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Crisis de opioides, un debate importado de EEUU para un problema que España no tiene
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aumenta el consumo en la última década

Crisis de opioides, un debate importado de EEUU para un problema que España no tiene

Cada vez se recetan más opioides, pero los expertos consultados afirman que la situación no tiene nada que ver con lo que sucede en Estados Unidos

Foto: Un vagabundo descansa apoyado sobre una farola en un barrio de Los Ángeles. (Getty/Allen J. Schaben)
Un vagabundo descansa apoyado sobre una farola en un barrio de Los Ángeles. (Getty/Allen J. Schaben)
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Cuando un problema de salud pública llega a los productos audiovisuales de masas, es que es muy grave. Es lo que ha pasado con la crisis de opioides que vive Estados Unidos desde finales de los noventa y que en los últimos años ha recibido bastante atención. La falta de regulación en la prescripción, la presión de las farmacéuticas y la inexistencia de un sistema de salud fuerte permitieron que el consumo de ese tipo de medicamentos se disparara, atrapando a millones de personas en la adicción y provocando miles de muertes por sobredosis.

¿Puede pasar algo similar en España? Los últimos datos conocidos indican que el consumo de opioides ha aumentado en los últimos años, pero todavía se mantiene en niveles bajos. Según la estadística de recetas médicas dispensadas en farmacias con cargo al Sistema Nacional de Salud (SNS), publicada recientemente por el Ministerio de Sanidad, el consumo de opioides se duplicó entre 2010 y 2021. El número de dosis diarias por habitante al día pasó de 9,4 a 20,42. Eso significa que de cada 1.000 personas, un promedio de 20 recibían una dosis diaria de ese tipo de medicamentos.

"[Esos datos] son oro para los investigadores y para la sociedad en general", dice David Pere Martínez, doctor en psicología social que lleva años investigando sobre el consumo de opioides. En 2019, Martínez publicó un trabajo titulado 'Opioides en España. Ni repunte de heroína ni crisis de opioides a la americana', en el que afirmaba que España estaba lejos de vivir "un repunte de heroína o de cualquier otra situación problemática producto del abuso de opioides".

A la luz de los últimos datos, se reafirma. "Eran necesarios para dejar claro que España no está en una situación, ni de lejos, similar a la de Estados Unidos", dice en conversación telefónica con El Confidencial.

En su opinión, hay dos motivos que explican el aumento. "El primero es que muchas personas, gracias a los avances médicos, están sobreviviendo a cánceres y accidentes terribles. Sobreviven, pero tienen que emplear algún paliativo, que suelen ser los opioides. Son personas que estarían muertas si la ciencia no hubiera avanzado lo que ha avanzado", dice. La otra razón a la que apunta es la calidad de vida. "Mucha gente se ha movilizado para buscar paliativos a sus dolores de la vida cotidiana, muchas veces producto del envejecimiento", añade.

La salud mental también influye

Alicia Alonso Cardaño, especialista en anestesiología y tratamiento del dolor y coordinadora del grupo de trabajo de manejo de opioides de la Sociedad Española del Dolor (SED), comparte esa idea. "Socialmente, el concepto del dolor ha cambiado y la tolerancia se ha reducido. Se asocia funcionalidad con dolor. Entonces, las consultas y quejas de dolor han aumentado", explica la médica por teléfono.

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También por la pandemia. Es imposible separar la salud mental de la salud física, y la crisis sanitaria ha hecho empeorar la primera y, como consecuencia, también la segunda. "Es un todo, cuerpo-mente. Influye muchísimo. El estado de salud mental afecta al dolor".

"A raíz de la pandemia de covid-19, con tantos problemas sociales y laborales, pérdidas de seres queridos, se han agudizado mucho más los casos y las consultas de dolor. Es muy importante que las unidades de dolor, que son las organizaciones que tratan de una forma global y más específica el dolor, puedan disponer de psicólogos y psiquiatras para trabajar este aspecto psicológico. No se puede separar el aspecto físico del psicológico".

​Las diferencias con Estados Unidos

En 2018, la SED reconocía que el debate sobre los opioides empezaba a plantearse en España, pero descartaba una comparación con lo que sucedía en Estados Unidos. "La dramática situación norteamericana deviene de su propia estructura sanitaria y social, con una liberalidad absoluta para la prescripción de opioides. Las prescripciones no controladas en este tipo de pacientes podrían representar uno de los factores de incremento del uso no médico de los opioides", decían las conclusiones de unas jornadas organizadas por el organismo.

"La cara B de los opiáceos y opioides es que son muy adictivos y el margen de seguridad en ocasiones puede ser bastante bajo", dice Martínez

"El SNS español es un mecanismo de protección brutal ante cualquier epidemia de los opioides", afirma Martínez. "Los trabajadores de la medicina son grandes profesionales en la gestión de este tipo de fármacos, que son muy particulares. Solo los recetan los especialistas. Es raro que lo haga un médico de cabecera".

Alonso Cardaño explica que la implantación de la receta electrónica hace unos años ha permitido reforzar el control. "Y en la actualidad están más controlados que nunca, desde que empezó a llegar información de lo que ocurría en Estados Unidos. Desde luego la situación aquí es completamente diferente. El acceso a la sanidad es universal y la gente tiene acceso a los especialistas", dice.

Foto: EC
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La anestesióloga señala que los opioides "son indispensables para el tratamiento de dolor severo y que no responde a otros tratamientos" y que "tienen su lugar". "Lo que hay que hacer es controlar que no se disparen y que no se descontrolen los pacientes. Hay que tener un control muy riguroso. Eso es lo que hemos aprendido a raíz de la epidemia en Estados Unidos", continúa la coordinadora del grupo de opioides de la SED.

Ese control es fundamental. "La cara B de todos los opiáceos y los opioides es que son muy adictivos y el margen de seguridad en ocasiones puede ser bastante bajo", dice Martínez. "¿Que ha habido algunos casos de lo que se llama adicción iatrogénica (buscando un alivio del dolor has provocado una adicción)? Pues sí, pero muy minoritarios", asegura.

"Los casos que conozco son anecdóticos. Que el tratamiento esté bien pautado y que el paciente esté controlado periódicamente e informado de los riesgos creo que son las medidas que mejor funcionan", añade Alonso Cardaño, que cree que el principal problema con estos fármacos está en los pacientes con dolor crónico no oncológico. "Es verdad que los pacientes oncológicos se han convertido en crónicos muchas veces, cada vez viven más, pero el problema está en el dolor crónico no oncológico, fundamentalmente artrosis, problemas de espalda, etc.", dice.

"El principal problema con este fármaco está en los pacientes con dolor crónico no oncológico", dice Alonso Cardaño, de la SED

Eso puede explicar que el mayor aumento del consumo dentro del grupo de los opioides sea el de opioides combinados con otros analgésicos, lo que Alonso Cardaño denomina "opioides menores". De un DHD de 3,79 en 2010 se ha pasado a uno de 12,1 en 2021.

A pesar de eso, ni ella ni Martínez consideran que las cifras muestren una imagen negativa de la situación en España. "Por mucho que aumente el consumo de opioides en el marco sanitario, esto no es problemático. Lo que es problemático es que las personas se enganchen a los opioides y salgan al mercado negro, cosa que no está pasando. No hay indicios para pensarlo", dice Martínez.

La estadística solo recoge el consumo de medicamentos con receta. Otra cosa es el tráfico en el mercado negro, que ambos profesionales consultados creen que es mínimo. "En Estados Unidos sí hay un problema con el mercado negro. Los fentanilos rápidos los tienen adulterados con otro tipo de sustancias, como barbitúricos o ansiolíticos, u otro tipo de sustancias psicoactivas. En España, ese mercado negro prácticamente no existe", dice Alonso.

Cuando un problema de salud pública llega a los productos audiovisuales de masas, es que es muy grave. Es lo que ha pasado con la crisis de opioides que vive Estados Unidos desde finales de los noventa y que en los últimos años ha recibido bastante atención. La falta de regulación en la prescripción, la presión de las farmacéuticas y la inexistencia de un sistema de salud fuerte permitieron que el consumo de ese tipo de medicamentos se disparara, atrapando a millones de personas en la adicción y provocando miles de muertes por sobredosis.

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