Adictos a los laxantes: así es la vida enganchado a purgarse
Laura, una joven de 24 años, cuenta que tomaba varias de estas pastillas que le hacían ir al baño para sentirse "vacía por dentro", para que le diese "la sensación de no haber comido nada"
"Vivía en una gastroenteritis constante, todos los días tenía que ir al baño mínimo cinco o seis veces y eso, junto con vomitar, era lo único que me hacía sentir que mi cuerpo no estaba ingiriendo nada, porque todo lo acababa expulsando. Aparte, tenía dolores de estómago, que hacían que tuviese que tirarme al suelo a cualquier hora del día". Con estas palabras cuenta Laura, una joven de 24 años, cómo era su vida cuando estaba enganchada a los laxantes.
La veinteañera relata a este periódico que el punto de partida de esta adicción fue una dieta para adelgazar. Cuando la nutricionista que le llevaba el régimen comenzó a incorporar carbohidratos y más alimentos, Laura siguió comiendo solo verdura y proteína. “Finalmente, acabé en un círculo vicioso de no comer durante días, atracones de comida y finalmente el remordimiento y empezar a vomitar. Y entre esas ‘compensaciones’ como vomitar, también entraban los laxantes y todo tipo de pastillas que me hicieran ir al baño para sentirme vacía por dentro, para que me diese la sensación de no haber comido nada”, describe. La joven llegó a tomar varias pastillas al día para purgarse, hasta llegar a estar enganchada a ellas. Con el paso del tiempo fue consciente de su problema y recurrió a especialistas para tratarlo.
El caso de Laura es solo uno de cientos que hay en nuestro país de personas que son adictas a los laxantes. Este consumo abusivo y patológico de purgantes puede encontrarse dentro de un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), según explica a El Confidencial Almudena Castells de Castro, psicóloga especialista en TCA del Centro Adalmed.
“El perfil que más obedece a esta sintomatología es aquel que tiende a una compensación después de episodios de ingestas descontroladas, como puede ocurrir con los vómitos, por eso lo más frecuente es encontrarlo en pacientes que tengan una bulimia nerviosa, sin ser nunca exclusivo”, desgrana la psicóloga. Es decir, dentro del TCA los síntomas fluctúan dependiendo de muchas variables, desde la posibilidad de llevar a cabo un síntoma o no, hasta procesos internos como el estado de ánimo.
Por qué se produce la adicción a los laxantes
Castells de Castro señala que para la persona que padece un TCA que acaba consumiendo laxantes, “su principal motivación es la pérdida de peso y controlar el miedo irracional a engordar”.
“El abuso de laxantes, como cualquier conducta patológica que podemos encontrar dentro de personas que tienen un TCA, es una sensación de control sobre el cuerpo que es lo que genera un patrón de conducta resistente. Estas personas utilizan este tipo de conductas como estrategia de regulación emocional. Ante la sensación de descontrol sobre cosas que ocurren en su vida, la persona empieza a desarrollar un control obsesivo sobre el cuerpo y la comida, generando una falsa sensación de seguridad”, explica la especialista.
Responder a ese miedo es una vía de escape ante situaciones estresantes de la vida. Es decir, desviar la atención hacia una realidad que creo que puedo controlar, en vez de enfrentarme a una realidad con la que no estoy satisfecho/a.
Por otra parte, “las personas que muestran un TCA, viven con mayor malestar la sensación de hambre y la sensación de saciedad. Estas sensaciones intentan liberarlas de manera inmediata y en el corto plazo. Por esto, podemos ver personas que padecen un TCA gestionar el malestar ocasionado por una sensación de pesadez o saciedad a través de conductas purgativas como los laxantes”.
Tolerancia y fácil accesibilidad
La especialista destaca que los laxantes pueden producir tolerancia, por lo que un uso prolongado podría dificultar una correcta evacuación; y convertirse en un círculo vicioso donde es necesario tomarlos para conseguir esa expulsión.
Tampoco podemos olvidar la fácil accesibilidad que se tiene sobre los purgantes, lo que favorece que exista un consumo no controlado.
Problemas cardíacos, síncopes, cólicos…
La adicción a los purgantes conlleva serios riesgos para la salud, según explica Castells de Castro. A nivel fisiológico, “un uso prolongado de laxantes puede producir un desequilibrio de electrolitos y una baja concentración de potasio. El aumento de pérdidas de líquidos, potasio y otros electrolitos puede causar alteraciones cardiacas y musculares”.
Entre los trastornos que pueden producirse se encuentran:
- Trastornos del metabolismo y de la nutrición: Deshidratación y déficit de vitaminas liposolubles.
- Trastornos gastrointestinales: Prurito anal, incontinencia anal, agravamiento del estreñimiento, dolor abdominal, cólicos, calambres abdominales, náuseas y vómitos.
Además, la especialista indica que la sobredosificación puede producir diarrea, calambres, retortijones y debilidad muscular, “además pueden aparecer mareos y síncopes”.
“A diferencia de lo que se suele creer, los laxantes no actúan como una sustancia que empuje los alimentos a través del intestino, evitando la absorción de los nutrientes, entre ellos las grasas –razón por la cual suelen ser utilizados por personas con un TCA– sino que, en su mayoría, actúan ya en el intestino grueso, donde toda la absorción de nutrientes ya se ha producido previamente, pero de forma incorrecta, puesto que la velocidad de tránsito del bolo alimenticio ha sido más rápida de lo habitual”, señala la psicóloga.
“Esto puede crear un desequilibrio nutricional que se relaciona directamente con los problemas expuestos anteriormente. Además, la pérdida de peso suele ser momentánea y se encuentra relacionada con la pérdida de líquido, que generalmente es repuesto a las pocas horas”, añade.
A nivel mental, cualquier abuso de sustancias puede predisponer a la persona a padecer una patología, en este caso a desarrollar un trastorno alimentario. “Cuando el consumo se vuelve descontrolado y acaba siendo, como hemos visto, una estrategia de afrontamiento patológica, esto acarrea consecuencias en el ámbito personal, profesional y social de la persona, donde la persona se ve limitada por esa necesidad de ‘vaciar’ su cuerpo”, explica.
Perfiles de los adictos a los laxantes
Las personas que desarrollan una adicción a los laxantes, tienen ya una predisposición adictiva. Es decir, el TCA es una adicción por lo que los pacientes que la padecen tienen más facilidad de mostrar conductas adictivas e incluso desarrollar otro tipo de adicciones.
La psicóloga diferencia tres tipos de pacientes que suelen realizar un abuso crónico de purgantes:
- Pacientes con estreñimiento que usan estos estimulantes sin prescripción médica, de forma excesiva y descontrolada.
- Pacientes con un TCA.
- Abusadores subrepticia (a escondidas) de laxantes, donde nos encontramos pacientes que niegan el consumo de estos, como puede ocurrir en el Síndrome de Munchausen.
Cómo tratar la adicción a los laxantes
Para tratar la adicción a los purgantes la experta en trastornos alimentarios explica que lo primero es identificar el problema: “Hay ciertas conductas que están normalizadas socialmente, que dificultan que las personas lo vivan en un primer momento como un problema o como un factor de riesgo. Como cualquier consumo abusivo, se desarrolla de manera gradual, por lo que al principio la persona encontrará justificaciones para acudir de manera reiterada a los laxantes, sin ser una señal de alarma para él ni para los de su alrededor”.
Una vez identificado el problema, el segundo paso es pedir ayuda. “Una de las principales barreras que las personas tienen para pedir ayuda es la sensación de culpa que rodea toda esta patología, especialmente este tipo de conductas que generan en la persona un gran sentimiento de vergüenza”, señala.
Una vez la persona ha identificado el problema y ha dado el paso de pedir ayuda, lo que debe hacer es acudir a especialistas en TCA y adicciones para empezar un tratamiento.
Es importante señalar que un abuso de laxantes nos avisa de que existe una patología compleja importante de tratar. “Como profesionales de la salud mental no podemos tratar de manera aislada y exclusiva con este síntoma, ni con cualquier otro, sino que es importante ahondar y profundizar en la base de la enfermedad”, aclara.
“Considero que una manera de prevención del consumo abusivo y patológico de los laxantes, comienza con que su administración sea exclusivamente en las farmacias de manera que su venta esté supervisada por un profesional de la salud. Y continúa con un trabajo multidisciplinar entre farmacéuticos y profesionales de la salud mental, para restringir el acceso y la venta de este producto, garantizando un uso adecuado del mismo”, concluye la especialista.
"Vivía en una gastroenteritis constante, todos los días tenía que ir al baño mínimo cinco o seis veces y eso, junto con vomitar, era lo único que me hacía sentir que mi cuerpo no estaba ingiriendo nada, porque todo lo acababa expulsando. Aparte, tenía dolores de estómago, que hacían que tuviese que tirarme al suelo a cualquier hora del día". Con estas palabras cuenta Laura, una joven de 24 años, cómo era su vida cuando estaba enganchada a los laxantes.