acné.

La tipología de nuestra piel también es un condicionante decisivo a la hora de planificar nuestros hábitos de higiene, ya que aquellas personas que presentan una dermis grasa serán más tolerantes a la fricción y a la acción detergente del jabón, mientras que aquellas personas que tienen una piel seca deberán espaciar más la frecuencia de sus lavados, e incluso considerar la posibilidad de aplicar alguna crema hidratante después de la ducha.

Nuestra piel es un ecosistema vivo

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Como señala la experta Yasmine Belkaid en su artículo científico sobre la 'Microbiota cutánea y la inmunidad', nuestra piel es un complejo entorno natural para millones de microorganismos y bacterias, beneficiosas para nuestro salud, que forman parte de la red defensiva tejida por nuestro sistema inmunitario.

Estos pequeños habitantes constituyen la primera línea de nuestro sistema inmune, y nos ayudan a repeler infecciones, retener líquidos o conservar la temperatura corporal. Estas bacterias normalmente favorecen el buen funcionamiento de nuestra piel, pero cuando se multiplican pueden generar algunos desequilibrios.

Por el contrario, cuando aplicamos un sulfato demasiado agresivo, con una gran eficacia detergente, la espuma arrastra toda la suciedad y toda la grasa acumulada en nuestra piel desde la última vez que nos duchamos, llevándose a su paso el ecosistema en el que viven estas bacterias protectoras. Esta es una de las razones por las que es importante encontrar el equilibrio adecuado en nuestros hábitos de higiene y conocer la frecuencia de lavado que mejor se adapta a nuestras necesidades.

La sudoración tras la práctica deportiva invita a acudir a la ducha con regularidad, en algunos casos en exceso. Como seres sociales, la higiene es una aspiración intrínseca al ser humano que a menudo pasa desapercibida, se da por hecho. Las personas huyen del mal olor y del aspecto descuidado como medida defensiva frente a las infecciones; sin embargo, los dermatólogos advierten también de los riesgos que conlleva para nuestra salud recurrir al jabón con excesiva frecuencia.

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