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La verdad incómoda de los viajes a Turquía para operarse de la obesidad
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Turismo sanitario

La verdad incómoda de los viajes a Turquía para operarse de la obesidad

Cientos de personas con obesidad mórbida en España necesitan una operación gástrica para atajar su problema de salud, pero a menudo no encuentran respuesta aquí y recurren a otros destinos. ¿Es una decisión acertada?

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

“Una amiga se ha operado en Turquía y está muy contenta”, cuenta en el metro una mujer joven entrada en kilos a su acompañante. “Doctor, si no me operan aquí me voy a Turquía. Una prima mía de Extremadura ha ido y ha adelgazado un montón”, advierte una gitana con obesidad mórbida a su médico de familia. Dos veces en la misma semana llega a mis oídos información sobre el asunto, lo que es una clara señal de que este socio estratégico de la Unión Europea tiene un interés en materia de salud que va más allá de los famosos trasplantes de pelo.

“Esto tiene tema”, me alerta mi sagaz instinto periodístico; y al consultar con el oráculo de Google, se abre un universo totalmente ignorado para mí y sobradamente conocido para muchísimas personas preocupadas por su obesidad, a juzgar por la actividad de los foros de internautas que intercambian información. Decenas de anuncios de clínicas ofrecen las diferentes técnicas de cirugía bariátrica ejecutadas por cirujanos expertos y a precios asequibles. Muchas de ellas, además, se encargan también de organizar el viaje (avión y hotel). “¡Qué bien montado lo tienen!”, interpreto, mientras pongo en marcha los mecanismos para contrastar la veracidad de la información.

Turquía es uno de los grandes destinos del turismo sanitario: en 2018 recibió más de medio millón de visitantes y en 2023 serán dos millones

Pronto descubro que Turquía lleva años apostando fuerte por el turismo sanitario. En 2018, más de medio millón de personas viajaron al país para someterse a un tratamiento médico, aunque en 2023 alcanzarán los dos millones de visitantes/pacientes, que reportarán unos ingresos de 17.600 millones de euros y para garantizar la seguridad y calidad de los procedimientos, el propio Ministerio de Salud se encarga de acreditar a las agencias de turismo de salud, que deben registrarse como miembros de la Tursab (Asociación Turca de Agencias de Viajes).

El secreto del precio

El precio de los tratamientos, muy por debajo de los de Europa o Estados Unidos, es el gran atractivo para muchos pacientes que deciden ir a Turquía a hacerse una cirugía bariátrica y que, en buena parte, suelen pertenecer a clases de menor poder adquisitivo. El 53% de la población española tiene un exceso de peso y más del 17% es obesa (tienen un IMC superior a 30), según los datos de una encuesta realizada por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y difundidos hoy con motivo del Día Mundial de la Obesidad.

Sin embargo, esa cifra oculta una profunda brecha socioeconómica, ya que el 22,3% de los obesos (tienen un IMC superior a 30) pertenecen a las capas más bajas de renta, frente al 9,3% entre las clases más pudientes. “En España, en la medicina privada, una gastrectomía vertical (manga gástrica), que es la operación que se suele hacer, tiene un precio próximo a los 16.000 euros; que baja a los 6.000 euros en Colombia y hasta los 4.950 euros en Turquía”, detalla el doctor Andrés Sánchez Pernaute, presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad (SECO).

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Foto: EFE.

Visto de otra forma: la operación cuesta en Turquia tres veces menos que en España, un abaratamiento que responde a que allí los costes son más bajos, tanto de mano de obra de los profesionales como del instrumental. “Las casas comerciales venden instrumental más barato en Colombia, India o Turquía”, expone Sánchez Pernaute, aunque “también puede ser que los productos -como las máquinas de autosutura-, sean de menos calidad que las que venden a España”.

Dicho más claramente: ese instrumental más barato puede proceder de China en lugar de Occidente; sin embargo, que sea más barato no significa que sea menos seguro y, según el doctor, “ofrecen las mismas garantías de calidad”. La comparación sería como entre Skoda y un Audi, “el primero se vende mucho más y a la mayoría de las personas les ofrece buenas prestaciones, aunque otros necesitarán un Audi”.

Destreza del cirujano

Lo principal es, en opinión del también jefe de sección de cirugía del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, la destreza del cirujano, y en esto “los colombianos son muy buenos porque han realizado muchísimas, y los turcos también”.

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Por el contrario, la doctora Andreea Ciudin, coordinadora de la Unidad de Obesidad del Hospital Vall D’ Hebrón (Barcelona), no oculta su reticencia ante las intervenciones turcas, y defiende los altos estándares de calidad de su centro, con “unos protocolos aprobados en comité multidisciplinar que suponen una evaluación preoperatoria muy detallada y exhaustiva, que incluye una valoración psiquiátrica completa, sesiones de terapia conductual con el psicólogo, valoración nutricional, etc”, además de determinaciones analíticas, de masa muscular, seguimiento endocrinológico. “Desconocemos si en Turquía se hace toda esta evaluación y cuál es la preparación preoperatoria, que es fundamental para la correcta evolución del paciente”, apunta.

Controles en Turquía

Para despejar estas dudas consulto directamente con el director de una clínica que, según la información que figura en su página web, ofrece garantías de calidad. El cirujano Muhammed Üçüncü, profesor de la Universidad de Estambul, explica que a los pacientes que llegan a su clínica se someten a “un chequeo completo, que incluye determinaciones de glucosa, tiempo de sangrado, hormonas tiroideas, cortisol, hemoglobina, vitaminas, etc, además de una ecografía abdominal”. Seguidamente, son examinados por un cardiólogo y un nutricionista.

El requisito para operar es que el IMC sea de 35 si existen enfermedades asociadas o 40 si no hay problemas de salud añadidos

El requisito para operar es que el IMC sea de 35 si existen enfermedades asociadas o 40 si no hay problemas de salud añadidos (diabetes, hipertensión, etc). Además, “si el paciente tiene enfermedades crónicas, requerimos el permiso de su médico para proceder a la cirugía”.

El tiempo de ingreso medio es de tres días y cuatro días después del alta, el paciente vuelve a revisión médica. “Queremos que los enfermos permanezcan en el país, al menos, una semana”, cuenta Üçüncü.

Al igual que en España, para este cirujano la primera opción es la gastrectomía vertical por cirugía laparoscópica, aunque “la técnica final depende de los resultados de todas las pruebas”.

Una vez que el paciente regresa a su país de origen –“la mayoría de nuestros enfermos extranjeros son de Canadá y Estados Unidos”, pero también reciben de diferentes países de Europa, incluida España–, la dietista hace el seguimiento a través de WhatsApp o correo electrónico.

En su clínica se llevan a cabo tres cirugías bariátricas al día. “Creo que somos buenos”, defiende, pero cree que la mejor opinión la pueden dar los pacientes. Y lanza una advertencia: “Las redes sociales pueden ser engañosas”.

Es frecuente que la elección de la clínica se haga atendiendo a cuestiones económicas y no buscando la cualificación profesional

Tan engañosas como la publicidad de algunas clínicas que no cumplen con los estándares de calidad exigidos por las autoridades sanitarias turcas, con consecuencias dramáticas. A estos sucesos se refiere la doctora Ciudin al manifestar sus reticencias: “Aquí sabemos las exigencias de los protocolos, pero a veces nos llegan pacientes con complicaciones de los que nos faltan datos de lo que se ha hecho en la intervención y en el postoperatorio inmediato”.

El cirujano del Hospital Clínico también advierte de que el peligro de complicaciones existe, incluso de muerte (aunque es bajo). De hecho “ya estamos recibiendo a pacientes con problemas después de una cirugía en Turquía, como también nos llegan de Colombia o de clínicas privadas de España”. Buscando el origen de esos accidentes se llega, con frecuencia, a la conclusión de que “la elección de la clínica ha sido por cuestiones económicas y no buscando la idoneidad y cualificación profesional".

La verdad incómoda para España

Después de cotejar opiniones para descubrir el lado negativo de la cirugía de la obesidad en Turquía, he descubierto la verdad incómoda de estos viajes, y son los inasumibles tiempos de espera para operarse en la sanidad pública española. “En España, solo se opera al 1% de los pacientes que lo necesitan, porque la obesidad no está reconocida como una enfermedad y se priorizan otras intervenciones”, lamenta el presidente de la SECO. “La obesidad mórbida está estigmatizada, y los propios pacientes ocultan su condición y no quieren que se sepa que buscan ayuda”, pero la realidad es que, para muchos, la cirugía es la única opción terapéutica.

placeholder Teo Rodríguez, después de perder más de 100 kilos, junto al doctor Carlos Ballesta.  (EFE)
Teo Rodríguez, después de perder más de 100 kilos, junto al doctor Carlos Ballesta. (EFE)

La obesidad mórbida se asocia a enfermedades graves y, por cada 5 puntos más de IMC, aumenta un 30% el riesgo de muerte, de forma que si la cirugía se retrasa, la esperanza de vida se recorta de 5 a 20 años. Por ello, los beneficios de operar son incuestionables: las comorbilidades añadidas a esa obesidad extrema (enfermedades cardiovasculares, articulares, diabetes, etc) remiten en el 80% de los casos después de la cirugía. El beneficio no es solo para el enfermo, también para las arcas públicas, puesto que la atención médica a una persona obesa es un 26% más cara que para otra con un peso normal, y al año, la obesidad cuesta a nuestro sistema sanitario 2.000 millones de euros.

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Según la SECO, el coste de la cirugía bariátrica –que es alto– se amortiza en dos o tres años. ¿Cómo? Para empezar, con una reducción del 70% del gasto en medicamentos.

La realidad incómoda que se observa en nuestro país es que “en 2018 había 11.000 personas esperando una cirugía, con una demora media de algo más de un año y medio, y en algunos centros de hasta 6 años”. Este es el verdadero problema, opina el doctor Sánchez.

Mientras, prácticas como ir a operarse a Turquía son un atajo para acceder a la sanidad pública. Y después, ¿quién los atiende? “Estos pacientes tienen todo el derecho a ser atendidos después de regresar”, concluye el doctor Sánchez Pernaute.

“Una amiga se ha operado en Turquía y está muy contenta”, cuenta en el metro una mujer joven entrada en kilos a su acompañante. “Doctor, si no me operan aquí me voy a Turquía. Una prima mía de Extremadura ha ido y ha adelgazado un montón”, advierte una gitana con obesidad mórbida a su médico de familia. Dos veces en la misma semana llega a mis oídos información sobre el asunto, lo que es una clara señal de que este socio estratégico de la Unión Europea tiene un interés en materia de salud que va más allá de los famosos trasplantes de pelo.

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