El suicidio de los sanitarios, una realidad oculta que ha aumentado por la pandemia
Una situación presente en nuestro país desde hace años, que se ha agravado por el covid-19. Las condiciones laborales y la estigmatización de la salud mental son los principales factores que llevan a un facultativo a quitarse la vida
En julio de 2021, el suicidio de un médico que estaba en su segundo año de residencia conmocionó por completo a la comunidad sanitaria. No era el primero de su especialidad –anestesiología– que se quitaba la vida en los últimos meses, ni eran los únicos sanitarios que se habían privado de ella en los últimos años. Lo cierto es que el suicidio de los profesionales de la salud es una realidad muy presente en nuestro país, pero es el tabú de tabúes, una tragedia que ha aumentado por la pandemia.
En España, 11 personas se quitan la vida al día; de hecho, el 50% de la población general experimenta a lo largo de su vida tendencias suicidas moderadas-severas. Pero si hablamos de acabar privándose de la vida, medicina y enfermería son las profesiones que presentan la tasa más alta de suicidio, según un estudio de la Universidad de Cambridge. Este análisis comparó la tasa de maestros que se quitan la vida con la de los sanitarios, obteniendo que es un 50% mayor en estos.
Aunque sea una realidad escondida, los profesionales de la salud se enfrentan al suicidio desde una doble vertiente. Por un lado, está el miedo al suicidio de uno de sus pacientes y el impacto que esto pueda tener en ellos. Por el otro, el que afecta a los propios facultativos.
Por qué se suicidan los sanitarios
Antes de la pandemia del coronavirus ya existía esta alta tasa de suicidios de profesionales de la salud, que se atribuye a una combinación de factores: las condiciones laborales, las guardias intensivas, la alta responsabilidad, poca valoración por parte de los mandos intermedios y el incremento de la agresividad por parte de pacientes, entre otras cuestiones.
La psicóloga forense Ana Isabel Gutiérrez Salegui explica que este deterioro de la calidad laboral es uno de los factores más determinantes para que algunos sanitarios decidan quitarse la vida. Un caldo de cultivo al que hay que sumarle que "los sanitarios tenemos una total identidad relacionada con nuestro trabajo. Lo normal en todos los aspectos de la vida es que nos presentemos como ‘hola, soy Ana y soy psicóloga’; forma parte de nuestra identidad. Además, también dedicamos muchísimo tiempo a nuestra profesión y en unos horarios bastante leoninos que acaban suponiendo un coste familiar”.
Respecto a la identidad como profesionales de la salud, es uno de los grandes motivos según la especialista de la Asociación Clara Campoamor: “Tenemos un rol tan potente que nos dificulta mucho reconocer que nosotros también tenemos problemas mentales, porque nos afecta a la idea de buenos profesionales que tenemos de nosotros mismos. Somos incapaces de aceptar que también podemos tener una depresión, un trastorno postraumático o una psicosis; porque sentimos que somos vulnerables y que eso menoscaba nuestra capacidad”.
“Por eso los profesionales aguantan hasta que se enfrentan a una situación de gravedad en la que, a veces, la única salida que se ve es el suicidio. Eso sí, debemos destacar que el suicido no es que te quieras matar, es que quieres dejar de sufrir y no encuentras otra salida”, aclara la especialista a El Confidencial.
Aumento de los suicidios por la pandemia
Al sustrato antes descrito hay que sumarle la presión de la pandemia, que ha tenido un gran impacto en la salud mental de los sanitarios, provocando que un 3,5% presentase ideas suicidas tras la primera ola.
“En la pandemia, sobre todo en la época del confinamiento, los sanitarios nos enfrentamos a una serie de muertes que chocan completamente con lo que nos han enseñado. Nos han enseñado a curar, pero no a aceptar que no podemos ayudar a todos los que tenemos delante y que hay casos en los que vamos a fracasar”, apunta la psicóloga.
“Se vivieron unos niveles de tensión terribles. Había ginecólogos en urgencias atendiendo neumonías. ¡Imagina el peso de la responsabilidad y el miedo!”, ejemplifica.
Por otro lado, Gutiérrez apunta que los sanitarios también vivían con el miedo de volver a sus casas y contagiar a sus familias, porque al principio, además de desinformación sobre el coronavirus, ni siquiera había EPI.
Cabe destacar que, en España, casi la mitad de estos profesionales ha presentado un riesgo alto de trastorno mental durante la primera ola y, a pesar de ello, los facultativos apenas pidieron ayuda. El servicio de Primera Atención Psicológica del Ministerio de Sanidad y el Consejo General de la Psicología (que funcionó de marzo a mayo de 2020) atendió un total de 15.170 llamadas, de las cuales solo un 6% provenían del personal de la salud, en contraposición al 22% de llamadas de enfermos y familiares de fallecidos y un 72% de la población general.
“Nos resistimos a pedir ayuda, aguantamos hasta desplomarnos. Estos datos confirman esa hipótesis de que nuestra identidad como sanitarios nos impide reconocer en nosotros mismos los síntomas y pedir ayuda. Tenemos miedo al estigma, como el resto de la población, pero especialmente miedo al estigma laboral, a que se asocie una enfermedad mental con un ‘no voy a ir a ese profesional’. Ante estos temores se oculta y no se pide ayuda”, describe la psicóloga forense.
Con sus propias armas
Las especialidades en las que hay mayores tasas de suicidios son anestesia y psiquiatría, según Gutiérrez. “Otras como oncología pediátrica, que podría ser lo más horrible en cuanto a carga emocional, no tiene el pico de suicidios que tienen estas dos. Uno de los motivos que se barajan es el acceso a algunos fármacos y la prevalencia de adicciones a los mismos que precede a la conducta suicida”, apunta la experta.
Señala así que la mayoría de veces que los facultativos se quitan la vida lo hacen a través de una sobredosis medicamentosa: “Los suicidios en sanitarios se comenten generalmente con nuestras propias armas”.
Para poder paliar los suicidios de sanitarios, Gutiérrez aboga por una mejora de las condiciones laborales, pero sobre todo por eliminar el estigma en torno a patologías psicológicas y psiquiátricas que tienen los propios facultativos y la creación de dispositivos a los que puedan acceder todos los gremios para cuidar su salud mental.
“El suicidio no se previene evitando que la gente se mate, eso es prevención de la conducta suicida. Para prevenir el suicidio hay que ir a las bases del problema, hay que abordar la salud mental desde la prevención primaria, hay que atender a los factores que están llevando a las personas a sufrir esos niveles de depresión e impotencia ante la imposibilidad de cambiar sus circunstancias”, concluye la psicóloga.
Recursos
Población general:
-Teléfono de atención ante el riesgo de suicidio: 024
-Teléfono de la esperanza: 914 590 055 / 717 003 717
Sanitarios:
-Servicio telemático de apoyo psicológico para sanitarios afectados por el covid: 900 670 777
En julio de 2021, el suicidio de un médico que estaba en su segundo año de residencia conmocionó por completo a la comunidad sanitaria. No era el primero de su especialidad –anestesiología– que se quitaba la vida en los últimos meses, ni eran los únicos sanitarios que se habían privado de ella en los últimos años. Lo cierto es que el suicidio de los profesionales de la salud es una realidad muy presente en nuestro país, pero es el tabú de tabúes, una tragedia que ha aumentado por la pandemia.
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