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La microbiota que hace que esta dieta controle el síndrome de intestino irritable
  1. Bienestar
Depende de los genes

La microbiota que hace que esta dieta controle el síndrome de intestino irritable

Hinchazón abdominal, gases o cólicos son los síntomas con los que conviven los afectados por este trastorno. La alimentación puede aliviarlos, pero esa respuesta positiva está relacionada con los genes de las bacterias intestinales

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El síndrome de intestino irritable (SII) es una enfermedad muy habitual, tanto que algunos sostienen que el 15% de la población mundial la sufre (en España, más de 4,5 millones de personas). Hinchazón abdominal, gases, cólicos, episodios de diarrea o estreñimiento son los síntomas que tienen que padecer los afectados. La buena noticia es que el trastorno, generalmente, ni es grave ni aumenta el riesgo de cáncer de colon, aunque sí que complica la vida de quienes viven con ella, habitualmente gente joven. Lo malo es que es crónica e incurable, así es que tienen que aprender a lidiar con ella.

El estrés influye mucho en la intensidad de los síntomas de SII y en algunos casos la psicoterapia resulta de gran ayuda

El tratamiento está orientado a controlar los síntomas, pero como el estrés influye mucho en los episodios, en algunos casos la psicoterapia resulta de gran ayuda. Con todo, la dieta es primordial y, tradicionalmente, se acepta que la fibra insoluble empeora los síntomas. Desde hace unos años, la recomendación generalizada es que las personas con SII sigan una dieta libre de Fodmap (acrónimo de oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables), unas partículas que son fibras de cadena corta, solubles y que fermentan en el intestino, liberando una gran cantidad de gas. Sin embargo, muchos pacientes comprueban que ese remedio tampoco les funciona.

El secreto que guarda la microbiota

Esta situación puede tener los días contados gracias a un equipo de científicos británicos que ha dado con la clave de por qué ese tipo de alimentación no siempre es eficaz. Más que un secreto es la confirmación (otra vez) de que una composición saludable de los microorganismos de la microbiota intestinal está detrás del éxito, o el fracaso, de la dieta.

Foto: Foto: Unsplash/@dor_farber.

Para identificar el perfil microbiano y los genes involucrados en la conversión de alimentos de la dieta habitual en moléculas activas, los investigadores, dirigidos por Kevin Vervier, del Instituto Sanger (en Cambridge), analizaron minuciosamente muestras de heces de 56 personas con SII y de otras 56 que vivían con ellas, pero que no tenían el problema intestinal.

Después de ese primer estudio, volvieron a evaluar las heces de 41 de estas parejas después de haber seguido durante 4 semanas una dieta baja en Fodmap.

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El primer examen dejó al descubierto en las personas con SII la existencia de dos firmas microbianas distintas, que los investigadores llamaron similares a patógenos (IBSP) y similares a la salud (IBSH).

La primera era abundante en Firmicutes (bacterias poco saludables), concretamente clostridium causantes de infecciones conocidas (difficile, sordelli y perfringens), pero pobre en Bacteroidetes (beneficiosas). En esa firma patógena abundaban Streptococcus (parasanguinis y timonensis) que se encuentran en la boca. Además, los genes bacterianos implicados en el metabolismo de los aminoácidos y los carbohidratos estaban sobreexpresados, lo que, en opinión de los investigadores, puede explicar el exceso de algunos metabolitos que están relacionados con los síntomas del SII.

Por su parte, la firma microbiana saludable de los otros pacientes con SII era similar a la encontrada en el grupo de comparación (miembros del hogar).

Después de 4 semanas de seguir una dieta baja en Fodmap, el microbioma del grupo control y el de los afectados por SII que tenían un perfil microbiano saludable permaneció igual.

Efectos prácticos

Sin embargo, la dieta Fodmap hizo más saludable el microbioma de los pacientes con IBSP gracias al aumento de Bacteroidetes, a una caída de especies de Firmicutes y a la pérdida de sobreexpresión de los genes bacterianos involucrados en el metabolismo de aminoácidos y carbohidratos.

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El dato más relevante a efectos prácticos: los síntomas mejoraron en 3 de cada 4 de los pacientes con SII, aunque la respuesta clínica a la dieta baja en Fodmap fue mayor en aquellos con una firma microbiana patógena que en aquellos con una firma microbiana saludable en su intestino.

Los autores, que han publicado su trabajo en la revista Gut, sostienen la consistencia de la relación entre dieta, microbioma y los síntomas en la firma microbiana dañina, aunque admiten que se necesitan más estudios para confirmar ese nexo. No obstante, sugieren que sus hallazgos podrían allanar el camino para desarrollar una firma microbiana con la que identificar a quienes se beneficiarían de la dieta baja en Fodmap y buscar alternativas para quienes no lo harían. “Si se demuestra que las bacterias representadas en la firma patógena influyen en la gravedad del SII, esto puede servir como un objetivo para nuevas terapias”, sugieren.

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Gut también publica un editorial relacionado con este asunto -firmado por los profesores Peter Gibson y la Dra. Emma Halmos, de la Universidad Monash de Melbourne- en el que califican la dieta Fodmap como “un cambio importante en el tratamiento de los pacientes con síndrome del intestino irritable (SII)”. Pero “aunque es una terapia sintomática eficaz, conlleva riesgos asociados con la exacerbación de los trastornos alimentarios, desafiando la adecuación nutricional e induciendo microbiota intestinal disbiótica [desequilibrada]", añaden.

Los australianos también apuntan que el estudio liderado por el Instituto Sanger presenta debilidades en la evaluación de la ingesta de Fodmap y de fibra, que pueden afectar a los resultados. Con todo, dejan un mensaje positivo: “Lo bonito del trabajo es que permite la creación de hipótesis innovadoras factibles que pueden ser exploradas en estudios dirigidos. Tal vez, la dieta Fodmap sea algo más que una terapia para el control de los síntomas”.

El síndrome de intestino irritable (SII) es una enfermedad muy habitual, tanto que algunos sostienen que el 15% de la población mundial la sufre (en España, más de 4,5 millones de personas). Hinchazón abdominal, gases, cólicos, episodios de diarrea o estreñimiento son los síntomas que tienen que padecer los afectados. La buena noticia es que el trastorno, generalmente, ni es grave ni aumenta el riesgo de cáncer de colon, aunque sí que complica la vida de quienes viven con ella, habitualmente gente joven. Lo malo es que es crónica e incurable, así es que tienen que aprender a lidiar con ella.

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