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¿Sabes lo que es un coma alimentario? Esto documenta la ciencia
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¿Sabes lo que es un coma alimentario? Esto documenta la ciencia

Somnolencia, letargo, falta de concentración... son algunos de los síntomas que se experimentan tras comer, máxime si es en grandes cantidades. Las hormonas y los efectos en los ritmos del sueño están detrás de ellos

Foto: Foto: Unsplash/@adigold1.
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Confiesa. ¿Cuántas veces has echado una cabeza después de comer? No te apures, que la siesta no es un capricho sino una necesidad fisiológica. Así lo determinó la Cátedra de Investigación del Sueño de la Universidad de Granada Grupo Lo Monaco, que redactó una serie de conclusiones tras la recopilación de numerosos estudios. La más destacada es que va más allá de una simple costumbre, que protege del estrés y enfermedades cardiovasculares. Además, aumenta la productividad en el trabajo, reduce el absentismo y los accidentes derivados de la escasez de horas que una persona dedica al día a descansar.

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Esta experiencia es particularmente común después de comidas copiosas, como las típicas de Navidad, y se la conoce coloquialmente como coma alimentario. Médicamente, se llama somnolencia posprandial, que simplemente significa somnolencia después de comer. Aunque existe evidencia científica limitada sobre cómo o por qué ocurre esta somnolencia, tenemos teorías.

¿Qué es?

Es la sensación de cansancio después de comer. También se conoce comúnmente como el 'baño después del almuerzo', ya que muchas personas notan los efectos temprano en la tarde después del almuerzo y se detecta por estos signos:

  • Somnolencia
  • Letargo
  • Agotamiento físico
  • Bajos niveles de energía
  • Pobre concentración

¿Qué lo causa?

A pesar de su frecuencia, los comas alimentarios no están bien estudiados. Se han cuestionado o desacreditado varias teorías sobre sus causas mientras que otras pueden ser plausibles científicamente.

Cambios en la circulación sanguínea

Durante mucho tiempo, se pensó que los comas alimentarios se desencadenaban por un aumento en el flujo sanguíneo al intestino que provocaba una reducción de este al cerebro, tal y como determina un trabajo de 'Medical Hypotheses'. Sin embargo, esta teoría ha sido cuestionada. El organismo es capaz de mantener el flujo de sangre a su cerebro en muchos tipos de situaciones estresantes, como durante el ejercicio, cuando los músculos requieren más de ella.

Foto: Foto: Unsplash@itsdavo.

De hecho, un estudio anterior sugiere que el flujo de sangre al cerebro puede aumentar después de las comidas. No obstante, otro pequeño ensayo más reciente con 24 jóvenes sanos, publicado en 'Clinical Physiology and Functional Imaging', encontró una disminución en el flujo sanguíneo al cerebro después del almuerzo, pero este efecto solo se observó en personas que se saltaron el desayuno.

Comer en exceso

Las personas a menudo se quejan de comas alimentarios después de comidas copiosas. Los estudios en moscas de la fruta encontraron que las comidas más abundantes, particularmente aquellas con alto contenido de proteínas y sal, dieron como resultado un sueño más prolongado después.

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En otro ensayo, pero en varones que tomaron pizza, los que comieron en exceso informaron menos energía y más cansancio físico, somnolencia y letargo en las 4 horas posteriores a su ingesta, mientras que los que comieron solo hasta sentirse satisfechos no tuvieron efectos adversos.

En el lado opuesto de la balanza, una investigación de 'Physiology & Behavior' comparó los efectos de un almuerzo ligero con uno pesado en conductores. Este último aumentó la cantidad de veces que los 'pilotos' se desviaron de su carril y los efectos aumentaron durante un periodo de 2 horas.

Comidas ricas en carbohidratos, grasas o proteínas

Las comidas ricas en carbohidratos, grasas y proteínas se han relacionado con comas alimentarios. Estos macronutrientes pueden promover la somnolencia de forma independiente a través de varios mecanismos. También pueden influirse entre sí. Por ejemplo, las comidas ricas en carbohidratos pueden elevar los niveles del aminoácido triptófano en la sangre, lo que aumenta la cantidad de serotonina, una hormona relacionada con el sueño, en el cerebro.

Además, las comidas ricas en proteínas también pueden inducir el sueño si contienen alimentos con altas cantidades de triptófano. Estos alimentos incluyen pollo, huevos, queso, pescado, pavo, leche y tofu, como constata un estudio de 'Western Journal of Nursing Research' llevado a cabo con 36 adultos jóvenes. Además, es importante saber que las comidas ricas en calorías, en grasas y carbohidratos combinadas provocan la liberación de pequeñas proteínas conocidas como citoquinas, que están relacionadas con la fatiga.

Y hay más datos: los almuerzos con alto contenido en grasas o proteínas pueden elevar los niveles de péptido YY y la hormona colecistoquinina, los cuales pueden aumentar la sensación de sueño, como se manifiesta en 'Bioscience Hypotheses'. Aun así, la relación entre los alimentos y las hormonas liberadas, los neuropéptidos, las proteínas inflamatorias y otras sustancias es compleja.

Efectos de comer en el cerebro y las hormonas del sueño

Comer libera varias hormonas y neurotransmisores que activan partes del sistema nervioso responsables de la digestión. Algunas vías cerebrales y nerviosas involucradas en la digestión se superponen con las involucradas en el sueño, la fatiga y la somnolencia. Entonces, cuando estas vías se activan para la digestión, puedes comenzar a sentirte cansado. Además, las hormonas específicas liberadas o reducidas a la hora de comer pueden afectar el sueño.

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Por ejemplo, la orexina, que promueve el hambre y el estado de alerta, se inhibe tras la ingesta, como demuestra un estudio recogido en 'National Science of Sleep'. Se cree, además, que la hormona melatonina está implicada. Se genera por la glándula pineal y el intestino, y la producción aumenta después de las ingestas.

Efectos de los ritmos naturales del sueño

Muchas personas experimentan un coma alimentario como un 'baño después del almuerzo', en el que se sienten somnolientos a primera hora de la tarde. El cuerpo tiene un ciclo natural de sueño y vigilia de 24 horas conocido como ritmo circadiano o reloj biológico. La investigación muestra que, además de la fase de sueño esperada por la noche, hay una más pequeña (conocida como la armónica de 12 horas) a primera hora de la tarde. Esta fase se ha observado por caídas en el desempeño laboral y aumentos en los accidentes de vehículos alrededor de las 2 a 4 p.m, como recoge un trabajo de 'PLoS One'.

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De hecho, esta caída natural en el ritmo circadiano puede ser una de las razones de la práctica común de una siesta por la tarde en muchas culturas alrededor del mundo. Sin embargo, comer aún puede contribuir a aumentar el cansancio durante las fases de sueño del ritmo circadiano.

Un estudio anterior observó que las comidas aumentaban la duración de la siesta de la tarde, pero no la inducían. Del mismo modo, los estudios que se centraron en los trabajadores del turno de noche mostraron que las comidas nocturnas aumentan el cansancio, en comparación con no comer.

Adaptación evolutiva

Curiosamente, la somnolencia posprandial se observa en muchas especies animales, incluidas formas de vida simples, como los nematodos. Esto sugiere que puede haber razones evolutivas profundamente arraigadas para la somnolencia después de comer. Por ejemplo, dormir tras comer puede permitir que el cuerpo almacene energía para cuando la necesite más adelante. También puede favorecer que el cerebro procese información sensorial o comportamientos aprendidos sobre la recolección de alimentos.

Además, el dormir puede ser simplemente el estado predeterminado para que el organismo vuelva a comer. Esto está respaldado por señales de hambre, como que la acetilcolina y la orexina están vinculadas a la vigilia y el estado de alerta.

Confiesa. ¿Cuántas veces has echado una cabeza después de comer? No te apures, que la siesta no es un capricho sino una necesidad fisiológica. Así lo determinó la Cátedra de Investigación del Sueño de la Universidad de Granada Grupo Lo Monaco, que redactó una serie de conclusiones tras la recopilación de numerosos estudios. La más destacada es que va más allá de una simple costumbre, que protege del estrés y enfermedades cardiovasculares. Además, aumenta la productividad en el trabajo, reduce el absentismo y los accidentes derivados de la escasez de horas que una persona dedica al día a descansar.

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