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Un estudio señala cuál es la dieta que retarda el crecimiento de tumores
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Un estudio señala cuál es la dieta que retarda el crecimiento de tumores

Una nueva investigación en roedores que compara la dieta de restricción calórica con la cetogénica muestra que la primera reduce el nivel de grasas, lo que impide que las células cancerosas proliferen

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Las cifras no engañan y la literatura científica tiene bien establecido que entre el 30% al 40% por ciento de todos los cánceres se pueden prevenir únicamente con medidas dietéticas y de estilo de vida. La obesidad, los alimentos con pocos nutrientes como los azúcares concentrados y los productos de harina refinada que contribuyen a un metabolismo deficiente de la glucosa (que conduce a la diabetes), la ingesta baja de fibra, el consumo de carnes rojas y el desequilibrio de las grasas omega-3 y omega-6 contribuyen a un riesgo más elevado de enfermedad oncológica, tal como reza un trabajo de revisión publicado en 'Nutrition Journal'.

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En declaraciones a El Confidencial, la Dra. Paula Jiménez Fonseca, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncóloga médico del HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias), comenta: "La dieta no cura, pero sí es un buen factor de protección para prevenir tumores. Los cánceres localizados en los siguientes órganos o tejidos son los que se asocian con una dieta inadecuada y con la obesidad: colorrectal, esófago, estómago, vesícula biliar, páncreas, endometrio, mama, próstata, riñón, tiroides, hígado, meningioma y dentro de los tumores hematológicos, el mieloma múltiple, y el linfoma difuso de células B. Así, la obesidad aumenta hasta en un 50% el riesgo de cáncer de mama en mujeres post-menopáusicas, de endometrio y de riñón".

E, insiste, "una vez el paciente ha desarrollado el cáncer, el papel de la dieta en la evolución de la enfermedad es controvertido. Hasta la fecha, ningún ensayo clínico ha podido demostrar el efecto antitumoral de la dieta en pacientes con cáncer. En estos, la cirugía, la quimioterapia y otros tratamientos farmacológicos, y la radioterapia serán la base del tratamiento".

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Conocemos, como aclara el documento 'Las cifras del cáncer en España 2021' de la SEOM, que sigue constituyendo una de las principales causas de morbi-mortalidad del mundo. La International Agency for Research on Cancer estimó que en el año 2018 se diagnosticaron unos 18,1 millones y, dos años después, el número ascendió a 19,3. Sin embargo, sabemos que la pandemia ha afectado el número de diagnósticos en muchos países, por lo que probablemente el número real de detectados el pasado año habrá sido menor. Las estimaciones globales indican, también, que el número de casos nuevos aumentará en las dos próximas décadas a 30,2 millones al año en 2040. Dentro del territorio español, las cifras establecen que se alcanzarán los 276.239 casos este año.

Matar de hambre al cáncer

Poner freno a las neoplasias es uno de los objetivos de los investigadores y la dieta parece que puede ser protagonista. Ahora, sale a la luz un nuevo estudio en 'Nature' que establece cómo hacerlo: ‘matándolas’ de hambre y sed. Llega de la mano del Instituto Tecnológico de Massachusetts de EEUU (MIT, por sus siglas en inglés), que analizó dos dietas diferentes en ratones, y pone de manifiesto cómo ambas afectan y ofrece una explicación de por qué la restricción de calorías puede retrasar el crecimiento tumoral.

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El estudio examinó los efectos de una dieta restringida en calorías y una dieta cetogénica en roedores con tumores pancreáticos. Si bien ambas reducen la cantidad de azúcar disponible para los tumores (el alimento preferido de las células cancerígenas es la glucosa), los investigadores encontraron que solo la restringida disminuye la disponibilidad de grasas, y esto estaba relacionado con una desaceleración del crecimiento tumoral.

Los hallazgos no sugieren que los pacientes con cáncer deban intentar seguir ninguna de estas dietas, dicen los investigadores. En cambio, creen que los hallazgos justifican más estudios para determinar cómo las intervenciones dietéticas podrían combinarse con medicamentos existentes o emergentes para ayudar a los pacientes

"Hay mucha evidencia de que la dieta puede afectar a la rapidez con que progresa el cáncer, pero esto no es una cura", dice Matthew Vander Heiden, director del Instituto Koch para la Investigación Integrativa del Cáncer del MIT y autor principal del estudio. "Si bien los hallazgos son provocativos, se necesitan más estudios y los pacientes deben hablar con su médico sobre qué tipo de alimentación es el más adecuado para su cáncer", agrega Evan Lien, autor principal del artículo.

Mecanismo metabólico

Vander Heiden, quien también es oncólogo médico en el Instituto de Cáncer Dana-Farber de EEUU, dice que sus pacientes a menudo le preguntan sobre los posibles beneficios de varias de ellas, pero no hay suficiente evidencia científica disponible para ofrecer un consejo definitivo. Muchas de las preguntas dietéticas que los pacientes tienen se centran en una dieta restringida en calorías, que reduce el consumo de calorías entre un 25% y un 50%, o la keto, que es baja en carbohidratos y alta en grasas y proteínas.

Estudios anteriores han sugerido que la restricción calórica podría ralentizar el crecimiento tumoral en algunos contextos, y se ha demostrado que dicha dieta prolonga la vida útil en ratones y muchas otras especies animales. Un número menor de estudios que exploran los efectos de la cetogénica sobre el cáncer no han arrojado resultados concluyentes.

Sin embargo, ya la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' recogía un trabajo austriaco que reconoce la restricción de alimentos favorece preferentemente la apoptosis de las células preneoplásicas. Este efecto, en combinación con la replicación celular disminuida, brinda protección contra la carcinogénesis.

Las células cancerosas consumen una gran cantidad de glucosa, por lo que algunos científicos habían planteado la hipótesis de que la dieta cetogénica o la restricción calórica podrían ralentizar el crecimiento del tumor al reducir la cantidad de la misma disponible. Sin embargo, los experimentos iniciales del equipo del MIT mostraron que la restricción tiene un efecto mucho mayor en el crecimiento del tumor que la 'adversaria', por lo que sospecharon que los niveles de glucosa no estaban jugando un papel importante en la desaceleración.

Foto: El doctor Meneu, junto a su paciente Enrique Baraza. (Jorge Álvaro)
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Para profundizar en el mecanismo, analizaron el crecimiento tumoral y la concentración de nutrientes en ratones con tumores pancreáticos, que fueron alimentados con una dieta normal, cetogénica o restringida. Tanto en los roedores cetogénicos como los que siguieron una dieta baja en calorías, los niveles de glucosa bajaron. En los que llevaron la restricción, los niveles de lípidos también disminuyeron, pero no en los otros animales, que aumentaron.

Sin grasas, el tumor no crece

La escasez de grasas impide el crecimiento tumoral porque las células cancerosas necesitan lípidos para construir sus membranas celulares. Normalmente, cuando estos no están disponibles en un tejido, las células pueden producir los suyos. Como parte de este proceso, necesitan mantener el equilibrio adecuado de ácidos grasos saturados e insaturados, lo que requiere una enzima llamada estearoil-CoA desaturasa (SCD, por sus siglas en inglés). Esta enzima es responsable de convertir los primeros en los segundos.

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Tanto las dietas cetogénicas como las restringidas en calorías reducen la actividad de la SCD, pero los ratones con la keto tenían lípidos disponibles en su dieta, por lo que no necesitaban usar SCD. Sin embargo, los de la dieta restringida en calorías no podían obtener ácidos grasos ni producir los suyos propios. En ellos, el crecimiento tumoral se ralentizó significativamente, en comparación con el resto.

"La restricción no solo priva a los tumores de lípidos, sino que también altera el proceso que les permite adaptarse a ella. Esa combinación realmente está contribuyendo a la inhibición del crecimiento tumoral", comenta Lien.

Efectos dietéticos

Además de su investigación con ratones, también analizaron algunos datos humanos. Trabajando con Brian Wolpin, oncólogo del Dana-Farber Cancer Institute y autor también del artículo, el equipo obtuvo datos de un gran estudio de cohorte que les permitió analizar la relación entre los patrones dietéticos y los tiempos de supervivencia en pacientes con cáncer de páncreas. A partir de ese estudio, los investigadores encontraron que el tipo de grasa consumida parece influir en cómo los pacientes con una dieta baja en azúcar se comportan después del diagnóstico, aunque los datos no son lo suficientemente completos como para sacar conclusiones sobre el efecto de la dieta.

"Los hallazgos podrían servir para desarrollar fármacos que ayuden a ralentizar el crecimiento tumoral"

Aunque este estudio mostró que la restricción calórica tiene efectos beneficiosos en ratones, los investigadores dicen que no recomiendan que los pacientes con cáncer sigan una dieta restringida en calorías, que es difícil de mantener y puede tener efectos secundarios dañinos. Sin embargo, creen que la dependencia de las células cancerosas de la disponibilidad de ácidos grasos insaturados podría aprovecharse para desarrollar fármacos que podrían ayudar a ralentizar el crecimiento tumoral.

Una posible estrategia terapéutica podría ser la inhibición de la enzima SCD, que cortaría la capacidad de las células tumorales para producir ácidos grasos insaturados.

Los investigadores ahora planean estudiar cómo las dietas con una variedad de fuentes de grasas, incluidas las grasas de origen vegetal o animal con diferencias definidas en el contenido de ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados, y cómo alteran el metabolismo del tumor según la proporción entre ambos.

La Dra. Fonseca recuerda que "este estudio, como indican los propios investigadores, aporta unos resultados en ratones que deberían estudiarse en humanos. El primer paso sería confirmar si el efecto de la dieta hipocalórica en el freno del crecimiento tumoral se reproduce en humanos. De confirmarse, el segundo paso sería realizar un ensayo clínico en el que se compare el efecto de una dieta restrictiva frente a la no intervención dietética. Por tanto, para tener un nivel de evidencia suficiente para recomendar una dieta hipocalórica a pacientes con cáncer queda mucho camino de investigación y no sería prudente realizarlo en base a este estudio preliminar en ratones. De hecho, menos del 5% de los tratamientos o intervenciones ensayadas frente al cáncer muestran beneficio".

Las cifras no engañan y la literatura científica tiene bien establecido que entre el 30% al 40% por ciento de todos los cánceres se pueden prevenir únicamente con medidas dietéticas y de estilo de vida. La obesidad, los alimentos con pocos nutrientes como los azúcares concentrados y los productos de harina refinada que contribuyen a un metabolismo deficiente de la glucosa (que conduce a la diabetes), la ingesta baja de fibra, el consumo de carnes rojas y el desequilibrio de las grasas omega-3 y omega-6 contribuyen a un riesgo más elevado de enfermedad oncológica, tal como reza un trabajo de revisión publicado en 'Nutrition Journal'.

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