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La importancia de los horarios en la anorexia y la bulimia
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Prevención y tratamiento

La importancia de los horarios en la anorexia y la bulimia

Muchos expertos aconsejan el establecimiento de rutinas concretas desde la infancia como una forma de prevención ante los trastornos de conducta alimentaria (TCA)

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Fomentar valores a favor de la salud debe formar parte fundamental del sistema educativo. Para ello, es importante promover hábitos alimentarios saludables para conseguir un cambio en el comportamiento de las personas y reducir así las enfermedades derivadas de una mala alimentación. Sin embargo, existen otras relacionadas con lo que comemos que también tienen un carácter genético, biológico, conductual, psicológico y social.

Según la definición facilitada por el Instituto Nacional de Salud Mental (NIH), “los trastornos de conducta alimentaria (TCA) son enfermedades graves que se caracterizan por alteraciones mentales de las conductas de alimentación de una persona”. A pesar de que son trastornos que aparecen más frecuentemente en la adolescencia o edades tempranas de la adultez, estas enfermedades pueden afectar a cualquier persona, independientemente de la edad, origen racial o étnico, peso corporal y sexo.

Sin embargo, la Asociación TCA Aragón refleja, con cifras extraídas de las principales asociaciones médicas, que existen grupos de personas más vulnerables a estos trastornos en España:

  • Los TCA son más frecuentes en mujeres que en hombres.
  • Más del 90% de afectados son mujeres de entre 12 y 36 años, aunque cada vez es más frecuente que ocurra en hombres y gente mayor.
  • El 70% de los adolescentes no se siente a gusto con su cuerpo y 6 de cada 10 chicas creen que serían más felices si estuvieran más delgadas, además cerca de un 30% de ellas revela conductas patológicas.
  • Se estima que en España un 21% de mujeres y un 15% de hombres universitarios corren el riesgo de sufrir algún TCA.

La falta de rutina puede provocar sensación de desorden e inseguridad

Los casos de TCA se han duplicado en los últimos 18 años en todo el mundo, pero la tasa de éxito en los tratamientos también es mayor. El número de pacientes totalmente curados asciende del 68% al 84% cuando se aumenta en el tiempo el seguimiento de los afectados. La Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) estima que entre un 10% y un 20% de los pacientes cronifica la enfermedad.

Uno de los grandes problemas es el sobrepeso o la obesidad, siendo esta la mayor insatisfacción en los jóvenes. Para remediarlo, muchos de ellos realizan dietas por su cuenta sin supervisión o consejo médico profesional, lo que en muchas ocasiones deriva en fracaso y la situación empeora.

Entre los TCA más frecuentes, la ACAB destaca la anorexia nerviosa, donde el paciente tiene una imagen distorsionada de su cuerpo y suele negarse a comer o a hacer ejercicio por miedo al aumento de peso; y la bulimia nerviosa, donde los afectados comienzan comiendo compulsivamente y en exceso, y a la vez intentan evitar que las calorías se queden en el cuerpo.

La asociación explica que estos trastornos mentales se caracterizan por una incapacidad de la persona afectada de controlar sus acciones y pueden dejar secuelas psicológicas (depresión, ansiedad o problemas de adicción) o físicas (pérdida de cantidad ósea, aumento de fracturas, desarrollo anormal del crecimiento o incluso afecciones en los dientes y el esófago).

¿Cómo se pueden prevenir?

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En el momento de tratar y prevenir los TCA, es imprescindible descansar y dormir correctamente e imponer una rutina de horarios diaria, entre otras cosas. Además, también es importante educar a los niños desde la infancia y diagnosticar la enfermedad lo más pronto posible.

El Hospital Quirón Salud señala que las interrupciones en el sueño suelen ser frecuentes en pacientes con TCA, ya que algunos de los comportamientos compulsivos que desarrollan aparecen de madrugada. De hecho, los episodios que sufren los pacientes con bulimia suelen desarrollarse más frecuentemente por la tarde y por la noche.

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Los expertos indican que en las entrevistas con los pacientes los médicos deben indagar y conocer cuáles son los horarios de sus pacientes para mejorar el tratamiento y aportar beneficios al bienestar emocional y psicológico.

Inmens, el portal de contenidos que da servicio, información y atención a las familias y jóvenes sobre los trastornos de la conducta elaborado por AMPANS y Amalgama7 (asociaciones especializadas en dar servicio a jóvenes y adolescentes con comportamientos de riesgo, trastornos y alteraciones de la conducta) recalca que la falta de rutina puede provocar sensación de desorden e inseguridad que pueden derivan en problemas en el comportamiento, alimentación, sueño y socialización.

Por esta razón, es importante que los padres eduquen a sus hijos desde pequeños en el establecimiento de horarios y rutinas fijas. Algunos de los beneficios que apuntan las asociaciones son:

  • Aporta orden.
  • Favorece el aprendizaje de los niños.
  • Fomenta la buena autonomía.
  • Mejora la comprensión del entorno.
  • Reduce la ansiedad y las conductas negativas derivadas de estados de nervios y de no saber qué o cuándo hacer una acción o actividad.
  • Aumenta la autoestima porque aporta seguridad y tranquilidad.
  • Ayuda a madurar a las personas desde la infancia.

Teniendo en cuenta que uno de los lugares donde más tiempo pasamos es en nuestra casa, la imposición de horarios debe partir del propio núcleo familiar y en la vivienda. Concretar rutinas para levantarse, comer, higiene, estudio, descanso y ocio es importante para mejorar la convivencia y la propia vida individual de todos los miembros de la familia, siempre en función del estilo de vida y las necesidades particulares de cada estructura familiar.

De hecho, el Instituto Superior de Estudios Sociales y Sociosanitarios subraya que proporcionar un ejemplo desde la infancia y educar a los niños en un entorno de alimentación adecuada y saludable puede ayudar a prevenir los TCA, ya que las personas tendemos a imitar los comportamientos y patrones establecidos.

Fomentar valores a favor de la salud debe formar parte fundamental del sistema educativo. Para ello, es importante promover hábitos alimentarios saludables para conseguir un cambio en el comportamiento de las personas y reducir así las enfermedades derivadas de una mala alimentación. Sin embargo, existen otras relacionadas con lo que comemos que también tienen un carácter genético, biológico, conductual, psicológico y social.

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