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Las secuelas neurológicas poscovid, un enigma abierto para la ciencia
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Estudio en 'Science'

Las secuelas neurológicas poscovid, un enigma abierto para la ciencia

Niebla mental y depresión forman parte del llamado covid persistente. Se sabe por qué están ahí, pero no el mecanismo que las produce. ¿Hay que temer un 'boom' de alzhéimer por la pandemia? Son dudas que exponen expertos de la Universidad de Yale

Foto: Foto: EFE/Mario Guzmán.
Foto: EFE/Mario Guzmán.

La pandemia ha supuesto un aliciente extraordinario para el conocimiento y difusión de la ciencia, pero aunque parezca que ya conocemos todo sobre el SARS-CoV-2, los investigadores saben que ese objetivo todavía está muy lejos. Dos años después de la irrupción del coronavirus quedan muchas incógnitas por despejar, hasta para situaciones que nos resultan machaconamente familiares. Por ejemplo, el famoso covid persistente (también llamado 'long covid'), ese que se estima que afecta a un 15% de quienes han pasado la infección y que incluye hasta cerca de 200 manifestaciones clínicas, no ha tenido una definición ‘oficial’ de la OMS hasta el pasado mes de diciembre.

Foto: Vacunan a una mujer de avanzada edad. (EFE/Sáshenka Gutiérrez)

Los problemas neurológicos se encuentran entre las secuelas más habituales meses después de haber superado la infección aguda y van desde las alteraciones del gusto y el olfato, niebla mental o cefaleas hasta alteraciones sensoriales, accidente cerebrovascular (ictus) y depresión y psicosis. Incluso hay quien sugiere que el coronavirus puede aumentar el riesgo de desarrollar alzhéimer en el futuro, como apunta un artículo firmado por científicos de la Universidad de Brescia o un equipo de neurólogos del Hospital Mount Sinai de Nueva York, una hipótesis que no comparte el doctor José Miguel Laínez, presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “A largo plazo no tenemos ningún dato para pensar que el covid podría dar lugar a una epidemia de alzhéimer o de párkinson. Es una especulación interesante, pero por ahora no hemos encontrado nada en las pruebas neurológicas que apoyen esta idea”, explica el profesor a este periódico.

La sombra de la dependencia

Pero desterrar (a la luz de los datos actuales) el fantasma de un 'boom' de neurodegeneración no implica que no se vaya a producir un fuerte incremento de personas con incapacidad a consecuencia de los efectos del covid persistente en el sistema nervioso (SNC), como alertan las doctoras Serena Spudich, de la Universidad de Yale, y Avindra Nath, del Instituto Nacional de Enfermedades Neurológicas de Estados Unidos, en un artículo abierto que publica la revista ‘Science’.

placeholder Foto: EFE/Domenech Castelló.
Foto: EFE/Domenech Castelló.

“Aunque la evidencia implica principalmente a una disfunción inmunitaria, que incluye neuroinflamación, no se conocen bien los mecanismos que llevan a esos síndromes neuropsiquiátricos”, admiten las autoras. Pero “con millones de personas afectadas, las complicaciones del covid en el sistema nervioso plantean un desafío de salud pública para la rehabilitación y recuperación de esas personas por la pérdida de mano de obra y de capacidad funcional que llevan asociadas”.

Y desentrañar cómo se desencadenan estas complicaciones neurológicas es el gran desafío al que tienen que enfrentarse los científicos para mejorar su tratamiento y evitar sufrimiento humano, pero también social y económico (solo en España, los costes de los trastornos del cerebro rondan el 8% del PIB).

Foto: Foto: iStock.

Las autoras del comentario recuerdan que a medida que crecían los casos de SARS-CoV-2 en el mundo se constató que, además de síntomas respiratorios, el virus afecta a los riñones, el corazón, el cerebro y el sistema digestivo. Reino Unido llevó a cabo un estudio de afecciones neurológicas en pacientes hospitalizados y encontró que anosmia, ictus, delirio, inflamación y síndromes psiquiátricos y periféricos nerviosos (de las extremidades) son frecuentes en los pacientes, aunque la aparición de una u otra dependía del momento de la infección, lo que apunta a que las desencadenan diferentes mecanismos. Por ejemplo: las complicaciones cerebrovasculares (como son ictus) son anteriores o simultáneas a los síntomas respiratorios mientras que las alteraciones en los nervios periféricos se manifiestan a las dos semanas.

Sin rastro en el líquido espinal

Sin embargo, cuenta el artículo, a pesar de que las primeras especulaciones eran que el SARS-CoV-2 podía entrar en el SNC desde la nariz (vía olfativa) a través de la barrera hematoencefálica, la PCR del líquido cefalorraquídeo de los pacientes no detecta material genético del virus. El profesor Laínez, que es jefe de Neurología del Hospital Clínico Universitario de Valencia, corrobora este punto: “Los análisis de LCR han sido sistemáticamente negativos para la presencia del virus, y solo algunos estudios de autopsia han encontrado pequeños fragmentos virales”. ¿Qué significado tiene esto? Pues que esos efectos “parecen mediados por mecanismos inmunológicos, inflamatorios o vasculares”, pero no por la presencia del coronavirus.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Durante la fase aguda de la infección predomina la causa vascular (son más frecuentes los ictus por problemas de la capa que recubre los vasos, el endotelio, o por problemas de la coagulación), y en covid grave esa alteración del sistema circulatorio es más importante que la que sucede en una gripe de la misma gravedad, según una investigación recogida por 'Jama Neurology'.

Las alteraciones vasculares traen a la memoria el hecho de que las trombosis y la inflamación sistémica eran una constante en los enfermos graves de covid en las primeras semanas de la pandemia, cuando aún no se sabía cómo tratar la enfermedad.

¿Alteración inmunitaria?

Una vez superado el coronavirus, el origen de los problemas neurológicos puede estar en el sistema inmunitario, una explicación que a Jesús Gil, doctor en Inmunología, le parece poco probable, ya que “la covid persistente se asocia sobre todo a personas que han tenido una forma de enfermedad leve o moderada, mientras que la desregulación del sistema inmunitario solamente se ha observado en personas que han tenido enfermedad grave”. Por tanto, la realidad choca con la hipótesis, pero “es una opinión personal”, insiste. “Otra cosa diferente son enfermedades como la esclerosis múltiple o el síndrome de Guillain-Barré, en las que se desregula el sistema inmunitario, pero solo en algunas partes del SNC, como el cerebro, pero no en todo el sistema nervioso, como plantea la hipótesis en covid-19”.

Su conclusión: “Es arriesgado decir que la desregulación del sistema inmunitario pudiera está relacionado con el covid persistente”.

Muchos de los síntomas de covid persistente son similares a los del síndrome de fatiga crónica o a los provocados por la enfermedad de Lyme

Así pues, todos los expertos coinciden en la falta de evidencias que prueben el mecanismo que conduce a las manifestaciones neurológicas de covid persistente. Las doctoras americanas destacan que la mayoría de los que sufren estas consecuencias son menores de 50 años, que estaban sanos antes de tener coronavirus y que la enfermedad, en principio, era leve. En estos, “muchos de los síntomas de covid persistente son similares a los del síndrome de fatiga crónica o a los provocados por la enfermedad de Lyme”. La sospecha de que pueda haber mecanismos comunes abre la puerta a desarrollar tratamientos que beneficien a todas estas patologías.

En la consulta

José Miguel Laínez aporta una visión real del problema que aborda ‘Science’. “Un 2% de las consultas nuevas en neurología son por problemas relacionados con covid”. En la mayoría de los casos se trata de cefaleas, niebla mental, pérdida de memoria y de concentración, etc. La buena noticia: “Las pruebas de neuroimagen no muestran nada y la resonancia magnética, afortunadamente, es normal”.

Foto: Foto: EFE/Fernando Alvarado.

El presidente de la SEN califica de atractivo e interesante el artículo, aunque la práctica diaria y la ausencia de alteraciones en las pruebas de neuroimagen y de SARS-CoV-2 en el líquido cefalorraquídeo permiten ser optimistas acerca de la resolución de esos trastornos.

Y deja caer una tercera hipótesis sobre el mecanismo desencadenante: la tensión emocional. “Esos cuadros de confusión mental, depresión, etc son frecuentes en personas con tensión emocional y estamos viviendo un momento estresante”.

La previsión del neurólogo es esperanzadora: "En este momento no hay evidencias de que el covid vaya a dejar lesiones persistentes en el SNC". Con esto se aleja el fantasma de una epidemia de alzhéimer.

La pandemia ha supuesto un aliciente extraordinario para el conocimiento y difusión de la ciencia, pero aunque parezca que ya conocemos todo sobre el SARS-CoV-2, los investigadores saben que ese objetivo todavía está muy lejos. Dos años después de la irrupción del coronavirus quedan muchas incógnitas por despejar, hasta para situaciones que nos resultan machaconamente familiares. Por ejemplo, el famoso covid persistente (también llamado 'long covid'), ese que se estima que afecta a un 15% de quienes han pasado la infección y que incluye hasta cerca de 200 manifestaciones clínicas, no ha tenido una definición ‘oficial’ de la OMS hasta el pasado mes de diciembre.

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