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Nueva condena al uso de cigarrillos electrónicos
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Informe del Ministerio de Sanidad

Nueva condena al uso de cigarrillos electrónicos

A pesar de que algunos defienden el uso de estos dispositivos como terapia contra al tabaco convencional, cada vez más voces autorizadas aseguran que es perjudicial para la salud

Foto: Foto: Unsplash/@grav.
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El mercado de cigarrillos electrónicos ha crecido en los últimos años debido a su alta demanda, sobre todo en los adolescentes. La Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes (NYTS) estadounidense realizada a la población de entre 13 y 18 años refleja que el uso de estos productos aumentó de 1,5% en 2011 a un 78% en 2018. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que este tipo de dispositivos son altamente peligrosos, especialmente para estos grupos de edad.

Muchos miembros de la comunidad médica llevan tiempo exigiendo que se equiparen, de forma oficial, las consecuencias nocivas del tabaco tradicional a las del cigarrillo electrónico, ya que, aunque no hay tanta evidencia como en el primer caso, sí se ha demostrado que es perjudicial para el organismo. Por esta razón, hace tiempo que se prohíbe el empleo de este tipo de dispositivos en espacios cerrados, como ocurre con el tabaco convencional.

La mitad de estudiantes de entre 14 y 18 años ha utilizado cigarrillos electrónicos

Ahora la controversia está servida: hay expertos que garantizan que los cigarrillos electrónicos son una alternativa válida para luchar contra los efectos nocivos del tabaco y otros que critican que su consumo produce casi las mismas consecuencias perjudiciales para la salud que el consumo de tabaco tradicional.

Un debate abierto: ¿qué dicen los expertos?

Uno de los argumentos a favor de los cigarrillos electrónicos es la terapia sustitutiva frente al consumo de tabaco convencional. La profesora Ann McNeill, catedrática de tabaquismo y miembro del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de Londres, asegura que el objetivo principal de salud pública es conseguir, entre otras cosas, que todos los países del mundo adopten acciones reales con el fin de reducir los daños del tabaco tradicional (THR) y que los cigarrillos electrónicos con nicotina proporcionan una oportunidad para acelerar el progreso de la THR, junto a los enfoques habituales.

Por su parte, la organización sin ánimo de lucro Cochrane coincide también en que, tras años de investigación, la evidencia demuestra que estos dispositivos pueden ayudar a las personas a dejar de fumar. Así lo manifiestan ambos, junto a otros expertos, en el E-Cigarrete Summit que se celebra anualmente en la ciudad inglesa de Londres.

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En cambio, la Asociación Española Contra el Cáncer critica que, aunque los cigarrillos electrónicos pueden considerarse como menos tóxicos que el tabaco tradicional, lo cierto es que la mayoría de estos utensilios contienen nicotina, que es una sustancia altamente adictiva, está considerada un tóxico cardiovascular y tiene efectos negativos sobre el aparato respiratorio y alteraciones a nivel hormonal.

De la misma forma, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad (CDC) aseguran que el empleo de estos dispositivos es perjudicial para la salud y que, además de la nicotina, contienen otras sustancias dañinas como metales pesados (níquel, estaño y plomo), elementos químicos que producen cáncer, compuestos orgánicos volátiles o saborizantes químicos como el diacetilo.

El Gobierno se posiciona en contra

Recientemente, el Ministerio de Sanidad ha manifestado su postura por escrito y ha publicado el ‘Informe sobre los cigarrillos electrónicos: situación actual, evidencia disponible y regulación’, donde asegura que estos dispositivos “suponen un riesgo para la salud”. Para explicarlo, enumera los cuatro efectos nocivos principales:

  • A corto plazo se han hallado efectos fisiológicos adversos en las vías respiratorias similares a los asociados al humo del tabaco convencional, a pesar de que todavía carecen de estudios que determinen las consecuencias a largo plazo.
  • El líquido y aerosol de estos utensilios contiene sustancias cancerígenas.
  • Se han descrito numerosas intoxicaciones y efectos adversos relacionados con estos productos.
  • Su utilización genera emisión de propilenglicol (compuesto químico), partículas PM2.5 (se acumulan en el sistema respiratorio de forma negativa), nicotina y sustancias cancerígenas que pueden contaminar los espacios cerrados, con los consecuentes riesgos por exposición pasiva.
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El Gobierno también señala que los consumidores más habituales son fumadores que quieren evitar el tabaco convencional y exfumadores, aunque “preocupa especialmente su utilización por personas jóvenes”, advierte. Según los datos de la encuesta ESTUDES 2018-2019, la mitad de estudiantes de entre 14 y 18 años ha utilizado en alguna ocasión este tipo de utensilios (48,4%), siendo más frecuente en varones que en mujeres, independientemente de la edad. Asimismo, el Ministerio de Sanidad advierte de que, a pesar de que los cigarrillos electrónicos pueden reducir el deseo de fumar y otros síntomas relacionados con el abandono del tabaco, esto podría durar solo temporalmente, por lo que no hay evidencia que señale la cesación del deseo. Aunque parece que la proporción de personas que utilizan estos dispositivos es menor, el Gobierno indica en el informe que los datos reflejan un rápido desarrollo de este nuevo mercado.

El mercado de cigarrillos electrónicos ha crecido en los últimos años debido a su alta demanda, sobre todo en los adolescentes. La Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes (NYTS) estadounidense realizada a la población de entre 13 y 18 años refleja que el uso de estos productos aumentó de 1,5% en 2011 a un 78% en 2018. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que este tipo de dispositivos son altamente peligrosos, especialmente para estos grupos de edad.

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