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Las verdaderas claves para entender mejor el síndrome de Asperger
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DÍA INTERNACIONAL

Las verdaderas claves para entender mejor el síndrome de Asperger

Problemas en la interacción social, además de dificultades en el aprendizaje y el comportamiento en general, son algunas de las señales que caracterizan este trastorno

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En 1944 se describió por primera vez el síndrome de Asperger. Se trata de un trastorno del espectro autista (TEA) que afecta a más niños que niñas y caracterizado por dificultades en el desarrollo emocional, social y conductual del paciente. De hecho, uno de los grandes retos relacionados con este trastorno es la inclusión social de las personas que lo sufren, ya que la situación puede llegar a provocar episodios de ansiedad o depresión.

Según datos facilitados por la Confederación Asperger España, este trastorno ha experimentado en las últimas décadas un incremento de la prevalencia general. En Estados Unidos, 1 de cada 88 niños sufre la patología. La Fundación Adecco señala que en España esta alteración afecta de tres a cinco personas por cada 1.000 habitantes, siendo en su mayoría hombres.

El síndrome de Asperger es el grado más moderado dentro de los TEA

La Asociación Española de Pediatría (AEP) explica que, aunque estas personas cuentan con un cociente intelectual normal, presentan dificultades en la interacción social, comunicación verbal y no verbal, y manifiestan intereses restringidos y conductas rígidas. Por este motivo, es esencial que la educación que reciban desde niños cuente con estrategias específicas para fomentar el aprendizaje.

Aunque el diagnóstico ha mejorado en los últimos años gracias a la visibilidad que se le da, lo cierto es que todavía es insuficiente. En la actualidad, el diagnóstico es tardío y suele identificarse entre los cuatro y once años de edad. Por esta razón, cada 18 de febrero se celebra el Día Internacional del Síndrome de Asperger, con el objetivo de seguir concienciando a la sociedad sobre las dificultades a las que se enfrentan estas personas en su día a día.

El origen y sus rasgos

Hans Asperger, al que se le atribuye el descubrimiento del síndrome, dedicó su vida a la pediatría y a la pedagogía. Su trabajo se centró especialmente en el desarrollo cognitivo infantil. De esta forma, descubrió en 1944 a cuatro niños cuyas capacidades estaban limitadas. Estos pacientes presentaban dificultades en la interacción social y complejidad a la hora de hacer amigos, escasa empatía, torpeza motora y sus intereses eran monotemáticos.

En su origen, el médico austriaco denominó al trastorno 'psicopatía autista de la infancia'. Asperger trabajó con estos niños a través de la 'pedagogía curativa' con el objetivo de solventar sus dificultades. Aunque en la actualidad se desconoce la causa exacta del trastorno, se cree que puede surgir de una combinación de factores genéticos y ambientales que provocan cambios en el cerebro.

Foto: Foto: Unsplash/@mparzuchowski.

En 1981 se utilizó por primera vez el término 'síndrome de Asperger' para etiquetar a los niños que presentan una capacidad intelectual normal pero dificultades en la interacción social y emocional. Esta alteración describe el grado más moderado dentro de los TEA y presenta deficiencias en las habilidades sociales (falta de empatía, timidez…) y el uso del lenguaje con fines comunicativos, y el comportamiento tiene rasgos repetitivos y perseverantes (trastorno obsesivo), entre otras características.

Hay que tener en cuenta que los rasgos de cada paciente son específicos y personales, y varían con la edad del individuo. La Escuela Universitaria de Salud y Deporte de la Universidad de Gerona señala que, en los primeros años, es más frecuente que los pacientes manifiesten dificultades en el aprendizaje y la conducta. En la adolescencia, donde es crucial estar atentos a la aparición de bullying, aumenta la conflictividad social, las alteraciones emocionales y los trastornos obsesivos.

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Asimismo, las personas con esta alteración son especialmente buenos con la memoria y muchos sobresalen en ámbitos como las matemáticas o la ciencia. Debido a que en muchos casos el síndrome se presenta de forma muy moderada, en ocasiones ni siquiera se diagnostica y simplemente se le define como una persona excéntrica.

Las terapias más habituales

A pesar de que es uno de los síndromes más comunes y conocidos dentro de los TEA, en la actualidad se sigue sabiendo muy poco de él, por lo que los tratamientos también son limitados. Sin embargo, aunque no hay cura para el trastorno, existen tratamientos para maximizar las capacidades de los pacientes y reducir la intensidad de los síntomas.

La psicoterapia cognitiva conductual, basada principalmente en el trabajo multidisciplinar, ha demostrado ser el mejor aliado para los pacientes con Asperger. Los recursos pedagógicos y educativos son fundamentales para el desarrollo cognitivo y social del individuo. Asimismo, también es importante incluir a las familias y al entorno cercano en el tratamiento para facilitar el progreso.

"Algunos programas se centran en enseñar nuevas destrezas y potenciar las que ya tenga"

En función del paciente, el médico aconseja un tipo de tratamiento u otro, aunque la mayoría de ellos están pensados para ejecutarlos en edades tempranas. La Clínica Mayo señala algunos de los tratamientos más habituales:

  • Terapias de comportamiento y comunicación. Algunos programas se centran en reducir las conductas problemáticas que pueden presentar los niños y enseñar nuevas destrezas y potenciar las que ya tengan. En general, se intenta mejorar las habilidades sociales, el lenguaje y el comportamiento asociado al trastorno.
  • Terapias educativas. Estos programas estructurados suelen tener bastante éxito en los más pequeños porque cuentan con especialistas y una amplia variedad de actividades. Además, suelen ser intensivas e individualizadas según el avance y el estado del niño.
  • Terapias familiares. Los padres, y el resto de familiares, pueden aprender cómo jugar y de qué forma interactuar con los pacientes para promover la interacción social, controlar comportamientos problemáticos y fomentar la comunicación cotidiana del día a día.
  • Otras terapias más específicas como la de conversación, terapia ocupacional para llevar el día a día y la fisioterapia para mejorar el movimiento y el equilibrio son algunas de las alternativas complementarias.
  • Medicamentos. Algunos fármacos se utilizan para controlar ciertos síntomas asociados al trastorno, aunque no los inhibe totalmente. Estos suelen emplearse en casos de hiperactividad, depresión o problemas graves de comportamiento.

En 1944 se describió por primera vez el síndrome de Asperger. Se trata de un trastorno del espectro autista (TEA) que afecta a más niños que niñas y caracterizado por dificultades en el desarrollo emocional, social y conductual del paciente. De hecho, uno de los grandes retos relacionados con este trastorno es la inclusión social de las personas que lo sufren, ya que la situación puede llegar a provocar episodios de ansiedad o depresión.

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