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¿Cambio de hora? Estos son los efectos reales que tiene en tu salud
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Cómo minimizar el impacto

¿Cambio de hora? Estos son los efectos reales que tiene en tu salud

El segundo cambio de hora en España en 2023 tendrá lugar en la madrugada de este sábado 28 de octubre al domingo 29

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Con el cambio de hora se cumple con la Directiva Europea 2000/84/CE que sigue afectando, sin excepción, a todos los estados miembros de la Unión Europea. El cambio de horario permite adaptar la actividad al ciclo de luz solar, de forma que se dependa en menor medida de la electricidad. La Comisión Europea considera que el consumo de energía no es el único aspecto positivo, pues también subraya otros impactos sobre sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo, los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.

Sin embargo, este cambio horario provoca trastornos de sueño y adaptación, como pueden ser la sensación de cansancio, laxitud, somnolencia o falta de concentración, entre otros.

"Lo normal es que en una semana, máximo diez días, se hayan superado los inconvenientes (del cambio de hora)", explica el Dr. Yusta

El cambio de hora altera los ritmos y algunas personas pueden tener dificultades para conciliar el sueño y para despertarse, fundamentalmente los niños y los mayores, sobre todo si toman ansiolíticos o antidepresivos que repercuten en el funcionamiento cerebral, en el ciclo biológico vigilia-sueño y en la estructura del sueño.

Para superar estos trastornos, el neurólogo del Hospital Universitario de Gudalajara y de la Unidad de Daño Cerebral del Instituto de Enfermedades Neurológicas de Castilla-La Mancha y profesor de Neurología de la Universidad de Alcalá, el doctor Antonio Yusta Izquierdo, recomienda no alterar el ritmo biológico y mantener fijas las horas de descanso nocturno, de seis a ocho horas: "Se trata de mantener los ritmos circadianos por los que está regulado el ciclo vigilia-sueño, unos ciclos biológicos mediante los que nos adaptamos a la luz del día y a la noche", ha explicado el doctor Yusta.

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Cambiar al horario de invierno resulta más fácil para el organismo que el cambio de horario de verano porque facilita tener más horas de sueño y un despertar más natural que coincide con el amanecer. Si hubiese un horario de verano permanente, en los meses de invierno habría falta de luz por la mañana y en los de verano un exceso de luz por la noche, una situación que desajusta el reloj interno y puede provocar bajo rendimiento y vulnerabilidad a determinadas enfermedades. En algunas ciudades españolas, un horario de verano durante todo el año supondría que en invierno el amanecer no se produciría antes de las 9:30 horas y que en verano el anochecer llegaría sobre las 22:00 horas.

La Sociedad Española de Sueño aconseja que en España lo más conveniente para la salud es que existiera un horario estable sin cambios durante el año y que se mantuviera de forma permanente el horario de invierno (GMT+1). Gracias a esto se conseguiría una mayor exposición a la luz solar durante la franja horaria laboral y escolar más habitual (8:00 am – 17:00 pm), especialmente en las primeras horas de la mañana.

Recomendaciones para minimizar el impacto

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Adaptarse a los cambios en los hábitos de sueño es difícil para el cuerpo, especialmente porque el reloj interno sigue su marcha independientemente de que estemos en el horario de verano o de invierno. Este reloj interno, o ritmo circadiano, está influenciado por la exposición a la luz solar, entre otros factores. Para minimizar estos impactos, el Dr. Antonio Yusta Izquierdo recomienda:

  • Hacer que dormir sea una prioridad en los días previos a un cambio de hora. Eso puede significar acostarse más temprano o evitar los aparatos electrónicos antes de dormir.
  • Cenar de una manera frugal y limitar el consumo de cafeína por la tarde.
  • Evitar la automedicación en caso de no adaptarse al nuevo horario.

"Lo normal es que en una semana, máximo diez días, se hayan superado los inconvenientes, pero si persisten los síntomas hay que acudir al especialista", concluye el neurólogo.

¿Por qué hay cambios de horarios de verano y de invierno?

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La Tierra está inclinada y gira sobre su eje a un ángulo relativamente constante de 23,4 grados respecto al Sol, ese giro hace que cambie la cantidad de horas de luz que recibimos en los distintos lugares del mundo. El ecuador suele disfrutar de unas 12 horas de día y 12 horas de noche durante todo el año, pero no ocurre lo mismo más al norte o al sur. Para adaptarnos, en nuestro país, se producen dos cambios horarios al año: el UTC + 2 y UTC + 1, que son los que popularmente se conocen como cambios de horario de invierno y de verano.

El porqué de esta adaptación a las horas solares del día se atribuye a Alemania, que lo puso en práctica cuando escasearon los recursos durante la Primera Guerra Mundial. Con el fin de tener que destinar menos carbón a la iluminación artificial y poder tener más reservas para usarlo en el conflicto bélico, decidió poner en marcha el primer horario de verano en 1916 para aprovechar los recursos al máximo durante las horas de luz. Estados Unidos pronto siguió su ejemplo y el primer cambio de hora estacional del país tuvo lugar en 1918.

El próximo 30 de octubre, España cambiará la hora por última vez

España adoptó el cambio horario en 1974 y la UE unificó el procedimiento del cambio de hora en 1980. De acuerdo a la norma vigente, los países deberían cambiar al horario de verano el último domingo de marzo, y de vuelta al horario estándar el último domingo de octubre. En 2018, el Parlamento pidió a la Comisión que evaluara la conveniencia de mantener el cambio de horario y que, en función de sus conclusiones, propusiera una revisión de la directiva vigente.

Con el cambio de hora se cumple con la Directiva Europea 2000/84/CE que sigue afectando, sin excepción, a todos los estados miembros de la Unión Europea. El cambio de horario permite adaptar la actividad al ciclo de luz solar, de forma que se dependa en menor medida de la electricidad. La Comisión Europea considera que el consumo de energía no es el único aspecto positivo, pues también subraya otros impactos sobre sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo, los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.

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