¿Tienes faringitis? Causas, síntomas y alimentos recomendados
Los resfriados comunes suelen estar detrás de este tipo de afecciones, especialmente aquellas que provocan dolor de garganta, sequedad en la zona o ganglios inflamados, entre otros síntomas. ¡No todo va a ser ómicron!
Tal y como su nombre nos hace intuir, la faringitis es la inflamación de la parte interna o las mucosas que recubren la faringe. Al tratarse de una afección inflamatoria, normalmente suele confundirse con un simple dolor de garganta, uno de sus síntomas principales, o con enfermedades similares, como la amigdalitis. “Habitualmente está causada por alguna bacteria, como el Streptococcus pyogenes o el Haemophilus influenzae; hongos, algún virus, como el del herpes simple o de Epstein-Barr, o una reacción alérgica a alimentos. También la exposición a ciertos tóxicos inhalados, el tabaco o el humo pueden favorecer su aparición”, explican desde la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Cualquiera de estas fuentes provoca así la hinchazón de la parte posterior de la garganta, la faringe, situada entre la laringe y las amígdalas. Además, “la mayoría de los casos de faringitis ocurre durante los meses más fríos. La enfermedad con frecuencia se propaga entre los miembros de la familia y contactos cercanos”, aclara la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos a través de MedlinePlus, su portal médico oficial. Bajo esta premisa, ¿qué síntomas pueden aparecer al contraer la enfermedad?
Síntomas principales y tipos de faringitis
Antes de enumerar los síntomas que provoca dicha inflamación, es importante conocer también cómo se clasifica, pues existen diferentes tipos:
- Faringitis aguda. Se trata de la clásica inflamación de garganta producida por bacterias o virus comunes.
- Faringitis crónica. Como define este último término, en este caso nos enfrentamos a una faringitis aguda recurrente. La inflamación aparece y desaparece en apenas unos días y suele estar originada por el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo más exacerbado o por forzar la voz de manera muy continuada.
- Faringitis vírica. Este tipo de faringitis surge, al igual que sus síntomas, por una infección viral.
- Faringitis estreptocócica. Esta afección se caracteriza por reducir su rango de actuación a niños y adolescentes que están en contacto directo con otros niños, superficies o utensilios que ya están infectados.
A pesar del tipo de faringitis que tengamos, los síntomas suelen ser los mismos, entre los que destacan el dolor de garganta, sobre todo al tragar o hablar; el dolor de cabeza, sequedad de la garganta, ganglios inflamados, fiebre, voz ronca, erupciones cutáneas, dolores musculares y articulares o amígdalas rojas e inflamadas. ¿Y cómo se contagia? Lo normal es que ocurra a través de esas pequeñas gotas de saliva que expulsamos al hablar, toser o estornudar. Además, como hemos visto anteriormente, los casos aumentan en invierno, pues es una dolencia muy vinculada al resfriado común y la gripe, y en primavera, debido a los cambios bruscos de temperatura y las alergias estacionales. La pregunta que ahora nos surge es: ¿puede prevenirse?
Tratamiento y prevención para la faringitis
Como ocurre con la mayoría de infecciones bacterianas o víricas, lo primero es evitar el contacto con las personas que ya padecen la enfermedad, lavarse las manos con frecuencia -sobre todo después de estornudar y antes y después de comer-, reducir el consumo de alcohol y tabaco, mantenerse correctamente hidratado y seguir una alimentación sana y equilibrada para que el sistema inmunológico permanezca fuerte y resistente.
En cuanto al tratamiento, “en la mayoría de los casos, la faringitis aguda viral no responde bien a los medicamentos. Los pacientes solo tienen que esperar a que la enfermedad se resuelva, tomando algún analgésico o antiinflamatorio suave, lo que puede tardar hasta dos semanas”, añade la SEMI desde su portal oficial. Aun así, “beber mucha agua es importante para mantenerse hidratado y aliviar la sequedad en la garganta. Los líquidos tibios, pastillas anestésicas y caramelos duros tienden a calmar el dolor de garganta también. Algunos acuden a remedios naturales tales como infusiones de salvia o malvavisco”, concluye.
Bajo esta premisa, ¿qué ingredientes podemos incluir en la dieta para calmar los síntomas?
"La faringitis aguda no responde bien a los medicamentos", según la Sociedad Española de Medicina Interna
- Como acabamos de ver, beber líquidos suaves, ya sean calientes o fríos, puede ser de gran ayuda. Un té con limón y miel, agua con hielo o incluso batidos naturales helados de frutas son algunas opciones.
- Junto a la salvia y el malvavisco, el regaliz también puede aportar su granito de arena. Esta raíz tiene propiedades cicatrizantes, antiinflamatorias y reparadoras de la mucosa. De hecho, se suele recomendar para cualquier dolencia que perjudique a la garganta. Eso sí, esta infusión puede tener efectos secundarios en mujeres embarazadas o en proceso de lactancia, y personas con hipertensión.
- La sal, siempre mezclada con agua, puede reducir también la inflamación de la faringe. ¿Cómo? Utilizando esta mezcla para hacer gárgaras varias veces al día.
- El enebro es otra planta que podemos tener en cuenta, pues disfruta de cualidades expectorantes, antisépticas y antiespasmódicas que alivian las dolencias respiratorias.
- Por su parte, el eucalipto calma la faringe y ayuda a eliminar las bacterias que han provocado la infección. En este caso, debemos dejar de lado las infusiones, mejor hervir un puñado de hojas en abundante agua y aspirar los vapores, tapándonos la cabeza con una toalla.
- Otro recurso interesante es la alimentación alcalina, es decir, aquella que tiene en cuenta el pH de los ingredientes, regulando así la acidez del organismo. Dentro de este grupo encontramos los cítricos, el alga kombu, los cereales integrales, las semillas, el ajo o la cebolla.
Tal y como su nombre nos hace intuir, la faringitis es la inflamación de la parte interna o las mucosas que recubren la faringe. Al tratarse de una afección inflamatoria, normalmente suele confundirse con un simple dolor de garganta, uno de sus síntomas principales, o con enfermedades similares, como la amigdalitis. “Habitualmente está causada por alguna bacteria, como el Streptococcus pyogenes o el Haemophilus influenzae; hongos, algún virus, como el del herpes simple o de Epstein-Barr, o una reacción alérgica a alimentos. También la exposición a ciertos tóxicos inhalados, el tabaco o el humo pueden favorecer su aparición”, explican desde la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).